Noviembre, dulce noviembre...

OAXACA, México.- En medio de los escándalos de despilfarro, desvío de recursos, municipios al borde de la quiebra e instituciones de gobierno intentando justificar despidos, comienza el mes de la alternancia en Oaxaca, ya que toma posesión la legislatura LXI, primera composición camaral totalmente plural y sin que ninguna bancada tenga dominio absoluto del poder legislativo.

En efecto, como lo señalaba en mi artículo de mayo (“Una victoria en la derrota”), el poder legislativo se convertiría en el espacio plural que debía ser desde hace tiempo, ya que la contienda entre dos coaliciones políticas para el proceso electoral donde se eligió gobernador, tendría como consecuencia que los partidos políticos tuvieran que dividir de manera importante las candidaturas a diputados, permitiendo que todos tuvieran una representación equilibrada en la coalición.

Los resultados electorales, muestran que la coalición que encabezó Gabino Cué Monteagudo tiene la mayoría en el Congreso de Oaxaca, pero que al ser los nuevos diputados de varios partidos políticos, será necesario comenzar con trabajos legislativos que no provoquen la división en el grupo. En este sentido, la unidad artificial que sirvió en el proceso electoral que acaba de terminar es inexistente para legislar, pues aquí pesará más la disciplina partidista o el interés personal de los diputados para trabajar en la Cámara de Diputados.

En el caso de la disciplina partidista, la oportunidad de que los diversos partidos que formaron la coalición opositora permanezcan juntos, partiría de un acuerdo entre todos los presidentes de estos institutos políticos para buscar una agenda en común que al menos dé certeza a la naciente democracia, o sea, que le permita tener bases para instaurarse.

Si llega a premiar el interés personal, es casi imposible ver a una oposición legislando, pues el grupo que permitiría obtener la mayoría a un partido político que conformó la coalición opositora sería el Partido Revolucionario Institucional. En este sentido, la instauración sería imposible y el partido autoritario la balanza de lo que sucede en materia legislativa en Oaxaca. Este posible escenario sólo conduciría a la parálisis legislativa que hemos vivido en México desde la alternancia del año 2000, cuando Vicente Fox llegó a la Presidencia de México.

¿Habrán aprendido algo los políticos oaxaqueños de la experiencia federal en materia legislativa que hemos vivido durante 10 años para no cometer los mismos errores o preferirán la división como estrategia para el estancamiento?