Imagen de pantalla de apagón analógico en España // Por. J4lambert (Own work) [CC-BY-SA-3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)], via Wikimedia Commons
Imagen de pantalla de apagón analógico en España // Por. J4lambert (Own work) [CC-BY-SA-3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)], via Wikimedia Commons

El primer “apagón analógico” en México falló por la mala administración del conflicto y no haber tomado en cuenta el contexto político – electoral en la planeación.

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Buscar triunfadores en el fallido “apagón analógico” en Tijuana, puede ser lo más sencillo del conflicto. Buscar los errores y desglosar las posturas que se manifestaron durante el conflicto, es más ilustrativo para entender cómo fue que un problema netamente administrativo creció hasta el grado de transformarse en un conflicto político – electoral que podía afectar la libertad de información de los ciudadanos.

Planeación prospectivista

A pesar del tiempo que la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) destinó para anunciar el inicio del apagón “analógico” en la televisión mexicana, así como la publicidad que se ha dado en los medios comunicación, más las discusiones que ha generado entre políticos, especialistas, académicos y actores de la sociedad civil, ha fallado la planeación porque no consideró el contexto en que se iba a dar mencionado “apagón”.

En otras palabras, la Cofetel, los interesados en promover la estrategia de Televisión Digital Terrestre (TDT) no tomaron en cuenta que existiría un proceso electoral en el momento en que se realizara el cambio de señales. En este sentido, faltó visión a futuro para generar la planeación prospectiva que permitiera tomar en cuenta un escenario donde la entrega de “codificadores” para personas de escasos recursos provocara protestas que permitieran que el problema escalara.

En efecto, la primera falla que provocó el restablecimiento de las “señalas analógicas” provino de la planeación, o sea, de la misma Cofetel que no fue precavida con el contexto electoral, mostrando un desconocimiento sobre el ambiente político que se vive en periodo de elecciones, donde los candidatos y sus partidos buscan el mínimo error de quien sea para tratar de capitalizarlo a su favor.

IFE y AMEDI

El conflicto del “apagón analógico” escaló en el debate nacional cuando el Instituto Federal Electoral (IFE) pidió a la Cofetel que interrumpiera el evento en “en aras de garantizar que todos los ciudadanos de dicha demarcación política estén en posibilidad de recibir los mensajes de las autoridades electorales y los partidos políticos”. El IFE, criticado en los últimos años -posiblemente desde la elección de Luis Carlos Ugalde como consejero- por sus decisiones controvertidas y que muchas veces dejan qué desear, hizo lo correcto al pedir que se garantizara el derecho de información a los electores. Si los ciudadanos ven o no los spots de los partidos políticos es una cuestión aparte, pues esa es una decisión de quien pretende participar el día de las elecciones, pero no se debe limitar esta libertad.

En ese sentido, la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI) tiene razón al señalar que el IFE “expresa una genuina preocupación” por la situación de los electores. También señala en su comunicado “Ni partidos ni televisoras deben detener el apagón analógico en Tijuana” que dicha postura es “aprovechada por las televisoras en una clara estrategia para magnificar las deficiencias del proceso, que tienen una larga data en la que ellas mismas han abonado de forma interesada”. ¿cómo han abonado en este conflicto? ¿informando que el proceso de Tijuana tiene deficiencias?

En efecto, los interesados en el tema del “apagón analógico” tienen “intereses” qué defender. En el caso de la AMEDI su interés es buscar mayor diversidad de actores en los medios de comunicación, en este caso ha jugado un rol y ha sido parte de un bando. Concuerdo con la postura de la AMEDI, es algo necesario y básico en las democracias actuales, pero también la crítica lo ha sido, interesada o desinteresada, sea a favor del interés público o privado. Los medios de comunicación han jugado su rol, han transmitido la noticia y esta se ha amplificado no porque las televisoras lo motivaran sino por “las protestas de algunos ciudadanos y las declaraciones del presidente municipal que hasta ahora, se dice enterado del apagón analógico”.

Se ha magnificado porque los ciudadanos han aprovechado el interés de los medios de comunicación a su favor para hacerse notar y tratar de dibujar un proceso de TDT que ha fracaso. Por su parte, el presidente municipal de Tijuana, también aprovechó para ganar la simpatías de los inconformes y sentirse víctima de la Cofetel.

También es cierto lo que sostiene la AMEDI sobre los apagones analógicos, al decir que“en ninguna parte del mundo el apagón analógico se ha logrado en un 100 por ciento, eso no justifica las deficiencias del Estado para que toda la población sea beneficiada, para lo cual se deben de realizar las acciones necesarias para solventarlas”, pero olvida que cada región del mundo vive un contexto y el de México en cada proceso electoral es de polarización y perteneciente a una cultura parroquial que pernea en el ambiente social.

El IFE no ha salido bien librado de lo sucedido en Tijuana. La AMEDI en su comunicado sostiene una comparación que en nada favorece al instituto electoral y tampoco abona al caso de Tijuana.

Lamentamos que la máxima autoridad electoral no haya actuado como garante del derecho a la información de la población en el caso de los bloqueos, como si lo hace manifestando su preocupación por el apagón analógico, pues ante la imposibilidad de contar con información específica de sus candidatos, tomando en cuenta la penetración que la televisión sigue manteniendo en las 14 entidades federativas en donde habrá elecciones, se elimina la posibilidad de que los ciudadanos, con información pertinente y necesaria, sean quienes en un marco de libertad, objetividad, imparcialidad y certeza, acudan a las urnas a ejercer su derecho al voto para elegir a sus representantes locales por los siguientes tres años.

Ante esto, la crítica cae en la postura de “haga lo que haga” será criticado y falló. La argumentación de la AMEDI es sencilla de manejar cuando se han tenido tiempos volátiles a nivel nacional y donde el IFE ha perdido credibilidad a lo largo de los años, pero si la AMEDI llama a ser consecuente al IFE por su toma de decisiones, tendría que reconocer que no abonó a las decisiones que contravienen al interés del electorado, pues así sea mínimo el número de votantes, no imposibilitó la toma de decisiones de estos, como en ocasiones anteriores. La AMEDI solo jugó a mantener una postura unilateral que no abona a la solución del conflicto y sí crea divisiones entre quienes pueden contribuir al avance del “apagón analógico” como posibilidad para democratizar a los medios.

Si la AMEDI se queja de las televisoras por “magnificar” el conflicto, también ella magnificó el evento al señalar en su encabezado del comunicado que no “deben detener el apagón en Tijuana”, cuando nadie hablaba de eso, sino de posponerlo por el interés público y no propiciar escenarios desfavorables en el proceso electoral.

Los números

Es cierto que la Cofetel señala que hasta el momento el grado de penetración de la TDT en Tijuana es del “93 por ciento” y se instalaron convertidores en “192 mil 062 [casas] de escasos recursos… incrementando la penetración de la TDT en 89.68 por ciento”. El modelo muestra eficacia, opacada por no tomar en cuenta el contexto.

El viernes 31 de mayo, 3 mil 399 personas habían logrado registrarse para obtener su decodificador. Si tomamos el número de convertidores instalados como un 89.68% del total a instalarse, entonces hacen falta instalar 22 mil 101 aparatos.

Los números muestran que no fue un problema netamente operativo, sí de la falta de análisis del contexto y de la magnificación de los actores por medio de sus posturas y discursos, ellos fueron quienes metieron ruido a este evento emergente que atrajo la atención nacional.

Ante esta situación, es probable que los próximos apagones vivan escenarios similares, sino se hace una planeación prospectiva por parte de Cofetel y transparente en el avance y entrega de codificadores.

La lección de Tijuana es que aquellos que se oponen al apagón no forzosamente tienen que actuar para revertir el proceso, solo esperar que el proceso falle. Además, que aquellos con posturas a favor del apagón deberían reforzar sus argumentos con pruebas fehacientes y no solo señalando a los oponentes con un discurso de “complot” y sin pruebas contundentes.

Discriminación entre ciudadanos

Por otra parte, aunque se desprecie y critique que el mexicano salga a protestar por no tener sus programas de “tele-basura” por unos días, no es motivo suficiente para justificar los errores administrativos y de planeación. Sostener una defensa en favor del “apagón analógico” por el tipo de programas que actualmente transmite la televisión mexicana y la cultura de la gente, es solo sostener un argumento basado en la discriminación y el desprecio. Además, el “apagón analógico” y la posibilidad de que nuevos actores entren a la competencia de contenidos en televisión, no garantiza que existan contenidos que favorezcan la cultura, sí la competencia.