Una cosa es mentir, otra demostrar y una más señalar los errores del contrincante en una campaña electoral.
Hay en los medios de comunicación y los mexicanos interesados en el proceso electoral para elegir Presidente de México la discusión sobre la “nueva” estrategia de campaña de Josefina Vázquez Mota y el PAN. El cambio de estrategia se basa en cuestionar los logros que publicita Enrique Peña Nieto durante su gobierno en el Estado de México. Para ello el equipo de campaña realiza la tarea de buscar las obras que no hizo, las inconclusas y aquellas que se hicieron pero no están funcionando o tienen un mal funcionamiento.
El Partido Revolucionario Institucional ha respondido que no caerá en el juego de las descalificaciones. El equipo de campaña que rodea a Peña Nieto ha optado porque sea el presidente del partido o el coordinador de campaña quienes respondan a los señalamientos del PAN.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) se ha sumado a las críticas que el PAN hace a Peña Nieto. La izquierda acusa al priismo de haber rebasado los topes de campaña en materia de publicidad. Hay diferencias entre los críticos al PRI. Mientras el PAN muestra las obras que critica o aquellas que se anuncian como hechas por el PRI, pero que no existen, el PRD solo supone en cálculos matemáticos que se han rebasado los topes de campaña por parte del tricolor. Tanto PAN y PRD hacen un llamado a la ciudadanía para que documente los agravios del PRI como las mentiras sobre las obras que se publicitan como logros de Peña Nieto en el Estado de México.
No hay duda que la actitud del PAN y PRD son estrategias electorales que buscan atraer el voto, pero también se debe señalar que pueden contribuir a demostrar que los políticos no son capaces de tener voluntad a la transparencia. Además, el silencio ha reinado en los “criticados”, la falta de pruebas para desmentir las críticas del PAN y PRD han hecho falta al PRI.
El otrora partido autoritario se ha dedicado a descalificar la crítica para evitar la confrontación, es una actitud cobarde, pero sobre todo una actitud que tienen aquellos que no están dispuestos a debatir. También es una actitud que parte de la estrategia de campaña.
Enrique Peña Nieto ha evitado el debate por México desde que inició su campaña, sabe que por ley solo tiene que debatir dos veces, veremos cuánta es la presión de los medios de comunicación y las organizaciones de la sociedad civil para forzar más debates, como ya proponen Aristegui y Milenio. Peña Nieto desde que era gobierno evitaba opinar sobre los temas trascendentales del país. Ante las reformas estructurales y políticas guardaba silencio, siempre escondiéndose en los legisladores del PRI. Esta es un diferencia con Andrés Manuel López Obrador, cada que es cuestionado en esta elección, responde. En 2006 AMLO no respondía todas las preguntas, al final del proceso fue un punto más en el análisis para saber por qué perdió la campaña. Por supuesto, este tipo de análisis no existe entre aquellos que consideran la idea de fraude.
Desde el anuncio de cambio de estrategia de campaña de Vázquez Mota, los rumores sobre la posible reedición de las campañas negativas del 2006 corrieron en la prensa y diversos analistas del país.
Esta semana conocimos a qué se refería Vázquez Mota con el cambio de estrategia. Los analistas políticos tenían razón en señalar que los panistas dirigirían su campaña contra Peña Nieto. Los rumores sobre la campaña de adjetivos negativos, escandalosos y espectaculares por parte del PAN al PRI no han logrado convertirse en realidad. El cambio de estrategia sirve para comprobar que los políticos mexicanos no saben diferenciar -por conveniencia- entre una calumnia y un intercambio de opiniones que permitan comprobar si una opinión es cierta o falsa. Tristemente los políticos mexicanos prefieren ponerse en plan de víctimas o exagerar sobre los hechos, cuestión que solo conduce a desconfiar sobre lo que pasa en determinado tema y hartarse de la política mexicana.
Las estrategias de campaña están destinadas a beneficiar a los candidatos y perjudicar a los adversarios, es un juego de suma cero, pero, es necesario reconocer, que hay estrategias que pueden permitir al ciudadano que se informe sobre los candidatos como políticos y funcionarios públicos. Demostrar las mentiras de un candidato en campaña, contribuye a la transparencia. Calumniar a un político en campaña no contribuye a la transparencia y sí demuestra la política “bananera” que practica el calumniador.
En este sentido, decir que Andrés Manuel López Obrador es Hugo Chávez puede ser una exageración, demostrar con argumentos que es una mesías tropical es distinto, una opinión y todas las opiniones deben ser respetadas en una democracia. Por supuesto, el ciudadano, como el político, está en su derecho a opinar o no sobre un tema, pero cuando el tema es una cuestión pública, política, el político debe responder, porque su trabajo es la política. No podemos tener políticos que se niegan a debatir, generar opiniones y sobre todo dejar en claro cuál es su postura en determinados temas.
Siempre será bienvenido el debate que informa, genera opinión y es transparente en la política. Siempre será bienvenido en la democracia el político que tiene argumento sólidos, comprobables y que se base en datos verificables que sean públicos. Nada se gana mintiendo para acusar a un político, pero tampoco se gana mucho descalificando la crítica, como lo ha hecho el PRI. Por supuesto, Enrique Peña Nieto está en todo su derecho a no opinar sobre ciertos temas, pero ¿Qué ganan los ciudadanos mexicanos al tener un candidato que no manifiesta su postura sobre los temas públicos?
Si Vázquez Mota y López Obrador no han logrado atraer a los indefinidos se debe a que sus propuestas no han terminado por convencer a la ciudadanía, se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con sus posturas, pero será preferible saber qué piensan a solo tener a un candidato que evita decir qué piensa sobre tal tema por un simple cálculo electoral, eso si es un pragmatismo que sacrifica el futuro de la democracia mexicana.
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