Por el Derecho a Saber, la sorpresa en las elecciones de Oaxaca

Es una buena noticia, posiblemente la única, que algunos periodistas, universidades y organizaciones hayan conformado un proyecto para informar a la ciudadanía sobre los candidatos a gobernador de Oaxaca.
El contexto de las elecciones 2016 en Oaxaca muestra que el proceso de transición política, por medio de una alternancia de fuerzas partidistas en la gubernatura, se ha estancado y quedado en unidades superiores del sistema político. O sea, las élites gobernantes lograron una estabilidad durante el gobierno de Gabino Cué que impidió el surgimiento de organizaciones de la sociedad civil para impulsar la democratización del sistema.
Es cierto, que durante este sexenio hubo un proceso de liberalización, lo cual indica que las fuerzas partidistas pudieron competir en un nuevo escenario de pesos y contrapesos en el sistema electoral. La reforma electoral a nivel nacional permitió el nuevo juego político en Oaxaca. También, la reforma educativa dio un fuerte golpe de poder al sindicato de maestros y generó un nuevo escenario de mayor movilidad a los partidos, temerosos antes al voto del magisterio, hoy divido o desmovilizado en gran parte.
Al lado de estos avances significativos, la falta de nuevos actores políticos, provenientes de la sociedad civil, sea de movimientos ciudadanos -sin corte clientelar o gremial- u organizaciones de la sociedad civil -que no sean fachadas de un partido político u operen dentro de uno-, tuvo como consecuencia que políticos del Partido Revolucionario Institucional llenaran los huecos de la coalición electoral que subió al poder por la falta de cuadros que los sustituyeran. Ser tránsfuga político en Oaxaca es un buen negocio, al menos garantiza sobrevivencia.
Ante este escenario que se construyó durante los seis años de Gabino Cué resulta normal que el candidato de la coalición gobernante provenga del PRI. Las élites solo de dedicaron a llenar los espacios que deberían ser aprovechados por actores de la sociedad civil oaxaqueña.
Aunque el escenario electoral marca un posible regreso del PRI o al menos que grupos ligados al PRI se mantengan en el poder, que un proyecto como Por el Derecho a Saber haga presencia en el proceso electoral lo convierte en un actor de la sociedad civil inédito en el sistema político oaxaqueño. ¿Por qué?
Por el simple hecho que su base es precisamente la democracia, desde el derecho a la información, hasta buscar la máxima publicidad para ejercer un voto razonado.
El primer logro de este proyecto es que está integrado por académicos, medios de comunicación, universidades, organizaciones de la sociedad civil y el medio -radio y tele- público de Oaxaca.
Es muy probable que los oaxaqueños no estén acostumbrados a que actores de la sociedad civil generen este tipo de ejercicios y que la influencia del proyecto sea mínima, pero su existencia es una apuesta hacia el futuro, pues se promueve la participación ciudadana y que los políticos presenten sus programas de gobierno en la televisión pública, como sucede en las democracias avanzadas.
Un primer resultado de Por el Derecho a Saber es haber mostrado el desprecio que los políticos oaxaqueños tienen a asistir a espacios que no controlan, como las entrevistas que promueve el proyecto. El heredero de la coalición gobernante, que promovió la democracia electoral, José Antonio Estefan Garfias, fue el primero en no asistir al programa de televisión. Despreció los valores democráticos por un mero cálculo electoral. Alejandro Murat, el candidato del PRI, asistió por mero cálculo electoral.
Los motivos que tengan los políticos son cuestiones de estrategia política, pero que sus decisiones tengan consecuencias en las urnas es decisión de los ciudadanos. Cuando se tienen proyectos como Por el Derecho a Saber, se puede empoderar al ciudadano. Una buena noticia en medio de la debacle oaxaqueña.