El triunfo del PRI en Oaxaca en el proceso electoral federal para elegir diputados es una muestra más del problema que tienen tanto la derecha y la izquierda partidista para convencer al votante oaxaqueño, pero también del radicalismo autoritario de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación para intentar erradicar la democracia en Oaxaca.
No hay un resultado inesperado en las elecciones 2015 en Oaxaca. Sí hay resultados que confirman que dos opciones partidistas son quienes tienen posibilidades reales de ganar elecciones, PRI y PRD, y el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) se apunta como la tercera.
En una primera conclusión, si tomamos solo el resultado electoral, podemos observar que los oaxaqueños votan a la izquierda, pues si se suma la votación del PRD y MORENA alcanzan 321 mil 001 votos. El PRI es la primera fuerza con 242 mil 344 votos. Más allá de las disputas internas que provocaron la división de la izquierda en México y Oaxaca, se confirma que hay una fuerza de izquierdas organizada electoralmente.
Las elecciones 2015 también sirvieron para confirmar que el PAN no es opción en Oaxaca. Desde el 2000 no ha logrado generar una oferta partidista que sea atractiva al oaxaqueño. Después del 2006, por su distancia ideológica con la izquierda oaxaqueña y del PRI, no generó una agenda propia a mediano y largo plazo que lo llevara a ser la opción que terminara por romper el binomio PRI vs izquierdas.
Quedarnos con los resultados electorales no permite observa todo lo que significó este proceso electoral en Oaxaca. No solo se trató de ir a las urnas o anular el voto, sino que existieron posibilidades reales que las elecciones no se realizaran debido a las protestas de las Sección XXII del SNTE, la temida CNTE.
En este sentido, vale la pena decir que la democracia debe garantizar el legítimo, y legal, derecho a la protesta, pero nadie puede estar por encima de los derechos y las libertades que se tienen en la democracia, respetar las libertades y derechos de los ciudadanos.
Votar no es un derecho que tengan los políticos profesionales, ni es tampoco algo que sea de los partidos, es el mecanismo pacífico que permite a los ciudadanos hacer que su opinión sea contabilizada. O sea, en la urna se depositan nuestras opiniones sobre el estado de las cosa pública, que compartimos todas y todos, pero también el camino que buscamos para solucionarlas y la forma en que queremos convivir como sociedad, las reglas del juego. Este valor crece cuando se trata de elecciones para elegir al poder legislativo o parte de él, pues en este poder se harán las leyes que reglamentarán la convivencia en sociedad.
Cuando no se ejerce el derecho al voto, el abstencionismo, se está indicando que no se quiere el modelo democrático, sino otro, que no sea democrático. Cuando un grupo trata de impedir el voto, se está indicando que no se quiere la democracia, pero también que se está dispuesto a aplastar el derecho de los ciudadanos para reivindicar agendas particulares.
En la democracia, si se quiere que una demanda o propuesta avance se debe convencer a los votantes para que ellos incidan con sus presiones en las calles y rutas institucionales en los políticos, pero esto no pasa por impedir los derechos y libertades de los otros.
En el fondo lo que muestra el proceso electoral en Oaxaca es la existencia de fuerzas autoritarias que están buscando minar las libertades políticas, como el derecho al voto, como mecanismo para imponer agendas y lograr objetivos trazados, como lo ha hecho la Sección XXII del SNTE.
Por otra parte, también se logró observar que el gobierno federal y el PRI, como el partido en el poder, están dispuestos a jugar con la ley con tal de evitar confrontaciones que les puedan restar votos. O sea, la aplicación de la ley como moneda de cambio.
La debilidad de la democracia mexicana es que, todavía, las fuerzas autoritarias tienen la misma fuerza, o más, que las pro-democráticas.
Solo el 41.81% de la población que tenía derecho a votar en Oaxaca ejerció su derecho, el resto se ausentó y nadie sabe qué quieren, excepto que desprecian la democracia. El peor resultado de abstencionismo se dio en Huajuapan de León, 32.22%, pero por debajo del promedio estatal estuvieron 4 distritos electorales más, incluidos los distritos que conforman la capital de Oaxaca.
Un dato interesante es el voto nulo, sin comparar con otras elecciones el 5.97% superó a los votos obtenidos por los partidos Encuentro Social (4.46%), Humanista (1.30%), PANAL (3.61%), MC (2.97%), PVEM (4.41%). Si fuera fuerza política sería el cuarto lugar.
En conclusión, Oaxaca ha sido un escenario para ver los riesgos de formaciones de nuevos modelos autoritarios, la confirmación del chantaje como mecanismo de presión en la política mexicana y aun gobierno que juega con la ley para evitar perder votos en las urnas. Por supuesto, no se puede dejar de lado a la violencia como mecanismo para inhibir la participación ciudadana.
Los resultados no son alentadores para Oaxaca, han votado por el autoritarismo, el PRI, pero tampoco existieron ofertas reales para poner en clave democrática a México.
Por supuesto, no se debe olvidar el reciclaje de políticos por parte de los partidos, especialmente el PRI. Tampoco esa facilidad que tienen los partidos de izquierda para aceptar políticos provenientes del PRI.
Nota: Una versión de este post se publicó en la revista Mujeres en la edición de Julio 2015.
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