El movimiento universitario #YoSoy132 no llega en su mejor momento a su mayor logro en su corta existencia: el debate donde debatirán tres de los cuatro candidatos a la Presidencia de México.
Por el momento, se tendría que decir que #YoSoy132 llega en su peor momento al día del debate que logró organizar a pesar de la negativa del priista y puntero en la contienda electoral, Enrique Peña Nieto.
#YoSoy132 ha vivido en los últimos días la crítica de aquellos grupos que no ven con buenos ojos a los universitarios, pero también por todos aquellos que dudan de su “apartidismo”.
El peor escenario que podía tener #YoSoy132 se ha cumplido. Primero, un grupo de jóvenes llamados #GeneraciónMX declaró haber pertenecido a #YoSoy132 y alejarse de ellos porque consideraban que había sido dominados por la izquierda. Segundo, 24 horas antes del día del debate un joven dio a conocer las relaciones que uno de los líderes más visibles del movimiento, Saúl Alvídrez, con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que sostiene la candidatura de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). No tardaron en salir a deslindarse los universitarios del joven que trabaja con la izquierda y reconocieron que él hizo actividades sin el reconocimiento de la asamblea que han logrado fundar.
Por el momento, no importa si el golpe y la filtración de los documentos que inculpan a Alvídrez vino del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la derecha, la izquierda, las televisoras, etcétera. Importa que las filtraciones estuvieron medidas para que tuvieran la máxima cobertura y a unas cuántas horas del debate #YoSoy132.
La forma en que opera Alvídrez solo demuestra que la actual generación de jóvenes también tiene grupos que pretenden operar como lo hacen los políticos de la actualidad o revivir ciertas teorías del pasado que permiten justificar el poder unipersonal y sobrepasar los acuerdos de la mayoría. Esa es la conclusión con Alvídrez.
Por otra parte, la forma en que ha reaccionado #YoSoy132 ha sido positiva porque explicaron lo que pasa dentro del movimiento, aunque muchos jóvenes universitarios en las redes sociales han salido a descalificar la filtración porque proviene, supuestamente, de un joven que tiene cercanía con la familia Salinas de Gortari. Es cierto que se pueden descalificar los motivos que tuvo el joven para hacerlo, así como la ganancia política que haya obtenido, pero no se puede descalificar el contenido del video, son pruebas fehacientes de la presión de los partidos políticos y de los intereses particulares que muchos jóvenes al interior de #YoSoy132 pueden tener, pero no por ello se debe crucificar el movimiento. Solo #YoSoy132 puede crucificarse ante la sociedad civil, sus errores e incapacidades los terminarán matando.
Aunque el debate #YoSoy132 es su mayor logro, también es su prueba más difícil. Si el movimiento universitario no logra generar un debate que garantice la igualdad de participación entre los tres candidatos y se inclina a favor de uno, las hipótesis que señalan que los jóvenes son manejados desde algún partido político, posiblemente la izquierda partidista, terminarán por confirmarse.
Si llegara a suceder el escenario de un movimiento disfrazado, habrán sido los jóvenes quienes terminaran con la esperanza de toda una generación, el desencanto por la democracia y sobre todo con la poca confianza que queda para actuar en lo público entre los mexicanos.
Si por el contrario, #YoSoy132 demuestra que se puede organizar un debate con garantías para todos, el derrotado será Enrique Peña Nieto, aunque su derrota no forzosamente se tiene que traducir en la pérdida de puntos en las encuestas.
Por el momento, tener un tercer debate y la participación de los jóvenes, es un logro de la sociedad civil mexicana.
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