El periódico inglés “The Guardian” ha puesto en jaque a la televisora más importante de México, Televisa, en plena recta final del proceso electoral. Antes el movimiento universitario #YoSoy132 había logrado que el emporio encabezado por Emilio Azcárraga Jean hiciera varios cambios en su cobertura del proceso electoral para mostrar mayor equidad y acallar las protestas en su contra.

#YoSoy132 logró que este segundo debate se televisara por el canal con mayor cobertura que tiene Televisa; además, que las declaraciones en contra de Enrique Peña Nieto, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en su relación con la televisora fueran transmitidos en sus principales noticieros.

Desde las protestas de los universitarios en contra de Televisa ha tenido que vivir en la constante crítica y tener que otorgar derecho de réplica a aquellos que la acusan de tener un control importante al interior de la clase política mexicana que le permite influir, fuera de la ley pero sin violarla, a favor de un candidato o grupo político

Ahora el periódico “The Guardian”, por medio de una investigación periodística que se ha basado en rodear las pruebas, o sea, no basarse en la prueba ante la falta de muestras claras de su validez sino buscar a los involucrados y verificar su vida pública en el tiempo de las pruebas, ha provocado que Televisa esté en tela de juicio y Enrique Peña Nieto atrapado en una escándalo de tráfico de influencias, corrupción y firma de contratos por medio de terceros que evita la violación del Código Federal de Instituciones y Procesos Electorales (COFIPE), pero sí favorece a su carrera política.

Aunque el escándalo de Televisa se ha convertido en un tema que está sacudiendo a los sectores que analizan a los medios de comunicación en México, no es nada nuevo y sí una práctica común en todo el país, mayor en los lugares que no han logrado tener una transición a la democracia y la aparición de leyes que otorguen mayor autonomía a la prensa y mecanismos a los ciudadanos para que puedan verificar la relación “prensa-poder”.

El escándalo de Televisa y los contratos con Enrique Peña Nieto trascienden porque se trata de la empresa más importante y con mayor cobertura en el país. Segundo, porque es un medio con prestigio internacional, como es The Guardian, el que ha investigado periodísticamente. Tercero, porque mucha de la información del periódico inglés termina por corroborar información del semanario político sensacionalista “Proceso”.

The Guardian ha permitido comprobar que hasta el momento a los medios de comunicación en México los puede contrapesar solo la sociedad internacional, o sea, un factor externo a la política mexicana. Ya que los medios de comunicación que existen en México y lo han intentando hacer, no cuentan con el alcance suficiente, ni con el prestigio necesario. En otras palabras, Televisa es un gigante que aplasta a los enanos cada que quiere, más cuando se atreven a criticarla.

Sólo en escenarios donde el mundo está atento a México. Televisa opta por tolerar, crear nuevos espacios de apertura y callar la crítica desarmándola. Ese ha sido el caso del movimiento #YoSoy132, quien logró que Televisa transmitiera el debate, pero no que existiera una cadena nacional.

Por el momento ha quedado claro que los medios de comunicación no tienen un contrapeso que evite sus excesos. Si no se reforman las leyes pertinentes y se construye un sistema de pesos y contrapesos con vigilancia ciudadana, será complicado que se evite el contubernio entre la clase política y los medios de comunicación.

Es cierto que la apertura de más canales de televisión puede contribuir a la pluralidad de opiniones, pero no evita que los nuevos medios de comunicación se mantengan en la actual relación prensa-clase política. Solo la participación ciudadana evitará que el dinero de los gobiernos se destine a la publicidad de un gobernante o político en específico, como ha sido el caso del candidato Enrique Peña Nieto.

Si Televisa ha hecho lo que hizo, cualquier medio de comunicación que domine determinado territorio en México tiene la posibilidad de hacerlo y de manera más sencilla, pues a la televisora se le vigila por ser la más importante del país, pero a los medios locales nadie les pone atención, solo aquellos que viven en lo local y que muchas veces prefieren no cuentan con los mecanismos para influir en la clase política e instituciones para que hagan algo.