Este domingo en Oaxaca se realizó una marcha en contra de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) por parte de ciudadanos oaxaqueños que piden termine el plantó que tienen desde hace dos semanas en el Centro Histórico los mentores oaxaqueños.

No hubo confrontación como algunos auguraban, aunque la tensión creció al paso de las horas. Los medios de comunicación reprodujeron diversas declaraciones sobre los “antiparo”, como se han hecho llamar, que permite tener un amplio espectro de la situación en Oaxaca y el objetivo de las protestas.

Como he insistido desde el año pasado, a la mayoría de los oaxaqueños no les interesa la educación de sus hijos, sino las protestas que los maestros de la Sección 22 y 59 realizan en Oaxaca. En otras palabras, preocupa al oaxaqueño las afectaciones que sufre su vida diaria cuando los maestros realizan su plantón anual.

Si al oaxaqueño interesara la educación de sus hijos o el sistema educativo, buscaría incidir en este escabroso tema durante todo el año, pero solo lo hace cuando las calles están tomadas. Por lo tanto, el oaxaqueño es reaccionario a las acciones de la S-22 y las decisiones del Gobierno de Oaxaca.

Es cierto que durante largos años el régimen autoritario priista en Oaxaca quiso hacer frente a los maestros de la Sección 22 creando otras organizaciones que hicieran contrapeso, nunca lo logró. En el 2006, ocupó a la Sección 59 como un contrapeso político que no hizo mella en el movimiento y sí otorgó una nueva causa para seguir en “pie de lucha”. La Sección 59, que respalda a Elba Esther Gordillo, es el movimiento oficialistas más acabado del Partido Revolucionario Institucional (PRI). En el año 2010 se generó un grupo “orgánico” que intentó desprestigiar a la Sección 22 y relacionarla de manera directa con la campaña de Gabino Cué, el movimiento no funcionó y mostró, por su forma de operar, su relación con el PRI.

Después de esos dos años axiales para Oaxaca, han existido otros movimientos en contra de los “paros” de la Sección 22, pero ninguno de ellos ha sido efectivo. Aunque, no se puede negar que han participado nuevas organizaciones y ciudadanos en las manifestaciones post 2010.

Este 2012 el movimiento “antiparo” generó expectativa, pero no logró incidir en las decisiones de los maestros y sí abonar a la hipótesis que sostiene que una sola agresión a los maestros podría desencadenar un escenario similar al 2006. Por supuesto, apoyando esta hipótesis encontramos a aquellos que dicen que la manifestación “antiparo” tuvo integrantes del PRI. No dudo en que priistas hayan asistido a la marcha, como lo deben haber hecho panistas, perredistas, apartidistas y anti S-22.

En la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) también existe la pluralidad partidista. O sea, hay maestros que integran el movimiento y en sus localidades, pueblos o ciudades, son militantes o simpatizantes del PRI.

No se puede pensar, a estas alturas, que algún movimiento sea “puro” y que los ciudadanos que coinciden en alguna demanda o postura, coincidan en todo.

Por supuesto, es diferente decir que participaron ciudadanos con diversas tendencias políticas a que determinado partido político patrocinó desde canales laterales u organizaciones que controla, determinado movimiento.

Aun así, los movimientos en contra de las posturas y acciones de los maestros no se pueden quedar en simples marchas o aparecer cada que la S-22 se va a paro. Pensar en que lograrán incidir en el conflicto es risible, pues el problema es de fondo y no es coyuntural, sino una práctica instaurada en el sistema político oaxaqueño.

Es cierto que se debe protestar para encontrar coincidencias entre ciudadanos. La protesta permite encontrar el espacio público donde vale la opinión, pero solo la aparición de organizaciones de la sociedad que incidan en problemas específicos podrán afectar las prácticas históricas del régimen autoritario. Es precisamente en este renglón, donde los movimientos opositores a la Sección 22 del SNTE no han hecho nada. No hay una agenda de la sociedad civil ante el tema, solo gritos de lamentación en cada marcha “antiparo”.

Una sociedad civil movilizada es síntoma de que algo está fallando en el sistema político, pero solo una sociedad civil organizada es síntoma de la capacidad de la ciudadanía para afectar al sistema político en el cual habita.

Mientras en México y Oaxaca no exista una sociedad civil fuerte, con organizaciones de la sociedad civil con propuestas para el poder legislativo y mecanismos que empujen las agendas donde las organizaciones coincidan, el poder político estará en manos de la clase política y el acceso al poder exclusivamente en los partidos políticos.