Mentir para lograr una meta también es un acto de corrupción. Jaime Rodríguez, el bronco, al igual que otros políticos, utiliza los resquicios de la ley, la judicialización de un proceso, para obtener lo que quería.
Si el Bronco es hoy candidato a la presidencia de México no es culpa del Tribunal Electoral, el tribunal hizo su trabajo de interpretar la ley y la mayoría de los magistrados optaron por una visión garantista -¿las garantías de quién?- del asunto. En otras palabras, ante la imposibilidad de repetir el proceso porque el tiempo corre y estamos en campaña, darle la candidatura.
Los culpables son aquellos que hicieron la ley y la operativizaron, aquellos que no quisieron -o no pudieron- pensar en los diversos escenarios que se podían presentar para conseguir una candidatura ciudadana o en el contexto nacional a mediano plazo. También se puede pensar desde el “deporte nacional”, la especulación, las teorías de la conspiración que esto fue obra de la clase política para salvaguardarse.
En efecto, las leyes en México, como en todos los países, son imperfectas y su operatividad siempre es puesta en tela de juicio por la realidad. La diferencia entre países es el trasfondo con el que se hace la ley, y eso siempre es político. Aquí se tienen que voltear los ojos a Cámara de Diputados y Senadores, a la maquinaria burocrática que también juega en la creación y operación de leyes para su propia sobre-vivencia.
El sistema político busca recuperar confianza con las candidaturas independientes o, al menos, estabilidad política a mediano plazo después de un sexenio donde el descrédito de los políticos creció entre la población. Que el Bronco obtenga su candidatura independiente es un punto a favor de la clase política y las estructuras partidistas, el status quo, y un punto menos para las candidaturas independientes que pueden ser vendidas a la población como espacios para más corruptos que salieron de los partidos, podría decir quien quiera desacreditar esta figura que ayuda a dar mayores espacios en la democracia.
Se puede estar en desacuerdo o de acuerdo con el TRIFE por su decisión, pero en el fondo del asunto está cómo se deben reforzar para dar fortaleza a la democracia y combatir la corrupción. Es cierto que el TRIFE respondió a un tema específico, si se había violado el derecho del candidato a ser electo, no si este había hecho actos ilegales para intentar ser candidato independiente, esto todavía falta que sea investigado y ahí sí se sancione al ahora candidato, por corrupto, por mentir, por violar los datos personales, etcétera.
Hay dos cosas que demuestra la resolución del TRIFE. Uno, que solo se trata de crucificar por crucificar a las instituciones y muy pocas veces se toma en cuenta lo que sancionaron o les tocó juzgar. Dos, que las candidaturas independientes también pueden ser usadas por aquellos que solo quieran llegar al poder para beneficiarse de la política en cosas personales, desde políticos como el bronco hasta narcotraficantes; por supuesto, aquellas personas que también quieren tener espacios para promover una mejor vida en el espacio público se pueden beneficiar de la posibilidad de ser candidatos independientes, algo que no se puede en los partidos gracias a su burocracia.
En este sentido, todavía hace falta juzgar por medio de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, FEPADE, si el bronco cometió delitos o infringió la ley con su recolección de firmas. Esta es una demanda que el Instituto Nacional Electoral tiene que seguir muy de cerca, pues como árbitro de la contienda su credibilidad sigue en riesgo.
Otro tema es cómo interpretar políticamente la reaparición del bronco en el proceso electoral. ¿a quién va a quitar puntos? ¿qué puede ofrecer a los electores? ¿qué tipo de candidato es? Por el momento las especulaciones se convertirán en el debate nacional: lo pusieron ahí para pelear con AMLO porque Margarita le quita puntos a Ricardo Anaya.
Al menos por la próxima semana, el bronco estará en campaña y muy probablemente participe en el debate electoral.
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