Gabino, el fracaso de la alternancia

Hacer que los valores de la democracia liberal, como el funcionamiento de sus instituciones, comiencen a echar raíces en Oaxaca llevará mas tiempo de lo previsto. Por el momento, con sus vacíos legales y de aplicación, solo sigue existiendo una democracia representativa que funciona en lo electoral.
Es incorrecto achacar que la transición hacia la democracia en Oaxaca fracasó porque Gabino Cué fracasó. Ha fracasado la alternancia que demostró que hay un proceso de transición en Oaxaca. Fracasó una coalición de partidos políticos encabezada por Gabino Cué que recibió el respaldo de la ciudadanía porque promovió un discurso donde daría prioridad a la construcción de la democracia.
Precisamente no realizar sus propuestas de camapaña es lo que provocaron un “desencanto” de la democracia y el regreso del PRI al poder, solo seis años después del último gobierno del PRI que se caracterizó por la violación sistemática de los Derechos Humanos.
En este sentido, los que enarbolaron la bandera de la democracia en Oaxaca operaron para aprovechar los grises de la alternancia para intentar mantenerse en el poder, la ambición que mostraron no les permitió, ni siquiera, matenerse unidos como lo hacen los partidos hegemónicos en un régimen autoritarios para sobrevivir, como el PRI.
El grave riesgo en Oaxaca es que el desencanto democrático se convierte en gasolina para impulsar un nuevo régimen autoritario encabezado por una de las alas más tradicionales del PRI. En efecto, la elección de Alejandro Murat, mostró que el modelo Peña Nieto funciona. No se trata del líder visible, sino de los grupos que impulsaron su llegada. El gobierno de Murat es el antecedente del gobierno de Ulises Ruiz, la violencia que no se condenó legalmente y en la ciudadanía permitió que en el sexenio de Ulises Ruiz se probaran los niveles de violencia institucional hasta que estalló el 2006.
Seis años después, los grupos que han dominado la política oaxaqueña se mantienen como el círculo rojo en la clase política. La separación de poderes todavía no se ejerce y los grupos que en una democracia funcionan como contrapesos, empresarios y sindicatos, son meros actores que aprovecha el autoritarismo para benficios particulares.
Seis años no fueron suficientes para que aparecieran actores en la sociedad civil oaxaqueña que lograran incidir en el sistema político, solo se consolidaron los grupos de siempre, aquellos que mantienen una lucha en clave autoritaria contra el régimen y no han dado espacio a nuevos actores en el espacio público. En este sentido, los actores para la apuesta en escena del gobierno del PRI en Oaxaca está completa. Todo preparado para un nuevo autoritarismo.