Este jueves 19 de abril de 2012, mientras la encuesta diaria de GEA-ISA/Milenio señala que Andrés Manuel López Obrador ha logrado rebasar a Josefina Vázquez Mota en el segundo lugar de la contienda por la Presidencia de México, la Cámara de Diputados federal ha decidido mandar al deshusadero la oportunidad de incrementar la participación de los ciudadanos en política.

La #ReformaPolíticaYA ha sido asesinada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y los inoperantes diputados de Acción Nacional y de la Revolución Democrática. Por años tuvieron tiempo y posibilidades reales de pasar la Reforma de Estado que logre poner en clave democrática, mínima si se quiere, al régimen político y transformar las relaciones en el sistema político, PAN y PRD no lo hicieron por sus coyunturas, hoy el PRI en su propia coyuntura amenaza el terreno democrático con su regreso a la Presidencia de México. La covarianza se mantiene como positiva para la clase política, negativa para la ciudadanía y demoledora para la construcción de democracia, aun así la lucha democrática no termina, solo una derrota más al drama diario.

Las reformas aprobadas en la Cámara de Diputados no pueden ser consideradas como reforma política, pues solo alteran la relación entre el poder legislativo y ejecutivo, pero no permiten la participación, incidencia del ciudadano en política.

En otras palabras, la reforma aprobada en la Cámara de Diputados favorece el equilibrio entre los poderes de la Unión, les da nuevas funciones, pero ellas quedan en manos de una clase política podrida en costumbres autoritarias que todo lo que tocan pervierten. El Instituto Federal Electoral (IFE) es una de las instituciones que la clase política ha pervertido al repartirse los cargos de consejeros como cuotas de partido político.

La ciudadanía sigue sin ser un contrapeso al poder político, no puede reelegir a los diputados y presidentes municipales que considera hagan bien su trabajo, no puede castigar a sus políticos quitándoles la posibilidad de volver a ocupar un cargo público, los tiene que ver brincar de puesto en puesto. La ciudadanía en México solo tiene derecho a ver, pero no a incidir libremente. La participación del ciudadano mexicano está destinada y definida al voto en la urna electoral cada que los políticos los necesitan.

La “reforma política” aprobada protege a los gobernantes corruptos, ineficientes y que no cumplen con las perspectivas esperadas por sus ciudadanos al no aprobar la revocación de mandato.

La Ciudad de México tendrá que seguir esperando su autonomía política porque no tendrá derecho a establecer su Constitución Política.

En fin, la reforma política aprobada solo garantiza mantener cerrada la clase política a los ciudadanos y en manos de los partidos políticos. Es cierto que se aprobaron las candidaturas independientes, pero ellas no permiten que la ciudadanía puede incidir mayormente en la clase política, solo incrementar la pluralidad de actores, más no terminar con el control que actualmente tienen los partidos. Es un punto positivo de la reforma, como algunos otros, pero insuficientes. Importante era tener mecanismos que permitieran consolidar a políticos de corte democrático y retirar de los puestos de poder a aquellos que solo viven del erario y para mantener las costumbres autoritarias.

Sin la reelección, la profesionalización del poder legislativo está muy lejos y sí se mantiene la posibilidad de saltar de la Cámara de Diputados a Senadores cuando quieran los políticos, por si fuera poco tomarse tres años de descanso como presidentes municipales. ¡Indignante!

La posibilidad de la democracia en México sigue estando en la sociedad civil, donde yace la creatividad para revertir estadios no deseados.