Oaxaca, México.- Ha sido en la década de los setenta, cuando comenzaban a surgir las primeras luchas contra los regímenes totalitarios y autoritarios, que la idea del espacio público comenzaba a resurgir, ésta como una consecuencia de la invocación y reconstrucción de la sociedad civil. Desde esas luchas y a lo largo de la teoría política, el espacio público acompaña a los sistemas democráticos occidentales como el lugar donde se debaten los asuntos que interesan a todos y en el cual, el ciudadano puede poner cierto tema a discusión.
A pesar del regreso setentero de la lucha por la democracia y la recuperación del concepto de espacio público, siguen existiendo ciertos sectores que se niegan a aceptar que éste en verdad existe. Además, el mismo “posmodernismo” no cree que haya existido una recuperación o reapropiación de lo político por parte de los ciudadanos occidentales. Aunque esta afirmación posmoderna sólo la tomo como ejemplo de este rechazo, porque la aparición de distintos actores sociales, como la lucha que han encabezado, demuestran que “pensar lo público hoy” tiene una validez comprobada y soportada por las distintas demandas ciudadanas que han recorrido el mundo occidental y, por qué no, el mundo islámico, donde el espacio público sigue cooptado por ciertos seres totalitarios.
Los años han pasado y el espacio público del siglo XXI, muestra nuevos actores sociales que a finales del siglo XX eran cuestiones no imaginadas; a su vez, en esa remota época setentera, con la cual seguimos en deuda, se soñaba con nuevas formas de comunicación que permitieran una mayor organización que escapara a las redes del Estado. Desde ese momento, los actores sociales buscaban que sus redes sociales quedarán interconectadas en una gran red pero, sin la cruel desventaja de que esta interconexión les quitará autonomía de actuación, ni sirviera para desarticular sus posibles nodos. En otras palabras, se buscaba que los movimientos sociales y la circulación de las ideas se hicieran de manera más rápida y con la respuesta crítica incluida. La Internet será ese mecanismo que ha provocado que el espacio público y las redes sociales se expandan de manera agigantada por occidente, de manera especial, y ciertos sectores de oriente. Nuestra ‘aldea global’, no ha sido tan negativa como propugnan ciertos apocalípticos, que en su sueño nacionalista culpan a la globalización de todos los males, sin reconocerle los aciertos. Ahora, ¿Qué es el espacio público en la era de la Internet? ¿Qué es lo público en el siglo XXI? ¿Qué tanto se ha creado un espacio público-político que beneficie a la democracia? ¿Qué riesgos corre hoy la esfera pública? Y, para dedicar unas líneas a nuestra realidad ¿hay un espacio público-político democrático en Oaxaca?
Sobre la base del espacio público
A principios del 2008, en el primer bimestre, Nora Rabotnikof publicó un artículo en la revista Metapolítica, titulado “Pensar lo público hoy”, en el cual esbozaba las características y supuestos teóricos que se han desarrollado a lo largo del pensamiento político sobre el espacio público. Ante esto, considero pertinente señalar una serie de enunciados fuerza que nos permitan caracterizar y limitar al espacio público, con el fin de que éste no sea todo y nada a la vez, algo que en los últimos años ha sucedido a una serie de conceptos que han sido utilizados para fines particulares, sean gobernantes o movimientos en busca del poder. Primero, el espacio público resurge por el estado anímico de los sectores que buscan introducir la democracia en los regímenes totalitarios y autoritarios. Segundo, el espacio público encuentra su primer enemigo contemporáneo en el modelo neoliberal que intenta apropiárselo por medio de los mecanismos monetarios. Tercero, desde la recuperación de la idea de un espacio público autónomo de los sistemas (económico y político), hay una actitud que considera que la aparición y permanencia de este en la democracia garantiza nuevas formas de articulación entre lo público y lo privado en las distintas esferas de vida social.
Ahora, se debe entender que el espacio público siempre ha existido y que dependiendo de las circunstancias históricas, épocas y lugares, tiende a variar sus límites. Es esta característica la que ha permitido que se note una ampliación constante del espacio público desde 1970 hasta nuestros días, entrar en detalles si este ha bajado su ritmo de crecimiento será algo que no nos interese para este tema pero, considero que la ampliación de la democracia en América latina y las constantes modificaciones a las constituciones, como la inclusión de nuevos actores sociales, como los indígenas y las minorías sexuales, demuestran que hay un espacio público que alberga una serie de actores sociales, agrupados en la sociedad civil.
Ahora hay tres sentidos o tradiciones asociadas no sólo al espacio público sino a la dicotomía público-privado. En primer lugar, existe un criterio que señala lo colectivo y lo individual; en este sentido, lo público es el interés común a todos, o sea, lo público y lo privado, atiende sólo a la utilidad, el interés o ámbito individual o particular. El segundo criterio, remite a una petición que ha sido constante por parte de la sociedad civil actual, la visibilidad y transparencia; desde este criterio, todo lo que es público tiene que estar a la vista de todos, por lo tanto, todo lo público tiene que ver con la publicidad, ilustrar todo aquello que le compete a todos y lo que el individuo transparenta, lo que realiza en lo público. El tercer criterio, versa sobre la apertura/clausura que se forma con la dicotomía público/privado, respectivamente. En este criterio, lo público designa todo lo que es accesible y abierto a todos. Ante este breve esbozo de criterios, se puede decir que lo público es todo aquello que compete a la colectividad, siendo visible para todos y que es accesible a todos.
Internet como un espacio público virtual
Con el avance de la tecnología y su repercusión en los medios de comunicación, ha surgido un nuevo enfoque que interpreta al espacio público no sólo como una delimitación territorial o físico-territorial, sino que considera que éste ya existe en lo virtual, de manera más específica en la Internet y todos los gadgets que tienen acceso a ella. Por ejemplo, no es necesario que estemos en el país donde ocurren actos violatorios para poder mostrar nuestra condena. Esto lleva a que por medio de un correo electrónico, un mensaje al celular, por un blog y red social, nos enteremos y condenemos lo que, desde nuestro criterio, es perjudicial para la sociedad.
Un caso que ha escapado a las supuestas condenas, que son en su mayoría las que logran generar determinados movimientos en el espacio público real pero que se articulan desde el espacio público virtual, es la e-campaña del siglo XXI, al menos en herramientas para no tener que discutir su discurso, que realizó Barack Obama, actual presidente de Estados Unidos. Esta campaña, tuvo su propio ritmo en internet, llegando en determinado momento a lograr copar, ser más importante, que la campaña físico – territorial.
Obama descubrió que las redes sociales se habían vuelto mecanismos fundamentales para conectarse con un sector que ha sido apático a la política partidista y asistir a las urnas. Además, nunca calificó a estos de apolíticos, sí de apartidistas, dejando ver con esta declaración, que los jóvenes activistas, sociales y políticos, tenían una agenda propia, recapitulada en la agenda de la sociedad civil, que los conlleva a tener medios de comunicación construidos desde ellos y manejados desde ellos; las redes sociales son precisamente esto, un lugar virtual que poco a poco se comienza a politizar, como bien lo muestran las elecciones realizadas en Facebook.com, y que al mismo tiempo, está tapizado de cuestiones personales. Es precisamente esta combinación que nos muestra que todo lo privado puede ser público, lo que llevó a Obama a plantear un diario de campaña, como también, una guía de ruta que permitiera al “bloguero” tener una campaña electoral más allá de los discursos y los resúmenes noticiosos. En otras palabras, Obama construyó un espacio virtual “más personal” que lo llevó a hacer público todo lo que había dentro de sus campaña y no sólo lo marcado y construido para el afuera: los discursos y mítines. Una cuestión semiprivada o privada hecha pública sirvió como motivación para ir a lo público territorial, el contacto cara a cara, diálogo a diálogo en la plaza pública. Este breve esbozo lleva a verificar que tipo de copia están haciendo los políticos mexicanos del fenómeno Obama y a concluir que sin un espacio público en constante crecimiento, limitado por lo privado, la democracia tiende a fracasar.
A manera de conclusión, brevísima
De antemano, el espacio de lo público es hoy, el conjunto de los lugares físico territoriales que es ocupado por la sociedad civil y el territorio virtual que puede ser accesado por todos los cibernautas que deseen accesarlo. Por ejemplo, todas las páginas de internet, como hi5, que no necesitan de un cierto permiso para poder estar en ellas o conocer su información.
Segundo, lo público en el siglo XXI es todo aquello que compete a la sociedad y que se discute por medio de los distintos ciudadanos que están interesados en participar. Para ello, se recurre ya no al concepto de pueblo como un todo homogéneo, sino que se mantiene al pueblo, pero se sobre entiende, que la democracia ha traído consigo una serie de formas de vida que debaten entre ellas por el rumbo social en la sociedad civil, el lugar donde se localizan los actores sociales y políticos de la democracia que no tienen interés en llegar al poder pero sí influir en él. Desde este momento, queda descalificada, bajo estos argumentos, la APPO, como ejemplo para Oaxaca, y los partidos políticos.
Desde el momento en que diferentes ciudadanos y grupos de éstos comienzan a generar propuestas que incidan en su vida cotidiana o que muestren cierto rechazo a prácticas que alteran su vida privada en las redes virtuales de Internet, éstas han comenzado a vivir un proceso de democratización, entendiéndolo como el lugar donde se pueden discutir y crear acciones para mejorar la vida de cierta comunidad. Por lo tanto, las redes sociales son espacios públicos con posibilidades de vivir un proceso de politización que favorece al proceso de democratización desde fuera del Estado.
Los riesgos que hoy corre la esfera pública, son que el espacio de Internet sea privatizado o legalizado de manera exacerbada, cancelando la posibilidad de tener diálogos sin la intervención de los agentes del Estado o de los grupos económicos.
Por último, considero que en Oaxaca existe un espacio público político encogido, minimizado, reducido, por la forma de gobierno autoritario que han desempeñado los gobiernos oaxaqueños y la potencialización del autoritarismo por parte de la actual administración. Además, el mismo espacio público político ha vivido un secuestro simbólico por parte de los movimientos gremiales y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que ha cancelado la crítica hacia ellos y que sólo ha beneficiado al régimen para impedir la posibilidad de construir un modelo democrático. Desde mi postura, la APPO y el SNTE-22 operan para aquellos que los reprimieron durante el 2006, no porque estén cooptados, que esa sería una discusión aparte, sino porque reproducen las prácticas autoritarias del actual gobernante.
Nota: Publicado en mayo del 2009 en el suplemento Ágora del diario Despertar.
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