La democracia en México avanza, todavía es frágil pero avanza. La realidad de las candidaturas independientes lo demuestra.
Una constante para interpretar la política mexicana es el fatalismo. El drama que indica algo peor en el futuro, siempre. Elección tras elección partidos políticos, mercadólogos y líderes de opinión se esfuerzan por mostrarnos que ahora sí estamos ante el Apocalipsis.
Si hay un punto positivo que debemos considerar como un avance que puede ser productivo para el futuro político del país son las candidaturas independientes. Se opuso un sector de la clase política, intelectuales y ‘estudiosos’ desde la derecha hasta la izquierda o de universidades públicas o privadas, pero al final la presión de la sociedad civil organizada -y desorganizada-, logró que el derecho a ser candidato sin partido fuera una realidad. Sea por interés particular, por sentir que no les afectaba o un mal cálculo político, pero los congresistas aprobaron las candidaturas independientes y son el punto positivo en las elecciones 2018.
En efecto, las candidaturas independientes aportan a los mínimos de la democracia. No por los candidatos, sino por la posibilidad de tener candidatos independientes.
En otras palabras, los mecanismos democráticos deben estar garantizados para cuando la sociedad los quiera usar o cuando un particular, devenido en ciudadano, quiera entrar a la arena pública, o sea, participar en las cuestiones públicas o incidir en el poder.
Hay cosas positivas en esta elección que ningún partido político puede quitar gracias a las candidaturas ciudadanas.
- La firma. El ciudadano no solamente tiene el voto como método para elegir, sino también su firma para apoyar a un ciudadano rechazado por los partidos o a un político de un partido político que no ha logrado ser el candidato de su partido. El caso más emblemático de un ciudadano que se volvió candidato independiente es Pedro Kumamoto. El caso más emblemático de un político partidista que logró llegar a un puesto de elección popular es el Bronco, ahora candidato a la presidencia de México. Una política que tuvo la estructura partidista en contra para poder competir en una elección interna para intentar ser candidata es Margarita Zavala, y aparecerá en la boleta para dolor de cabeza del frente partidista que no hizo elección interna (PAN-PRD-MC).
- Sus sueños pueden caber en las urnas. El EZLN y las comunidades indígenas afiliadas al Consejo Nacional Indígena (CNI) han optado por la vía electoral, saliendo del ostracismo político y demostrando que no hay dos izquierdas organizadas en el país, sino tres !al menos!. No estarán en las urnas, pero para el futuro podrán participar en elecciones locales, estatales y federales y comenzar a incidir por medio de las instituciones políticas a las que no han mandando “al diablo”.
- Mas opciones. En efecto, las candidaturas independientes amplían la pluralidad en la arena electoral al participar ciudadanos que no participaban en la política por no querer ser parte de un partido. No hay duda, oxigena la política.
- Fin del monopolio de representación. Los partidos políticos saben que no son la única vía para acceder a cargos de representación, perdieron un monopolio y con ello parte del control que tenían en los puestos de representación. Esto será más claro si la sociedad apuesta a la democracia.
Es precisamente este avance en las candidaturas independientes un camino, o una brecha, para que en el futuro una nueva generación de mexicanos pueda llegar al poder. Por supuesto, no se está exento de riesgos, como que narcotraficantes o políticos como el Bronco, Zavala o Rios Piter, aprovechen este espacio para lograr una candidatura que sus ex-partidos no les quisieron dar. Aun así el poder en la democracia está en el voto del ciudadano, no solamente en la clase política que se elige.
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