AMLO en el techo de una casa de Oaxaca/ Foto by: @chanssoto

No es la primera vez que el equipo o gente cercana a Andrés Manuel López Obrador es captada por cámaras o micrófonos ilegales pidiendo o recibiendo dinero de empresarios.

El escándalo de finales de sexenio con Vicente Fox Quezada precisamente se basa en la filtración de videos donde integrantes del equipo de Andrés Manuel López Obrador reciben dinero del empresario Carlos Ahumada. Rene Bejarano, debe su apodo actual, el señor de las ligas, al video donde el empresario de origen argentino entrega el efectivo y el político de izquierda termina poniendo ligas a los fajos de billetes. Estuvo un rato en la cárcel, aunque nunca quedó claro el delito que cometió.

En su momento, el caso de presunta corrupción se convirtió, por la agilidad de los asesores de la izquierda y del propio AMLO, en un complot en contra del tabasqueño. Los llamados “video escandalos” hicieron mella en el candidato “perfecto” para la izquierda en ese momento. La suma de este evento más el caso del “El Encino” y el discurso de López Obrador lo convirtieron en un político extremo: lo odias o amas.

Su campaña en el 2006 terminó por comprobar que su discurso tenía una base mesiánica y dicotómica. El PAN aprovechó de buena manera, como una estrategia electoral, las debilidades de AMLO. El candidato no logró controlarse en los momentos más álgidos de su campaña y quedó cegado ante su propio discurso que lo llevó a la derrota. Es cierto, AMLO derrota a AMLO, es su debilidad y la izquierda partidista como sus rivales lo saben.

En esta campaña López Obrador vuelve a estar en una situación similar que la vivida en 2006: su equipo es captado o grabado pidiendo dinero a empresarios. Al igual que en esos años previos a la campaña presidencial de mediados de la década pasada, no hay delito que perseguir, ni pruebas que hablen de corrupción, solo especulaciones y motivos de sobra por la cultura política mexicana y las costumbres de los políticos para aprovecharse de los cargos; por supuesto, los empresarios contribuyen a este tipo de prácticas y legitiman la relación que mantienen con los políticos.

Las campañas electorales en México permiten que los particulares puedan aportar cantidades de dinero a los candidatos de su preferencia. El financiamiento privado a una campaña es legal, pero tiene su límite. Hasta el momento, las filtraciones publicadas por el periódico “El Universal”, señalan que fue una reunión con “empresarios”, pudieron hacer la “vaquita” si es que en verdad aportaron dinero.

El punto con el “charolazo” de AMLO es que vuelve a demostrar que los políticos mexicanos hacen todo lo que esté a su alcance por ganar las elecciones. Primero, ocupan escuchas ilegales para denostar los actos “oscuros”, no públicos, del otro.

En este punto, AMLO es igual que los otros candidatos, pues desde 2006 no ha dicho quién o quienes están detrás de su campaña, por ello la escucha ilegal funciona. En otras palabras, si los políticos tuvieran voluntad a la transparencia y fueran claros con sus apoyos privados, las escuchas no tendrían ningún peso electoral.

Es probable que no haya delito que perseguir, pero la exhibición que ha recibido la izquierda partidista comprueba prácticas generalizadas en la clase política.

AMLO se ha esforzado por impulsar una imagen que es “diferente” al resto de políticos. Todavía están frescas las palabras que pronunció al poeta Sicilia para defenderse de las declaraciones que hizo. López Obrador no quiere estar en la misma bolsa de Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota, pero su problema es que ha buscado rodearse de personas con pocos escrúpulos, pasados ubicados en el autoritarismo priista y pocas prácticas democráticas por los gobernantes de izquierda. Sus buenas referencias las encuentra en la Ciudad de México, pero dicha ciudad no es todo México, ni el único territorio que ha gobernado.

AMLO no es distinto, está en la misma sintonía para buscar el poder. AMLO no ha promovido procesos institucionales, basa su campaña en el “yo” para señalar que solo él puede cambiar la situación del país. Falso, burda estrategia electoral que juega con la imagen del “héroe” y mesías de la historia de México.

AMLO no es distinto, tiene cercanía a modelos priistas experimentados en el Siglo XX. Es probable que una campaña de spots o mercadotecnia política en las calles termine con el “charolazo” con la clase empresarial que muchas veces ha despreciado.

El punto no es si el acto fue corrupto o no, sino que deja a la luz los canales laterales de los políticos mexicanos.

No creo que el “charolazo” desanime a los partidarios de AMLO para votar por él, ellos están más que convencidos y algunos ya practican el “autoconvencimiento”. El punto son los indefinidos, las escuchas ilegales permiten recordar que AMLO no está solo, necesita todo un equipo de colaboradores que hace el trabajo sucio. En eso no miente López Obrador, no hace ese tipo de reuniones, ni asiste a ellas, para eso tiene a los subalternos. ¿Cual es la diferencia entre los corruptos que rodean a AMLO y los que rodean a Enrique Peña Nieto y Vázquez Mota? Los de izquierda han pisado la cárcel, pero eso no indica que dejen de ser corruptos o evitan las prácticas.