Pesos y contrapesos para equilibrar el sistema electoral.

A pesar de las críticas que ha recibido la reforma político electoral que se realizó en el año 2013; a nivel local, en los Estados, tendrá un impacto que permitirá generar un contrapeso al poder electoral que ostenta el grupo que gobierna.

 

Es cierto que la reforma político electoral se volvió a quedar a medias y que se habla de sus logros como si fuera a permitir que el ciudadano expanda sus posibilidades de partición, pero la realidad es que dicha reforma garantiza el control de los grupos políticos actuales y mantiene la disciplina partidista como un mecanismo eficaz para limitar las actuaciones de los representantes populares.

 

Una medida acertada que termina desencantando cuando se profundiza en la lectura de la reforma político electoral es la “reelección” limitada en el poder legislativo. Es un acierto que tengamos la posibilidad de reelegir a los legisladores que cumplen con su trabajo. La limitante para que la ciudadanía pueda reelegir a un político es que primero el partido político lo debe de proponer para la reelección. Ante esto, si el político realiza un trabajo favorable para la ciudadanía, pero contrario a las posturas de su partido, simplemente no podrá reelegirse porque no aparecerá en la boleta.

 

Al lado de los temas que más atraen los reflectores de los medios de comunicación, hay un mecanismo de contrapeso que podrá limitar a los “virreyes” -los gobernadores- que sexenio a sexenio controlan, con el apoyo de sus partidos y grupos políticos, los institutos estatales locales.

 

La reforma electoral al plantear la creación del Instituto Nacional Electoral (INE) lo faculta para intervenir en los proceso estatales electorales cuando los institutos locales no garanticen el pleno desarrollo de una competencia electoral en términos democráticos.

 

En otras palabras, cuando un instituto local esté provocando cierta inestabilidad electoral por favorecer a determinado político el INE puede llamar la atención y atraer la elección o “cualquier asunto de la competencia de los órganos electorales locales cuando su trascendencia así lo amerite o para sentar un criterio de interpretación”. Es en este sentido donde se genera un contrapeso que limitará el poder de los “virreyes” y los grupos que controlan cada Estado.

 

Por supuesto, también tendrá entre sus facultades la posibilidad de trabajar en el padrón y la lista de electores, determinar la ubicación de las casillas y designación de los funcionarios de sus mesas directivas; dar los lineamientos para los resultados preliminares; así como injerencia en un tema que ha permitido violar la ley con el respaldo de consejeros locales y ganar elecciones: fiscalizar los ingresos y egresos de partidos y candidatos locales.

 

Al mismo tiempo, el INE adquiere la facultad de designar a los “consejeros locales” de los Estados, impidiendo que sean los congresos estatales quienes los elijan. Con esta medida se impide que sean acuerdos en lo oscurito o de dudosa transparencia entre las cúpulas locales las que se repartan los institutos locales para fines electorales.

 

En Oaxaca durante el régimen autoritario del PRI la práctica de controlar el instituto electoral desde el congreso fue recurrente, pero también al inicio del sexenio de Gabino Cué se pudo observar que la aparición del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO) estuvo marcada por la llegada de académicos y funcionarios cercanos a los partidos políticos, que aunque contaran con la preparación necesaria, obtuvieron el puesto por favores políticos o compadrazgos.

 

Todavía falta ver si el INE podrá ser operativizado de manera adecuada, pero por el momento es una buena noticia que sea un tercero, perteneciente a otro orden del sistema política nacional y alejado del sistema local, quien permita generar un escenario de contrapeso en términos de democracia electoral.

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Nota: Publicado en la edición de Marzo de la revista Mujeres.