Instituto San Felipe

Oaxaca, México.- Las protestas por la “supuesta”  violación de un menor en el Instituto San Felipe han desaparecido –de pronto- de las calles oaxaqueñas. Al parecer, las manifestantes se han ido de vacaciones y la supuesta lucha “incansable” ha bajado su intensidad.

Tanto Leticia Valdés Martell, quién acusa a integrantes del Instituto San Felipe de haber violado a su hijo, como Yolanda León de Constantino, directora de la escuela mencionada, han decidido, al parecer, dejar las calles de la ciudad de Oaxaca y los medios de comunicación para sumarse a las vacaciones que el fin de cursos escolar tiene en esta época del año.

Mucha tinta se ha gastado para estar cubriendo este evento que ha sacudido a la opinión pública y sociedad política de Oaxaca. Las distintas noticias que se han publicado desde el inicio del caso, poco a poco se han ido transformando hasta convertirse en una lucha de declaraciones entre las partes involucradas.

Al lado de la información periodística, ha existido una labor mínima de “análisis” de la noticia. La mayoría de los trabajos que intentan analizar tanto el evento, como a sus actores, no han pasado de lo “coyuntural”. Así, el análisis profundo que busque las causas y explicaciones de “cómo” un problema particular desembocó en un pleito de masas, que actúan como fanáticos o hinchas de un equipo de futbol, sigue sin ser puesto a discusión.

Enseguida desarrollo una serie de notas, lecturas, características y puntos sobre el conflicto que han venido desarrollando el equipo de Valdés Martell y el equipo de León Constantino. Desde este momento aclaro que este texto no versa sobre quién tiene la razón, quién es la buena y quién la víctima, pues considero que eso lo solucionará o archivará el poder judicial; por lo tanto, este no es un artículo de “chismes” o trascendidos, para que se lea más “fresa” el calificativo.

Problema privado. La supuesta “violación” a un menor de edad en el Instituto –privado- San Felipe, ha provocado que este conflicto entre dos personas, que concierne a lo privado de las involucradas y que debe ser solucionado por el poder judicial, haya sido trasladado a los medios de comunicación para intentar legitimar la postura de las partes en conflicto.

Después de estar en los medios de comunicación y tener una cobertura lo suficientemente amplia, se buscó, como una nueva etapa del conflicto, obteniéndolo con éxito, transformar el problema particular a un asunto que concerniera a la opinión pública, haciendo totalmente público lo sucedido. Al convertirse en público este asunto, los actores involucrados no sólo buscan aclarar y fortificar sus posturas sobre lo sucedido, sino que han entrado en la búsqueda (lucha) de simpatizante que legitimen una “supuesta” disputa por la verdad, contenida por una de las partes, como absoluta.

Ante esta transformación del conflicto, este ya no se localiza en las categorías de culpables/inocentes, víctimas/victimarios, sino que ahora se ha encasillado en una lucha de buenos y malos que manifiestan tener en su poder la verdad “absoluta”, negando el diálogo con la otra parte y polarizando la situación.

La politización del conflicto. Se observa que la etapa inicial del conflicto, que señalaba la solución en los tribunales de justicia del Estado, ha terminado. Actualmente, el problema se ha trasladado de la justicia de las instituciones, al jurado público del espectáculo. Me explico, al igual que en los diferentes eventos de corrupción que se han presentado en la política mexicana, por ejemplo el caso del dinero que recibía Bejarano de Carlos Ahumada, interesaba más la sanción de la sociedad que la sanción judicial.

La “presión de la protesta”  de las partes no plantea que se haga justicia, sino que la justicia resuelva a su favor. En este ir y venir, si la justicia no puede resolver el caso de una manera tajante, la protesta habrá realizado su trabajo saneando la postura de las involucradas, al considerar estas que el juicio de la opinión pública fue a su favor. Los gritos muchas veces, como la muchedumbre, suelen sanear el ego.

La politización del conflicto, en el evento del San Felipe, no es más que la búsqueda de simpatizantes y militantes que orquesten una masa que defienda los intereses de grupo, sin buscar una solución al conflicto, más que la planteada por el líder, el mesías.

Lo económico de la verdad en lo público. En este conflicto del San Felipe, uno ya no se debe de preguntar cuánto han gastado las partes en abogados, sino en ¿cuánto han gastado en inserciones pagadas en los periódicos y medios electrónicos? ¿Cuánto han pagado por la compra de bardas, anuncios espectaculares y tiempo en la radio? En otras palabras, la lucha de las ideas, del razonamiento y en los espacios judiciales ha sido abandonada, para transformarse en una lucha de “proselitismo electoral”, buscando ganar adeptos por medio de la publicidad comprada en los espacios de las avenidas y los medios de comunicación. Por supuesto, esto no es violatorio a la ley, pero demuestra que se intenta presionar al poder judicial por medio de estos mecanismos, señalando siempre que se “duda” de su actuar; por otra parte, se demuestra que se intenta ganar adeptos y mostrar que los medios de comunicación están “publicitando” el mal actuar de la contraparte. Al mismo tiempo, la parte que se publicita o en el momento en que está en los medios, ha buscado siempre relacionar al aparato “judicial” con su rival.

El desenvolvimiento del conflicto, ha demostrado que las partes han buscado ganar esta “supuesta”  lucha por medio de recursos monetarios, más que por una solución judicial. En otras palabras, las actoras del conflicto buscan redimir su imagen ante el “status quo” para, al final del conflicto, seguir perteneciendo de manera “positiva” a la clase social en la cual han desarrollado sus vidas. Sus fans, son sólo eso: carne de cañón.

Configuración política. El cinismo de las partes llegó cuando el conflicto se tornó por completo “partidista”. Con esto quiero decir que se buscó configurar el conflicto como una lucha de partidos políticos, entre PRI y oposición. Al lado de esta interpretación se pueden encontrar otras similares: pobres vs ricos, conservadores vs liberales, priistas vs appo, etc.

Bien se puede decir que el conflicto se ha intentado catalogar también entre estructuras del Estado, grupos burocráticos contra partidos de oposición y organizaciones no gubernamentales. Recordemos que faltó muy poco para que la s-22 y la APPO hicieran una declaración sobre este tema.

Resultados

Hasta el momento el conflicto sigue, después de las vacaciones regresarán con la pila recargada, y no se sabe cuando pueda tener un final de telenovela este asunto. Aun así, es importante señalar que las involucradas, la banda de “Martell”  y la banda de “Yolanda”, han hecho una manipulación del espacio público, ocupando este lugar, que es para dirimir problemas que afectan a toda la sociedad, para intentar solucionar problemas “particulares”, entre dos, demostrando que lo que menos interesa es la aplicación de la justicia, sino los intereses personales.

Las “María Magdalena” de la ciudad de Oaxaca, han demostrado que la fuerza, sea del número o económica, puede más en un estado como el oaxaqueño. Ellas y los grupos de “hinchas” que están a su disposición son la muestra clara de la “personalidad” autoritaria con la cuál se guía, vive y convive un sector importante de la sociedad oaxaqueña. Entre más juego se dé a estas personas, menor solución tendrá este asunto, porque la única manera de solucionarlo, de manera real, es por medio del aparato judicial del Estado.

Publicado en ADNsureste.info el 28 de junio del 2009