Hay noticias que rompen el ritmo de la campaña para Presidente de México. Siempre hablo de las presidenciales porque a nivel local el ritmo es distinto y ahí las elecciones se mueven en las estructuras partidistas, pocos son los candidatos a diputados y senadores que logran volcar el voto a favor de un candidato. Aun así, la política se percibe desde lo local y es ahí donde se sienten sus efectos. Precisamente el voto diferenciado es una muestra de lo local. No siempre que se vota por Presidente de México, se vota por el diputado y senador que corresponde.
Lo local nos muestra la realidad política que vivimos, los problemas sociales que esperamos el gobierno resuelva, es el inicio de la identidad y la frustración. Lo local es nuestra referencia con lo nacional. Si la nación está en medio de una guerra, buscamos los espacios frágiles que puedan señalarnos si estamos como lo nacional o mejor que ellos.
En Oaxaca la referencia con la frontera norte es el Istmo de Tehuantepec, a diario se observan a los miles de migrantes que están de paso en su camino a los Estados Unidos. Tuxtepec es como Nuevo León o Veracruz, ahí el narcotráfico domina y controla sectores de la política, los muertos son cotidianos. La ciudad de Oaxaca es nuestra Ciudad de México. Nuestro norte es Puebla, nuestro sur es Chiapas, con la cual tenemos problemas. Nuestro Javier Sicilia es el sacerdote católico Alejandro Solalinde, su lucha es por los migrantes y las decenas de muertos que ha tenido que recoger de las vías de la bestia.
El Istmo de Tehuantepec es el corredor en donde se violan los derechos humanos de los migrantes centroamericanos, es nuestro norte, nuestro desierto y río Bravo donde el oaxaqueño, como el estadounidense, denigra y termina con el trato humano a los extraños, a los invasores, al extranjero que no viene a consumir, sino a buscar sobrevivir.
Solalinde es igual de incómodo que Sicilia. Ningún político se ha ocupado por ayudar su noble causa o cabildear una ley a favor de su causa a nivel local o federal. Ha tenido reuniones con los políticos de alto nivel como Sicilia con el presidente Calderón, pero al igual que el poeta el sacerdote no ha tenido respuesta.
La solidaridad con la lucha de los derechos humanos de los migrantes que tiene Solalinde proviene de las organizaciones de la sociedad civil local, nacional e internacional. El problema es que la lucha del sacerdote católico tiene como base la defensa de la vida y la libertad en los últimos años.
La guerra contra el narcotráfico ha traído consigo una serie de consecuencias en materia de seguridad. El narcotráfico fortaleció la diversificación de los negocios que controla. La extorsión y el secuestro se convirtió en un delito común y con alto grado de violencia en México. Solalinde y diversas organizaciones pro derechos humanos documentaron que la extorsión y el secuestro por parte de la delincuencia organizada alcanzan a los migrantes centroamericanos, pero como ellos son los extraños el tema nunca había sido fundamental en la agenda del gobierno de México. Actualmente es importante por el grado de violencia y sadismo con el que se cometen los delitos y porque el sacerdote católico decidió hacer públicos los secuestros que suceden, señalar la corrupción de los diversos niveles de gobiernos y la desatención por parte de las autoridades.
El tema de la vida en Oaxaca no importa mucho, lo ha demostrado el Gobierno del Estado cuando ocupa todo el aparato para buscar al maestro de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), pero no ha tenido la misma actitud con otros ciudadanos desaparecidos. La clasificación del gobierno de Gabino Cué está basada en la estabilidad política de los desaparecidos. Ante este escenario ¿Qué puede importar la desaparición de migrantes en el Istmo de Tehuantepec?
Solalinde tiene que abandonar el país por recomendaciones, su vida está en riesgo y para mantenerse vivo tendrá que estar en la sociedad internacional. ¿Importa al Gobierno de Oaxaca que el sacerdote católico se vaya? En un principio tratará de cuidar su imagen, después sabrá que ha obtenido un espacio para respirar en el tema de los migrantes, pues ¿quién tiene el peso mediático que tiene Solalinde para convocar a la prensa y denunciar los hechos? En la lógica de la clase política han ganado ellos y el narcotráfico, aunque se encuentren, teóricamente, en las antípodas del asunto.
El PRI heredó al gobierno de la alternancia un Estado corrompido y donde los derechos humanos no son una práctica común, pero el actual gobierno ha demostrado que el tema tampoco les interesa mucho, que es un estorbo en la agenda.
Las campañas políticas seguirán, pero también la violencia continúa y las derrotas para la sociedad mexicana siguen apareciendo. No es una buena noticia que Solalinde abandone el país, es una muestra que el gobierno no tiene la fuerza suficiente para garantizar el respeto a su vida y su libertad para luchar por lo que cree. Han ganado aquellos que en en el autoritarismo y la violencia la forma de vida que debe tener el oaxaqueño, también aquellos gobiernos que con su silencio y desatención no hicieron lo suficiente por ser distinguirse del PRI, solo copiar su actitud en este tema.