No llegaron a ser candidatos y murieron donde la ley del más fuerte impera, todo México. 78 políticos han muerto del 8 de septiembre de 2017 al 8 de abril de 2018.

¿por qué es tan fácil matar a una figura pública o política?

En México, según los datos, parece que es muy sencillo matar a una persona. Solo en 2017 hubo más de 20 mil muertes dolosas. Se mata en el país cuando alguien quiere matar y no pasa nada.

La violencia política tiene como objetivo inhibir la participación en el espacio público, no solo es demostrar mayor poder ante otro, o un mayor nivel de decisión para intentar generar un estado de control por territorio, desde lo privado hasta lo público. La violencia también impone una paz basada en ceder ciertos derechos y libertades, la violencia impone el miedo, es cancelación de la libertad.

La violencia política no solo son asesinatos, es hostigamiento sistémico, para inhibir la participación de la sociedad. No solo se trata de candidatos ligados al narcotráfico, a un cártel de la droga, que mueren por “andar en malos” pasos. También la violencia política se hace desde los gobiernos, las estructuras partidistas y los grupos fácticos que controlan territorios, como empresarios o sindicatos.

Una deuda del proceso de transición política en México es terminar con la violencia política. La transición política tuvo como un componente principal la violencia política (Colosio), como una herencia de la construcción política del país desde la independencia de México. La violencia política se justifica desde el discurso, el romanticismo de la revolución armada. La violencia es un resabio del autoritarismo mexicano.

La violencia no política y política en México coinciden en que se hace a nivel local y con patrones que no logren pasar el umbral público que atrae a los medios nacionales e internacionales. La muerte en lo local es silenciosa, solo un número más que no afecta el proceso general del país, no hay una agenda dañada, solo el silencio.

La Organización de Estados Americanos, OEA, ha hecho un llamado por la violencia política en México, pero nada ha cambiado, justo antes de empezar el proceso, y la respuesta es la misma que en las otras violencias: la justificación de la inoperancia para pararla. No afecta el umbral que cambie tendencias políticas o ponga en riesgo a un gobernante. Duarte no se fue a la cárcel por los asesinatos en Veracruz, sino por corrupto.

No sorprende que los estados con mayor violencia política sean los territorios que se han caracterizado por un autoritarismo férreo: Guerrero (18 casos) -nos faltan 43-, Oaxaca (13) -la APPO-, Puebla (9) -huachicol-, Veracruz (8) -narcofosas- y Estado de México (6) -Atenco no se olvida-. Los territorios del PRI, algunos con pequeños procesos de alternancia gubernamental caracterizados por la ruptura dentro de las familias priistas que llevaron al poder a otra siglas, pero que operaron bajo la lógica autoritaria y con la estructura autoritaria.

El asesinato político, orquestado desde el gobierno, el contrincante o el narcotráfico son precisamente el triunfo del autoritarismo, la negación de la libertad de participación. La herencia del PRI y una de sus características cuando gobierna.