Paseo de la Reforma // Foto: Wikimedia

El debate entre los candidatos a gobernar la Ciudad de México para el próximo sexenio es una muestra del avance desigual de la democracia en el país. También muestra que los partidos políticos forman en lo local candidatos que pueden tener prácticas autoritarias, pero también han generado propuestas democráticas que terminan por opacar los errores que cometen o sus intereses personales.

Nunca debemos parar nuestras aspiraciones, pero también debemos reconocer que en México, poco a poco de manera lenta, existen políticos que tienen mayores intereses públicos que privados. En otras palabras, un político es un hombre que tiene aspiraciones personales, pero las aspiraciones públicas, servir a la sociedad, deben ser mayores. Desde mi perspectiva, el debate de la Ciudad de México permite observar una nueva clase de políticos que tienen su origen o nacimiento después de la alternancia y en la crisis o desencanto de la misma.

En el debate de la Ciudad de México se observó a tres candidatos buscando soluciones sin preocupaciones por su pasado. Solo Beatriz Paredes Rangel, candidata del Partido Revolucionario Institucional (PRI), estaba fuera de esta percepción y la candidata del Partido Nueva Alianza, Claudia Guerra, aprovechó para recordárselo: “Sí ,ya gobernaste, pero ya no somos los mismos, tu eres una candidata golondrina que viene cada 6 años”.

A diferencia de la elección nacional donde el Partido Revolucionario Institucional es el puntero de la elección, el PRI en la Ciudad de México es pasado. Beatriz Paredes desentona con su demagogia, cortoplacismo y falta de propuestas que sigan inventando la democracia y fomentando los derechos postmateriales en la ciudad capital.

Guste o no, la Ciudad de México es el territorio más avanzado en materia democrática en el país; por supuesto, dicha declaración no excluye que entre los grupos que acceden al poder existan prácticas antidemocráticas. Sí señala que la competencia política se da entre las dos fuerzas que promovieron la transición política en México: la izquierda y derecha partidista.

En el caso del Partido Nueva Alianza, opera igual que a nivel nacional, Rosario Guerra es la versión capitalina de Quadri que busca atraer la atención para que el votante no recuerde que es respaldada por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación dirigido por Elba Esther Gordillo, líder vitalicia de facto.

Sí sorprende que Guerra no respalde a Beatriz Paredes, como en varias ocasiones ha hecho Quadri con Peña Nieto. Posiblemente Guerra tenga mayor campo de acción para operar, al observarse la diferencia que Miguel Ángel Mancera, candidato de la izquierda partidista, lleva a la candidata del PRI. Además, se debe agregar que entre más días pasa la campaña Paredes pierde puntos.

A diferencia del escenario nacional donde los electores piensan su voto por el “menos malo”, los ciudadanos interesados en la política de la Ciudad de México piensa su voto entre dos candidatos eficaces y que son conocidos por su trabajo en el espacio y servicio público, sea en la administración pública o desde la sociedad civil. Mancera y Wallace son candidatos que destacan por su trabajo, no por su pasado político lleno de escándalos. Ante ellos Paredes es una candidata vieja, reciclada, oportunista, no aspira a más. Guerra un títere de un gremio que está acostumbrado a secuestrar todo lo que toca.

Decidir el voto en la Ciudad de México no opera bajo la lógica del menos malo, sino bajo la discusión de “¿quién es mejor?”.

Es probable que mi escrito esté lleno de obviedades para festejar, pero al menos ya no son obviedades para preocuparse o desencantarse. Veamos qué mas contiene la elección de la Ciudad de México.

  • El triunfo de Mancera necesita de una oposición efectiva y democrática para evitar excesos del tercer gobierno de la izquierda en la capital. Wallace es el primer contrapeso, sobre todo por representar una oposición informada y seria. El PAN en ella tiene la posibilidad de ser la primera oposición responsable y democrática.
  • Un segundo lugar para el PAN no es una derrota, sino la posibilidad de conducir al PRI a su peor descalabro electoral en la ciudad de México.
  • Una derrota estrepitosa del PRI, con número de un dígito, sería la continuidad de su retiro como opción política en la Ciudad de México.
  • Rosario Guerra es el único activo importante del Partido Nueva Alianza para contribuir a mantener el registro ante el IFE.