Bloqueos de normalistas en Oaxaca. By @scindycor

Hay coincidencias que siempre recuerdan que “el pequeño aprende del grande” y en política las relaciones son “asimétricas”, no observo en la actualidad una relación “horizontal”, ni siquiera a Sarkozy y Merkel que intentan salvar la Eurozona.

Decía Deutsch que el tamaño hace también a los Estados y define a los sistemas políticos en su actuación. Un Estado grande, en extensión, riqueza y fuerza militar, como política, siempre dominará a los pequeños. Para términos más claros y sencillos, Oaxaca pertenece a México y en esta relación, el primero se cuadra al segundo, si no lo hace, ¡que venga el ejército!; hay posiciones, siempre las hay al interior del sistema político. Ningún actor político es igual a otro, tiene los mismos derechos, pero no las mismas influencias.

En la Ciudad de México los granaderos rompieron un mitin y bloqueo que realizaban los trabajadores de Mexicana de Aviación frente a la Secretaría de Comunicaciones y Transporte. La autoridad hizo respetar el derecho de terceros y manifestó a los manifestantes que pueden hacer uso de su derecho a la protesta, pero que el límite era afectar a terceros, el libre tránsito en este caso. Hubo uso de la fuerza y varios medios documentaron el uso excesivo de ella.

En la Ciudad de Oaxaca, dicen la prensa local y la nacional -que se ha convertido en eco de la local- que se manifestaron mil o cientos, pero no menos de 500 taxistas afiliados a la Unión de Organizaciones de Taxistas del Estado de Oaxaca (UOTEO, si quita “organizaciones” UTEO, ni en esto se pone de acuerdo nuestra prensa que se dedica al “breaking news”), para exigirle al gobierno de Oaxaca que atienda sus demandas. Los más de o al menos 500 taxistas llegaron antes que el sol saliera en el centro de la ciudad de Oaxaca y tomaron, bloquearon, cerraron, tapizaron las calles que rodean el Palacio de Gobierno. Nadie los retiró.

Lo más sencillo sería afirmar que el gobierno de la Ciudad de México cumple con su trabajo y garantiza los derechos y libertades de todos. Aquellos que quieran protestar por encima de los derechos de otros, siempre encontrarán a la fuerza pública que salga a mantener la “paz pública”. Después, con la sencillez del primer caso, sería normal acusar al gobierno de Oaxaca que no hace su trabajo, no faltaría la comparación: en la ciudad capital del país se aplica la ley en Oaxaca se acepta el chantaje político. Al final, el primer gobierno sería puesto en pedestal y el segundo ridiculizado y acusado con sonata de resentido electoral: ¡¿Cuál cambio?!

En materia de protesta y “chantaje político”, que no es lo mismo, pero que lo segundo se puede disfrazar de lo primero por parte de las organizaciones y que la protesta se puede calificar como chantaje político por parte de los gobiernos, es totalmente cierto. La forma de protestar y chantajear en México no ha cambiado, tampoco la manera de atender a los grupos “inconformes” o que buscan que todo cambie en el sistema político, pero menos lo que ellos dominan, lo que sienten que es de su propiedad.

Marcelo Ebrard declaró después del desalojo contra los extrabajadores de Mexicana que ya no tenía que haber más bloqueos. Insistió en que se debe respetar la ley y a los ciudadanos. En Oaxaca, el gobierno apurado buscaba un diálogo que provocara el fin del bloqueo, no lo logró y el centro de la ciudad capital fue liberado hasta las 20 horas.

La pregunta que puede destrabar el análisis “simplón” que apuesta a la forma y no al fondo es ¿Por qué en la Ciudad de México se desaloja y en la ciudad de Oaxaca no?

La respuesta de que uno gobierna bien y otro mal ya ha sido explicada y descartada. Ni uno gobierna bien, ni el otro gobierna mal, cada uno gobierna en sus posibilidades. Pensar en el bien y en el mal, lleva a la idea sencilla de refutar que todo se ve “desde el cristal con el que se mira”.

En efecto, todo gobierno tiene una capacidad de actuación, como mencionaba en los primeros párrafos en la relación Oaxaca – México, el primero pertenece al segundo, pero el segundo no pertenece al primero, la relación es totalmente asimétrica. Al igual que estos dos sistemas políticos, al interior de cada sistema político los actores, sean individuales o agrupaciones, tienen una cantidad de poder que les permite tener relaciones con otros grupos al interior del mismo. El sistema político se relaciona con otros sistemas, como el económico y social, de ahí surgen actores que influyen en la toma de decisiones de quienes ostenta la fuerza legal (autoridad) en el sistema político, mantener una relación “sana” entre los actores al interior y exterior del sistema político permite el equilibrio y la estabilidad que conduce al acto de gobernar. Vale decir que equilibrio y estabilidad no tienen una relación directa con democracia, pues nadie puede negar que los regímenes totalitarios y autoritarios mantuvieron la estabilidad política por periodos de tiempo por medio de método violentos.

En este sentido, el gobierno de la Ciudad de México aplicó el uso legítimo de la fuerza porque las relaciones de los extrabajadores de Mexicana de Aviación no pasan el umbral que genere inestabilidad política si es que ven afectados sus intereses. Si, por ejemplo, los protestantes fueran un número amplio y pertenecieran a sindicatos y agrupaciones que tienen relaciones con varias unidades del sistema político que generan inestabilidad, como es el SNTE o el SME que tienen partidos políticos (el primero) o que están apegados a grupos que influyen en los partidos políticos, el uso de la fuerza pública sólo llevaría a rupturas “coyunturales” entre los niveles de gobierno y actores políticos que provocarían parálisis o algún daño al gobierno actual. En otras palabras, el gobierno sabe hasta donde puede actuar, hasta donde puede gobernar y con quiénes. ¿Lamentable? Claro, lo es.

Secuestrando el autobus. By @scindycorEn el caso del Gobierno de Oaxaca, la unión de taxistas que tomó el centro de la ciudad de Oaxaca puede ser clasificada, bajo la lógica de actuación que ha tenido este gobierno desde que está en el poder, dentro de aquellas organizaciones, sindicatos y movimientos sociales que pasan el umbral de “control de poder” que les permite cerrar calles o tomar lugares públicos, sea cual sea su demanda, sin tener el respaldo de la ciudadanía, y no recibirá la actuación de la fuerza pública, o sea, conducirá al gobierno a una forma de “negociar” sobre lo que está buscando. En este nivel, podemos encontrar a la Sección 22 del SNTE, los normalistas, que son respaldados por los primeros; los antorchistas y cualquier organización de transportistas que tenga presencia en varias regiones de Oaxaca.

Realizar el uso de la fuerza pública cuando se están viviendo tiempos de cambio político y no se ha logrado desmontar el viejo régimen puede ser un riesgo que lleve al desequilibro e inestabilidad del sistema político. En situación similar se encuentran aquellos gobernantes que no cuentan con la legitimidad suficiente por parte de la población.

La crueldad del funcionamiento del sistema político mexicano y oaxaqueño, muestra que aquellos que pueden tener causas justas por las cuales protestar, pueden recibir el uso de la fuerza por parte del gobierno, pues no cuentan con los suficientes acuerdos que los grupos corporativistas que negocian con la fuerza del número sus acuerdos.

Lo preocupante – y triste para mi- es que por parte de los gobiernos que han emanado de un proceso de transición política se siga aplicando el método de “administrar el conflicto” y que mientras no dañe la imagen del gobernante y la legitimidad del gobierno no sea atendido, simplemente se dan largas “burocráticas”.

Los grupos corporativistas que están en el sistema político ya saben que “así funciona”, el gobierno hace “como que resuelve las cosas” y ellos “como que protestan”, al final los “inconformes” terminarán en la calle y mostrarán que aunque haya un nuevo gobierno ellos mantienen su autonomía y dirán que “no se han vendido, ni dejado engañar”, el gobierno mostrará su disponibilidad para atender las demandas, pero previamente ya permitió que ellos tuvieran los pretextos para protestar. Al final del conflicto, ya que esté resuelto, no faltarán los discursos públicos que reconozcan la voluntad de las partes; la última palabra la tienen los inconformes: lo hemos logrado, pero falta esto, estamos trabajando por la vía del diálogo; se apunta la siguiente protesta. Nada cambia en la relación de poder y se mantienen posiciones al interior del sistema político.

Para terminar, no es lo mismo usar la fuerza en los Chimalapas para liberar a un secuestrado, porque era retenido contra su fuerza y se deben respetar los derechos de todos; que ir al Zócalo de Oaxaca y encontrar a 500 taxistas protestando y violando la libertad de tránsito de terceros, para ellos no hay policías que liberen, sino mesas de diálogo. ¿Por qué? No es porque sea un mal gobierno, sino que muestra hasta donde puede gobernar.

Nota: Publicado en Diario Acontecer el día 10 de noviembre de 2011