No hay claro ganador del primer debate a la Presidencia de México que convocó el Instituto Federal Electoral (IFE) y organizaron los partidos políticos, porque entre tantas declaraciones de culpas por lo que ha sucedido fuera del guión planeado para el evento, solo se entiende que el IFE dejó en manos de los competidores la organización. Es probable que la autoridad electoral haya permitido esta cuestión para evitar suspicacias entre los partidos políticos, ya que también se juega el prestigio ante la sociedad mexicana.

Preguntarnos si hubo un ganador absoluto y contestarlo de manera tajante, sin dudas, es algo complicado, ya que ninguno de los candidatos pudo poner en la lona, por un momento, a su contrincante. Nadie se quedó callado ante el micrófono sin poder reaccionar a una observación negativa que minutos antes había sido esbozada por el contrincante. Nadie se atrevió a dar el último argumento negativo contra un candidato cuando ya había dado dos y parecía que por fin encontraba un hilo conductor. Ningún candidato logró explicar una propuesta en menos de dos intervenciones. Los candidatos no presentaron nada innovador en propuestas ni en descalificaciones.

A pesar del debate que logró emocionar a los mexicanos, pero no convenció a los electores, del cual llevamos más de 24 horas hablando y el miércoles comenzarán a salir las encuestas que miden la percepción que se generó, ha logrado su cometido para todos los competidores en lo general.

  • Primero, el debate tiene una ganadora total, si se comprende a este como el espacio en donde los candidatos buscan atraer la atención de los indefinidos y proyectar sus propuestas en el espacio más amplio que otorgan los medios de comunicación, la edecán Julia Orayen.

    Ella ganó con el debate porque es de la que más se habla. Pasará el tiempo y ella será el dato curioso del debate.

    ¿Por qué gano con el debate? Primero, porque alguien decidió explotar la figura femenina como un objeto sexual; segundo porque la mujer como objeto sexual entre los mexicanos todavía vende y despierta un debate público que siempre polariza, las buenas conciencias niegan libertad y los llamados “progresistas” caen en el libertinaje, las posturas incendian y lo cómico se vuelve el centro en donde todos comulgan.

    Si la edecán tenía que ser el aspecto más recordado por el público y no estaba previsto en lo normativo del debate, pero ante la poca transparencia en la organización por parte del IFE y los partidos políticos, los resultados están a la vista de todos. Lo que venda Orayen en los próximos meses será producto de la magnífica exposición que ha hecho de su imagen en la cobertura nacional. Al fin de cuentas, ese es el trabajo de una modelo, dejemos de lado la exuberancia del puritanismo que habla de estereotipos, si ella es modelo, edecan, playmate ejerció su libertad, dicha cuestión no es culpa del debate. Por otra parte, si opacó es porque ningún candidato logró superar sus pocos minutos de lucidez física.

  • Segundo. Enrique Peña Nieto ganó aunque no ganó el debate. En efecto, Peña Nieto no iba por un triunfo sí por evitar otra “#LibreríaEPN”, lo logró. Ganar el debate para el puntero nunca estuvo en sus planes, se observó desde el inicio, pues no buscaba profundizar en sus propuestas, ni contrarrestar a sus adversarios con señalamientos individuales, la generalización solo sirvió en su estrategia para comer tiempo.

    Peña Nieto respondió a las descalificaciones y críticas de sus adversarios, pero nunca pudo ir a la ofensiva. Cuando se esperaba que Bejarano y Ponce causaran escollo en Andrés Manuel López Obrador, la respuesta del candidato de la izquierda fue demoledora recordando que ellos pagaron en la cárcel y Enrique Peña Nieto se convirtió en candidato del PRI.

    El triunfo de Peña Nieto se encuentra en ser el puntero y no tener una caída estrepitosa en las encuestas electorales. Su estrategia era mantenerse aunque no ganara el debate. Su estrategia era no perder estrepitosamente, no salir con un apodo, berrinche o Trending Topic que desnudara su poca capacidad intelectual y de reacción. Salió bien librado porque ninguno de los partidos mostró su ignorancia o un nuevo escándalo de corrupción, violencia, asesinatos o narcotráfico en los gobiernos del PRI. Él gano porque cumplió su objetivo en el debate.

  • Tercero. Ganó Josefina Vázquez Mota, porque Andrés Manuel López Obrador no la tocó “ni con el pétalo de una rosa”. La falta de críticas por parte de AMLO permitieron que quedara como un política limpia. Ella y el candidato de la izquierda se perdonaron, recordando que si uno avanza el otro puede avanzar para tener un cierre de tres, es su apuesta y coincidencia ante la falta de descalificaciones entre los dos.

    Enrique Peña Nieto solo pudo acusarla de faltista y eso no pesa en un país donde los diputados tienen una mala reputación de manera general. El trabajo de Vázquez Mota en las secretarías permitió que fuera a la ofensiva contra el puntero de la encuestas, sabía que los números que no provienen del gobierno hacen más daño, pues cuentan con mayor legitimidad ante la ciudadanía. Logró que Peña Nieto descalificara a los organismo que midieron competitividad y transparencia.

    Después de las críticas contra su ausentismo ninguno de los candidatos pudo señalar un punto débil en la carrera política de Vázquez Mota, solo el ataque a los gobiernos del Partido Acción Nacional. Los ataques generales se pierden en la generalidad, más cuando se tienen los antecedentes de un proceso electoral interno que permiten observar los grupos y las posturas que mantienen al interior de un partido político. Vázquez Mota mostró que no pertenecía al grupo de Felipe Calderón y configuró una campaña de “centroderecha”, no se sabe si su moderación alcanzará, pero en el debate ha impedido que caiga estrepitosamente, ha ganado porque quedó limpia. Por supuesto, no ganó el debate, ni siquiera estuvo cerca.

  • El Andrés Manuel López Obrador del primer debate para Presidente de México es el mejor que he percibido en la campaña. Si se compara la participación que tuvo en #ForoCNN, su lentitud al hablar logró convertirla en una oportunidad en los argumentos que esgrimió contra Peña Nieto. Logró demostrar que sus pausas pueden comunicar ideas, algo que Peña Nieto no logró por más que apresuró sus participaciones. Ganó con el debate la oportunidad de refrescar su imagen.

    AMLO no ganó el debate por su propios errores y su estrategia. No hay momento más cómico que la foto de Peña Nieto de cabeza que logró enmendar con una declaración que mostró a un político con los sentidos bien afinados. Su error metió en problemas a la moderadora y el espectador logró reír. Ese error no se olvidará.

    Su estrategia lo limitó o se autolimitó, no lo sabemos, porque después de contestar que aquellos que corrompen van a la cárcel en su administración y Peña Nieto se convierte en candidato a pesar de su pasado con el exgobernador del Estado de México, Arturo Montiel, tuvo la oportunidad de hilar, al menos dos veces más, argumentos suficientes para recordar quiénes respaldan al candidato del PRI y la represión en contra de movimientos sociales. No lo hizo, perdió la oportunidad de reconciliarse públicamente con los “macheteros de Atenco”. Tampoco aprovechó los feminicidos que Vázquez Mota dejó de lado, ni reforzó la negligencia del mexiquense ante el caso Paulette. Simplemente no terminó una estrategia que llegó a su climax con tiempo en el debate, pero ganó porque demostró que el tercer lugar todavía juega, al menos por un mes.

  • Quadri mantuvo la regla de las últimas tres elecciones donde los candidatos de un partido pequeño aprovechan la igualdad de condiciones para mostrarse como candidatos rentables para los votantes.

    Ha ganado porque no perdió la oportunidad. No gana el debate porque no logró mostrarse 100% diferente a los tres. Es cierto, su contrario natural es Andrés Manuel López Obrador, pero Quadri lo ha señalado desde antes de ser candidato. El problema es que durante todo el debate, aprovechó varias intervenciones para explicar lo que el candidato del PRI no pudo decir. El pasado de su partido político no ayuda y las actitudes que muestra a favor de Enrique Peña Nieto no son las que mantiene un candidato que quiere separarse de los políticos de siempre.

El único derrotado del debate es el ciudadano, no logró observar un intercambio de opiniones, ni propuestas que se conviertan en el eje de gobierno. El debate ha sido repetitivo, lo escuchado se conoce, como mínimo, desde inicio de campaña, pero tampoco fue aprovechado para profundizar en las propuestas.

Si los ataques mostraron a candidatos que siempre se pelean, es falso. Las observaciones vertidas en negativo sobre cada uno de los participantes son ciertas y están documentadas en la prensa mexicana.

El primer debate por la Presidencia de México, confirma que los candidatos han planeado sus campañas buscando el voto bajo la lógica de ser “el menos malo”. El formato del debate fue el mínimo para debatir, si las encuestas no muestran cambios en las tendencias es posible que veamos cambios de estrategia totalmente radicales.