Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador en el 2006. Al segundo debate AMLO no fue.

En la elección del 2006, cuando todavía Andrés Manuel López Obrador consideraba que iba a la cabeza en las encuestas electorales decidió, por estrategia electoral, no asistir al segundo debate. El resto de los competidores decidió, por estrategia electoral, dejar en el escenario su silla vacía. La inasistencia provocó que las dudas sobre AMLO crecieran.

El discurso de la “República Amorosa” de López Obrador es parte de una estrategia que promueve una imagen renovada del candidato e intenta mostrar la madurez del político, o sea, que ha aprendido de los errores del pasado. No deja en claro si ha aprendido de los errores electorales o de los errores que ha cometido como político. La suma de personajes que favorecieron el régimen autoritario a la campaña de los partidos de izquierda, como es el caso de Manuel Bartlett, es una señal que permite inclinar la balanza a favor de lo electoral. AMLO aprendió de los errores de su campaña.

Ahora AMLO pide más debates en 2012, aunque en el pasado los despreció porque era el primer lugar. El resto de candidatos ha tratado de no generar discordia con el tema y se suma a la postura, pero buscan evitar una práctica normal de la democracia desde sus equipos de campaña.

Existía una gran diferencia entre hacer el debate el 6 de mayo y el miércoles 2 de mayo como proponía el PRI. De hacerlo el 2 de mayo, el partido con el candidato más débil para debatir –el PRI- lograría una audiencia menor que el 6 de mayo, pues ese miércoles la liguilla de fútbol pondría en entre dicho a millones de mexicanos que posiblemente declinaran en favor de la pelotita.

El 6 de mayo no fue una decisión en favor de la política, sino de las campañas electorales de los partidos políticos que van en segundo y tercer lugar.

El formato del debate todavía se va a debatir, valga la redundancia, en el IFE. Se busca que no sea acartonado y que permite el intercambio de opiniones y defina posturas sobre los temas torales que afectan a la sociedad mexicana.

Considero que solamente un formato libre puede terminar con la mercadotecnia política y sacar del discurso ensayado al candidato. No creo que el debate pueda cambiar de manera definitiva las tendencias electorales, pero sí acercar a uno de los candidatos perseguidores al puntero.

Ninguno de los candidatos llegará sin estrategia electoral al debate. Sabrá hasta donde puede arriesgar y qué puede decir para criticar al competidor sin que haga una crítica definitiva que posiblemente esté soportada por su pasado político.

Lamentablemente la política mexicana se ha profesionalizado más rápido que democratizado. Tener dos debates en este proceso es alentador, pero más alentador es saber que la inasistencia de uno de los candidatos será castigada por el votante.

Pensar que vamos a ver un debate democrático sobre el futuro del país, conocer la postura de los candidatos sobre temas torales de la nación y que polarizan a la sociedad es un sueño.

Si hay dos candidatos de los cuales se espera mucho en este debate son Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador, probablemente el debate les permita definir el segundo lugar de la contienda o dejar en claro quién no estará en la recta final del proceso electoral como una opción ganadora a la silla de Presidente de México.

Un debata cuadrado, diseñado para proteger a los candidatos, será sin duda alguna un motivo más para ausentarse de las urnas o votar en blanco.

No hay que dejar de lado que el debate en México solo se hace con los presidenciales, cuestión que es de lamentarse. Los debates de candidatos a senadores y diputados federales permitirían al elector informarse sobre estos cargos y los candidatos que compiten. Obvio, los candidatos punteros no estarían de acuerdo con la propuesta. En lo público dirían que es favorable, pero en lo privado sus equipos de campaña harían lo posible por evitarlo.

Que los candidatos políticos propongan debates no es una muestra de cultura democrática, sino mera estrategia de campaña

Oaxaca 2010, la elección más polémica, conflictiva y observada de los últimos años a nivel nacional, después del 2006, no tuvo debate. Tampoco hubo promoción del mismo por parte de los dos candidatos. La ley no lo exigía y las dudas que tenían los equipos de campaña los condujeron a una estrategia reservada en el tema.

No exijamos al debate lo que no puede dar, solo que debatan.