¿Oaxaca ha tenido pobres políticos que se han enriquecido con el dinero que el poder les ha permitido obtener? ¿Qué define qué es un pobre político o un político pobre?
En Japón cuando un funcionario público o un político es atrapado aprovechándose del poder para incluir negocios personales o hacer tráfico de influencias, se suicidan. Algunos argumentan que los valores de los japoneses llevan a los políticos a realizar el suicido. Agregaría que el fracaso en el proyecto de corromperse los lleva a la pena o el desencanto de no ser lo suficientemente aptos para crear una fortuna que no sea mal vista por sus vecinos de ciudad. A pesar del suicido, el político no paga a la sociedad por su acto, simplemente se va del mundo dejando los problemas a los ciudadanos. Al menos algo pasa, sea el miedo a la justicia, la pena, el fracaso, lo indigno, la cárcel, el suicidio es un acto que el político ejecuta como consecuencia de sus actos.
En México los políticos que se corrompen se vuelven ricos después de unos cuantos años en cargos de gobierno, sean burocráticos o por elección popular. Después de ser descubiertos en actos al margen de la ley y donde aprovechan el poder que ostentan, no hay sanción, cárcel, no hay suicidio, ni retiro definitivo de la política, solo un descanso para evitar el desgaste en los medios de comunicación. Después regresan en el papel de víctimas y vuelven a enriquecerse.
La familia Murat, los Ruiz Ortiz, los Carrásco Altamirano, los Cué Monteagudo y un largo etcétera son así. Aparecen, desaparecen y reaparecen en la política. No son culpables de nada porque no se ha “demostrado” judicialmente que lo sean. Lamentablemente, tampoco son culpables ante la opinión pública que, en su gran mayoría, se convierte en electores. Los oaxaqueños los vuelven a votar y ellos regresan al poder.
The New York Times publicó la lista de casas que la familia Murat tiene en Estados Unidos por medio de sus familiares y presta nombres. Alejandro Murat, director del Infonavit, que se dedica a entregar casas de interés social, ha renunciado a su cargo, la sociedad no ha salido a protestar para pedir se le investigue, simplemente el político está a la espera que esto se olvide.
Es la ciudadanía la que define qué es un pobre político, o sea, alguien que no sirve a la sociedad, pero se sirve. Y también la que define quién es un político rico, distinguiéndose de entre quienes hicieron su fortuna de forma legal y sirvieron a la sociedad.
En el caso de México y Oaxaca, ni políticos pobres, ni políticos ricos, simplemente los políticos que pueden hacer lo que quieran y cuando quieran. El problema es la ciudadanía, no los políticos.
Nota:Una versión de este post se publicó en la edición de marzo de 2015 de la revista Mujeres. En 2016, Alejandro Murat fue electo gobernador de Oaxaca. Después de 6 años de ausencia el PRI regresó a gobernar Oaxaca.
Deja una respuesta