OAXACA, México.- ¿Qué podemos rescatar del 4 de julio del 2010 y la algarabía que se generó ese mismo día a un año de los sucesos electorales que derrotaron en las urnas y en los símbolos al Partido Revolucionario Institucional?

Transición democrática local

Las coaliciones funcionan si el votante así lo quiere. Las críticas no se hicieron esperar durante los procesos electorales del 2010 cuando la izquierda y derecha partidista decidieron unirse para competir contra el PRI en diversos Estados de la República. Desde las llamadas frases del “agua y el aceite”, “el cielo y el infierno”, las coaliciones resultaron efectivas para vencer al tricolor.

En primera, el priismo fue su principal crítico y promotor para poner en la opinión pública la discusión sobre las coaliciones electorales. Segundo, en el fondo se planteó la unión de las fuerzas partidistas que han promovido la transición política y la democracia, pero también dejaron entrever que durante 10 años de alternancia su fortaleza como partidos políticos sigue siendo débil y el voto del PRI todavía mayoritario.

En el caso de los votantes, se puede observar que las coaliciones entre izquierda y derecha en los Estados de México donde se realizaron fueron respaldadas por la ciudadanía, sea por los gobiernos que se vivieron durante los últimos seis años, el carisma del candidato o el hartazgo por la forma de hacer política del tricolor. No fue un motivo, sino varios los que llevaron a respaldar la coaliciones. Además, los porcentajes de votación demuestran que las coaliciones y el respaldo que recibieron permitieron un amplio margen entre el ganador y el derrotado que evitó el ir a tribunales. Fueron victorias claras.

Por supuesto, hay que señalar que las coaliciones se formaron ante la falta de opciones de victoria por parte de algún partido político para derrotar al PRI si hubiera ido en solitario.

Participación ciudadanía e inhibir el voto. Las campañas electorales que se celebraron durante el 2010 no fueron nada amigables con el votante. O sea, la estrategia del PRI era inhibir el voto para ganar con su clientela política, pero tampoco los partidos políticos opositores mostraron estrategias electorales innovadoras para conseguir el voto, solamente el coaligarse. La muestra más clara fue que en Oaxaca la coalición no logró meter en la agenda como prioridad el “debate entre candidatos”.

Los partidos decidieron dar pasos cortos, pero constantes para tratar de ganar las elecciones.

Las encuestas y el margen de error. Diversas encuestas se ventilaron durante los diversos procesos electoral que se celebraron en 2010. Por sus antecedentes gubernamentales, las elecciones de Puebla y Oaxaca se convirtieron en símbolos para el PRI y un reto monumental para la coalición. Durante los meses de la campaña electoral el PRI fue perdiendo la ventaja con la que arrancó el proceso electoral. En el caso de Oaxaca, el PRI siempre mantuvo una ventaja durante el proceso, la cual perdió el mismo 4 de julio.

Cabe señalar que en los procesos electorales, aunque hubo varias “casas encuestadoras” que levantaron estudios para medir la intención del voto, la mayoría de los estudios que se hicieron públicos fueron presentados por los partidos políticos y siempre salía ganador el candidato que las mostraba. Así en el caso de Oaxaca, las encuestas de Parametría daban como ganador a Gabino Cué y las que presentaba el PRI terminaban por dar ventaja a Eviel Pérez Magaña.

Se pudo observar en las encuestas que el porcentaje de votantes indecisos era alto y en algunos casos fue creciendo, convirtiéndose en un factor determinante el día de la votación.

En el caso de Oaxaca, la intención de voto por el partido y el candidato en el PRI siempre fue similar. O sea, el candidato nunca logró atraer más votos y sólo logró mantener aquellos que se identificaban con el tricolor.

Institutos Electorales y procesos de alternancia. Como era de esperarse, la falta de autonomía y equidad por parte de los Institutos Electorales es ya una constante en los procesos electorales locales. Aunque su apoyo al “partido oficial” es más claro en aquellos lugares donde no ha existido alternancia, como era Oaxaca.

El Instituto Electoral en Oaxaca permitió una serie de acciones que hacían inequitativo el proceso de elección, toleró publicidad engañosa, que los medios de comunicación lucraran con las campañas, que se hiciera compra de votos y que se denostara a los candidatos con el fin de restarles votos.

Es muy cierto que al final del proceso, el triunfo aplastante de una de las opciones política permitió darle estabilidad y certeza a las elecciones, pero no por ello se debe dejar de lado que el Instituto Estatal Electoral de Oaxaca, como muchos otros, permitió que se hicieran campañas para inhibir la participación ciudadana.

Ciudadanía que distingue

A pesar de las diversas afrentas que vive la democracia día a día por parte de los partidos políticos, creo importante señalar que el ciudadano ha aprendido en estos 10 años que la democracia no se reduce a elegir entre los partidos políticos y el gobierno, sino que esta es la posibilidad de elegir a sus representantes a pesar de los llamados que los “iluminados políticos” hagan para no participar o votar por una opción que es “agua y aceite”. Los ciudadanos tienen el poder de decir a quién llevan al poder, así se equivoquen en su elección.

Además, los ciudadanos, como los partidos políticos, ahora comprenden más el juego político de los profesionales de la política. Por ello, creo que la apuesta por denostar a las coaliciones entre la izquierda y la derecha no funcionaron en el 2010. Además, hay que plantearnos si los gobiernos que terminaron en 2010 fueron tan malos durante su mandato que los ciudadanos decidieron ir por una coalición electoral que como gobierno es una incógnita, tanto en ese tiempo como actualmente.

En el caso de Oaxaca, la coalición se convirtió, si se quiere ver así, en la opción menos mala, pero también en una muestra de las capacidades y limitantes de las organizaciones políticas opositoras.

Por otra parte, las votaciones del 2010 han sido interpretadas, y la idea es aceptada de manera general, como un voto de confianza a la democracia y un rechazo al autoritarismo que ha promovido el PRI como forma de gobierno. O sea, la democracia es, a pesar de su lenta instauración en México, la única solución a los problemas que enfrentamos como país. El 4 de julio del 2010 mostró que nada está escrito en la democracia y sí que se escribe desde la ciudadanía.