Una país en plena decadencia ante el poder del narcotráfico

Hablar de narcotráfico en México es un lugar común, pero no por ello se debe dejar de escribir para buscar alternativas o hacer denuncias. El verdadero periodista cae ante las balas del narcotráfico y el Estado. No se puede pedir al periodista que haga su trabajo de tiempo completo, mucho menos que lo haga de manera vertical, es una decisión de cada periodista, pero sin ellos la sociedad mexicana cada día pierde ante el narcotráfico y los grupos de la clase política que apoyan su violencia.

En efecto, el problema en México es que el periodismo se ha dedicado a cubrir los eventos del narcotráfico sin hacer un periodismo de investigación que logre fundamentar el largo camino de corrupción, aislar el todo para poder comprenderlo, sin volverlo a unir, no sirve de mucho. Ese es el problema.

Por otra parte, la costumbre del periodismo mexicano por especular ha contribuido a la desconfianza sobre la información que se genera en los medios de comunicación. Si la revista Proceso está haciendo labor periodística, el amarillismo, la exageración, terminan por minar el periodismo de investigación. Nadie sabe por qué mataron a tantos periodistas en la zona de Veracruz, pero sus muertes han logrado regresar el tema de la violencia del narcotráfico a las primeras planas de los periódicos y a los noticieros estelares de la televisión mexicana.

De pronto el narcotráfico volvió a tomar su lugar en la agenda de México, no hay respuestas concretas a su actuación y solo se espera que regrese a las rutas laterales en las que se encontraba hace unas dos semanas. Nadie en la clase política puede lograr que esto sucede cuando la fuerza del Estado lo desee, el narco entra en la agenda cuando quiere.

La especulación nace de la pregunta y la respuesta. Comúnmente se llega a ella cuando carecemos de información y tenemos la imperiosa necesidad de saber qué está pasando y poder explicarlo. ¿Quién gana con la violencia del narcotráfico en plena campaña electoral? Si la respuesta solo atiende a una parte de los involucrados y una arista del problema todo será morbo. Con la violencia nadie gana, porque entre más crece menos control se tiene sobre ella.

Es probable que alguien piense que algún partido político está ganando con el conflicto. Si pensamos en el PAN se dirá que salen beneficiados porque los asesinatos de periodistas y civiles demuestran que tienen razón en combatir al narcotráfico, pero también podemos pensar que la estrategia ha fallado; pensemos en el PRI, los asesinatos de periodistas se han dado en Veracruz, territorio gobernado por priistas, saldrían a decir que es una cuestión que puede suceder en cualquier parte del país, su candidato podría decir que es una cuestión territorial, geopolítica, a ciencia cierta su indefinición en el combate los daña haya existido o no atentado; la izquierda partidista diría que la estrategia está mal y que todo se soluciona con trabajo en lo social, pero su candidato ha dicho que no regresarán los militares al cuartel. Siempre hay varias aristas y con la violencia nadie gana, aunque puede ser una vía para obtener beneficios.

Quedarnos en un plano de costos y beneficios para la clase política solo traería el grave problema de minimizar a los que sufren la violencia todos los días, la ciudadanía.

Los muertos del narcotráfico han servido para que la clase política lucre con ellos. Todos los candidatos se quejan de las muertes, nadie propone alternativas. Cuando los muertos del narcotráfico aparecen en un territorio el gobernante se esconde y el resto de la clase política sale a criticar. Cuando sucede en otro territorio el gobernante se suma a la crítica del que se esconde. Nadie ha solucionado nada.

Pensar que el problema se va a solucionar con la sola participación de la sociedad es una utopía, la sociedad necesita a los gobernantes, tiene que ejercer presión en ellos para que actúen y terminen con el problema del narcotráfico, no solo atrapar a los narcos, sino escuchar a la sociedad para tomar decisiones de fondo.

El narcotráfico tiene su propia campaña en estas elecciones 2012, no apuestan a un candidato a la presidencia, sino a la incidencia del voto en lo local, garantizar su protección en el territorio que controlan o pretenden controlar. Es en lo local donde los gobernantes son incapaces, ahí se desgastan las estrategias y fuerzas nacionales.

Sólo la democracia está perdiendo con la campaña del narcotráfico, no hay nada más eficiente para tratar de inhibir el voto que la violencia, pero inhibir no es paralizar, el ciudadano es el último que decide si ejerce su libertad de asistir a votar, detiene más a un votante la falta de opciones para votar que la violencia del narcotráfico, esa es una arista que no se debe dejar de lado.