Escucha el podcast de este artículo:
No rondan fantasmas al gobierno de Oaxaca sino el presente vivo del autoritarismo. El unilateralismo que se critica en campaña y se aplaude en gobierno porque son las fuerzas del “mal”, las opositoras trogloditas que no saben dialogar y se oponen a todo, que no dejan que el progreso avance, se materialice en obras espectaculares que llenen los ojos a los hombres, a nuestros pulcros y críticos ciudadanos que dieron el voto en las urnas al majestuoso “arquitecto” de la obra del progreso, porque es el votante el verdadero crítico y ese está ausente en las fuerzas del mal que se oponen al progreso ¿cómo habla el votante después del voto? ¿cómo lo escucha el gobierno? ¿cómo se toma en cuenta la crítica que hace el votante? ¿cuál es el parámetro para distinguir la crítica? Banalidades para los gobiernos.
El gobernante que luchó contra el autoritarismo y encabezó el ejército de oaxaqueños que salieron a buscar el voto para el proceso de alternancia en el 2010 es la imagen más vivida del proceso de transición en Oaxaca es luz y oscuridad, es indefinición ante la democracia, es Gabino Cué el priista que se hizo ciudadano y luego opositor, el hombre que encarnó la imagen de cambio, pero que no es el cambio democrático. La democracia no es un líder, ni una imagen, ni una elección. La democracia es política. La política es pluralidad condición de la acción, es hablar entre hombres libres. La oportunidad de construir el espacio de libertad en el cual vivirán. El gobierno es límite de la violación a la libertad, es obediencia al hombre libre que está en la esfera pública, no es violencia, ni negación de la política, o sea, de la pluralidad. El gobierno democrático no impone, consensan. El ciudadano no acepta, reflexiona, critica, propone y dispone.
Oponerse a la construcción del Distribuidor Vial del Crucero de Cinco Señores que el gobierno de Oaxaca está construyendo en la ciudad capital es una actitud hacia la forma de gobierno, no hacia la obra pública y el progreso, como muchos han argumentado.
La alternancia en el gobierno de Oaxaca que ha permitido el avance de la transición política no tuvo como factor principal que los gobiernos priista no construyeran obra pública, sino la forma de gobernar y hacer política que negaba la participación del ciudadano. El emblema más importante que se observa en la ciudad de Oaxaca sobre el unilateralismo, cerrazón y autoritarismo con que se guían los priistas es el llamado “techado” del auditorio Guelaguetza que se realizó porque a un gobernante se le ocurrió y nunca reparó en consultar a la ciudadanía sobre los cambios que pretendía en el emblema de la cultura oaxaqueña comercial: La Guelaguetza.
Mantener esta forma de hacer política y gobierno de manera gradual es simplemente permitir que las bases del autoritarismo queden en el presente para en un futuro construir democracia. Falso. El gradualismo que se propone como base para las transiciones políticas solo ha demostrado que los usos y costumbres del autoritarismo logran sobrevivir y se justifican bajo la lógica que era “esa” sobrevivencia o el colapso del sistema. Si algo debe colapsar en el proceso de transición es el régimen autoritario para poner las bases de la democracia. El unilateralismo en el gobierno solo es un muestra de la sobrevivencia del líder autoritario que se puede camuflar bajo el populismo, mesianismo o la copia de políticas públicas de otros Estados sin mirar el contexto, por ejemplo, pensar que la Ciudad de México es la Ciudad de Oaxaca.
El argumento central para oponerse al distribuidor vial es la falta de consulta, la falta de reconocimiento de la ciudadanía que habita determinado territorio y que por medio de las urnas ha puesto a un gobierno que debe ser el extremo contrario del que ha caído. En otras palabras, las urnas en el proceso de alternancia del 2010 hablaron sobre un proceso democrático, eligieron una forma de hacer gobierno, no sólo a unos personajes. Los elegidos en 2010 deben gobernar basados en la apuesta de la ciudadanía, deben consultar sobre sus acciones, que no son de ellos, sino de la pluralidad.
Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo sobre si se necesita un distribuidor en la zona, si este hace una deconstrucción de la urbe, sobre si necesita espacio para árboles o bicicletas, si beneficia a 10% o 15%, pero no se puede negar que su construcción dependió del líder que manda y no que obedece a la ciudadanía, base de la democracia. Si los oaxaqueños querían este tipo de gobernantes los profesionales del autoritarismo están en el PRI, no había que cambiar. Las urnas reflejan cambio, así hayan pasado casi dos años. Por supuesto, que los votantes hayan tenido motivos y apuestas, no indica que fueran las mismas de los políticos que hoy gobiernan. El silencio de la ciudadanía, la falta de activismos y de crítica ante el unilateralismo del gobierno de Oaxaca solo permitiría apostar por una hipótesis: los actuales gobernantes buscaban un cambio de grupo en el poder, por ello esperaron la calma del fervor ciudadano para regresar a viejas prácticas. Callar es claudicar la democracia.
Algo dejó en claro el inicio de las obras del Distribuidor Vial de Cinco Señores que la permanencia del “techado” del auditorio Guelaguetza empezaba a vislumbrar, Gabino Cué no es un leadership (mandar guiando) sino un rulership (mandar coercionando).
NOTA: Publicado en la edición de marzo de la revista mensual Mujeres
Deja una respuesta