El Gobierno de México anuncia por todos los medios posibles que ha detenido a un presunto hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera. Su nombre, Jesús Alfredo Guzmán Salazar, como sus presuntos apodos, el gordo y el alfredillo, han dado la vuelta a los medios de comunicación, pero hasta el momento nadie tiene la certeza de que sea el hijo del “Chapo” Guzmán Loera.

Un ridículo total si después de filtrar a la prensa que han detenido al hijo de “El Chapo” y no es cierto se llevará el gobierno federal y posiblemente termine de arruinar la campaña de la candidata oficialista, Josefina Vázquez Mota.

Por supuesto, la prensa se ha dado vuelo con los trascendidos y las especulaciones sobre la detención del “Alfredillo”, como dicen los periodistas que han cubierto el combate al narcotráfico desde años que es su apodo correcto. Lo de “gordo”, lo ha dicho la Marina de México, pero ni eso han logrado confirmar.

Más allá de si el presunto “Jesús Alfredo” es o no hijo de Guzmán Loera, para los gobiernos emanados del Partido Acción Nacional (PAN) el conocido “Chapo” se ha vuelto una obsesión trasexenal que comenzó su andar cuando el gobierno de Vicente Fox Quezada anunciara que de la cárcel de máxima seguridad de “Puente Grande”, en el estado de Jalisco, también gobernador por el PAN, se había escapado el más temido y -supuestamente- todo poderoso narcotráficamente mexicano de la actualidad.

Desde ese momento y con el inicio de la estrategia de combate al narcotráfico que inició el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa en diciembre del 2006, el “Chapo” es toda una leyenda de talla internacional. Forbes lo incluye en su lista de los hombre más ricos del mundo. The New York Times y The Washington Post escriben largas investigaciones donde se narra su cercanía con la clase política mexicana y el temible expansionismo que ha tenido en el territorio mexicano desde su salida de la cárcel.

Al inicio de la elección, los medios de comunicación especularon sobre su posible caída al final del periodo de campañas, pues sería el “broche de oro” de la campaña de Josefina Vázquez Mota o el factor que pudiera decidir la elección a su favor. Nadie esperaba que Vázquez Mota tuviera una campaña llena de errores y fracasos que posibilitaron el ascenso de la izquierda partidista encabezada por Andrés Manuel López Obrador.

El gobierno federal no ha capturado a Guzmán Loera, los rumores han ido y venido, solo han servido para demostrar que el combate planeado por el gobierno de Felipe Calderón ha fracasado. Desde las especulaciones de que estuvo cerca de la reunión del G-20, desde que si se casó y tuvo gemelos, desde la detención de su hijo, hasta las decenas de operaciones que se ha hecho para ya no ser quien era.

En efecto, el Gobierno Federal ha logrado que el “Chapo” Guzmán ya no sea lo quera, un narcotraficante de finales del Siglo XX, ahora es toda una leyenda y su libertad el reconocimiento de la incapacidad del gobierno de Felipe Calderón.

El actual Gobierno de México ha convertido a Guzmán Loera en la pieza clave para que el combate al narcotráfico termine. Es impensable considerar que con el “Chapo” tras las rejas la droga se acabe. Si esto fuera así, las teorías de las redes que pueden operar de manera independiente para abastecer la droga se caería, si todo se resolviera con atrapar a un personaje, tendríamos que reclamar al gobierno porque no ha hecho solo inteligencia contra él y sacado al ejército en las calles.

Guzmán Loera solo es la detención del espectáculo, pero no el fin de los cárteles de la droga. Dejemos de jugar con el mayor problema que tiene México, el que ha permitido que el PRI esté por arriba de las encuestas.

Para colmos, la incursión del “Chapo” Guzmán en la campaña solo ha servido para mofa y especulación, o sea, ni siquiera ese trabajo hizo bien el Gobierno Federal.