Caminar Preguntando

Después del incidente y fracaso de Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana la discusión sobre la opinión pública ha crecido en México.

El Partido Revolucionario Institucional hizo crecer el tema cuando despreció la opinión de los estudiantes y consideró que estaban manipulados. Desde esas declaraciones el PRI ha tratado de enmendar su error, o sea, demostrar que las posiciones que mantuvieron en la Ibero no son su nuevo “rostro”. No han podido hacer nada para evitar la crítica y las opiniones a favor de la libertad de expresión han crecido. Ganaron los universitarios, México ha cambiado.

Desde el primer debate a la Presidencia de México se comenzó a observar que las opiniones sobre el formato y el valor de intercambiar ideas era importante. Nadie quedó conforme con lo sucedido. Los grupos de interés tomaron una postura en contra de lo público, o sea, permitir que las ideas sobre lo común llegaran a la mayoría de la sociedad. Después, el descuido de los organizadores llevó a que una modelo terminara acaparando la opinión. La Iberoamericana y la actitud autoritaria del PRI terminaron por confirma que la opinión tiene un lugar privilegiado en la democracia.

Una consecuencia a favor de la democracia: el intercambio de opiniones puede suceder en el segundo debate si los partidos políticos no la rechazan. Esta vez los ciudadanos interesados en la democratización de México han logrado que el Instituto Federal Electoral (IFE) proponga un formato que permita debatir y salga del acartonado modelo que heredamos de la década de los noventa.

La propuesta del IFE tiene la posibilidad de réplica y contra réplica en el momento que una candidato sea aludido, incrementa el tiempo para cada uno de ellos y en lo general se agregaron 30 minutos. El modelo se parece más al que vimos entre Nicolás Sarkozy y François Hollande hace unas semanas en las elecciones francesas o a los que constantemente observamos en la democracia de Estados Unidos.

Depende de los políticos hacer que el formato propuesto por el IFE funcione, ellos sabrán si ocupar todo el tiempo para las descalificaciones o dar a conocer sus ideas, propuestas y diferencias de manera fundamentada. Ganar un debate es simplemente dejar sin argumentos y pruebas al otro, no se trata de ver quién grita o insulta más.

Por supuesto, el sueño, la esperanza de ver un nuevo formato, ágil y de intercambio de opiniones, no depende del IFE, la pelota está en la cancha de los partidos políticos y depende de ellos. Si el nuevo formato no se utiliza será porque ellos se negaron y los consejeros electorales no lograron convencer a los participantes.

Esta es sin duda la consecuencia que se debe apreciar después del primer debate y el incremento que tiene la opinión después que el PRI mostrara su pensamiento ante la democracia: la descalificación.

Hasta este momento, los ciudadanos se pueden apuntar una victoria porque han logrado incidir en la opinión publicada y las instituciones que deben garantizar el balance en la democracia, como es el IFE.

Han perdido en este tema, aquellos que se han opuesto a la opinión, a la libertad de expresión. Han perdido quienes se mantienen en una lógica autoritaria y que no contribuyen al avance de la democracia. Han perdido los gradualistas, porque los ciudadanos, que todavía son pocos, demostraron que la democracia se construye desde la ciudadanía y el espacio público político. Sonreír no haría daño, la democracia mexicana se defiende desde la sociedad civil.