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Nota: El siguiente texto se escribió antes de la discusión y aprobación de la Reforma Laboral en el Senado de México. Los argumentos y el análisis se basan en el Decreto de Reforma aprobado por la Cámara de Diputados a finales de septiembre 2012.
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Sindicatos y empresarios se han convertido en extremos que se disputan la Reforma Laboral que está en el Senado y en manos de la clase política mexicana.
Aunque parece una relación normal, porque se puede dibujar como dicotómica: los empresarios juegan el papel de los poderosos que controlan la economía y los sindicatos, como dominados. La actual correlación de fuerzas en la política desmiente la idea.
Empresarios y sindicatos tienen presencia al interior de la clase política mexicana y en el poder legislativo. Cada uno de los grupos ha logrado imponer desde hace años a diversos candidatos y los ha encumbrado como mensajeros de sus posturas.
En el actual debate sobre la Reforma Laboral que presentó el Presidente Felipe Calderón, originada en una propuesta de reforma elaborada en el año 2010 por el Partido Acción Nacional (PAN), la discusión y el control de la toma de decisiones sobre el tema está en los legisladores que tienen relación directa con los grupos sindicales y empresariales. Por ejemplo, Armando Neyra, diputado federal por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), es parte de la Comisión del Trabajo y Previsión Social y uno de los dirigentes de la Confederación de Trabajadores de México, central que soporta gobiernos del PRI.
Los tópicos que están en el centro del debate de la Reforma Migratoria afectan el poder que actualmente tienen los empresarios y los sindicatos, sean oficialistas o independientes.
En el caso de los empresarios, la regulación del “outsourcing” o subcontratación intenta terminar con una etapa de capitalismo salvaje que apareció en México en el boom del proyecto neoliberal iniciado en los años ochenta.Los vacíos legales permitían que el empresario no garantizara seguridad social al trabajador. La Reforma Laboral, pretende dar un piso a la subcontratación y limitar su funcionamiento. En este sentido, el avance es que ahora hay claridad sobre lo que es y como debe operar. Por supuesto, que haya claridad, no quiere decir que sea una relación más justa para el trabajador.
Por su parte, los sindicatos poderosos de México, que desde el proceso de transición política han ganado terreno en el sistema electoral y de partidos por garantizar un elevado porcentaje de votos corporativos que logra inclinar la balanza a favor de uno de los competidores, se niega a permitir la transparencia sindical, ni siquiera se habla de democracia al interior de ellos.
La subcontratación en la Reforma Laboral es favorable al empresario, porque los grupos empresariales lograron cabildear de forma correcta a su favor, algo que no quiere decir que sea favorable para la economía de la mayoría de los mexicanos. Los empresarios, han tenido que ceder y aceptar que se reglamente el outsourcing.
Los sindicatos, por su parte, han mostrado que su poder es mayor y que donde dicen “no”, simplemente nada sucede en términos políticos y legislativos. Sólo el Partido Acción Nacional (PAN), cercano a ciertos grupos empresariales, se atreve a pedir que la discusión sobre la “transparencia sindical” no quede fuera de la Reforma Laboral. El PRI no se mueve de su negativa, porque podría crear una fractura entre su voto corporativo aportado por sus bases sindicales. La izquierda partidistas está sumida en una serie de discusiones sobre su identidad y prefiere mantenerse en el discurso defensor de los “trabajadores” y el sindicalismo como un ideal, antes que aceptar la corrupción y autoritarismo que viven.
Hasta el momento, el único grupo que gana con la Reforma Laboral es el sindical, pues no tienen que modificar la manera en que actuan. Ellos son el fiel de la balanza.
Una parte de la derrota está en aquellos trabajadores, la mayoría de los mexicanos en edad laboral, que no pertenecen a un sindicato.
La derrota completa ha sido para la democracia, no ha logrado avanzar en el terreno de los derechos laborales y sociales.
La victoria es para el autoritarismo que reina al interior de los sindicatos y el neoliberalismo que pretende imponer la clase empresarial, no con el libre mercado, sino con las reglas que ellos imponen para la competencia.
Publicado en la revista Mujeres en Noviembre 2012.
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