OAXACA, México.- Hay cierto ruido que no ha dejado articular las consecuencias de los resultados electorales del 3 de julio. El ruido que existe en la clase política y los medios de comunicación es una consecuencia del escándalo de la victoria y la derrota en Nayarit, Coahuila y Estado de México (EdoMex). Muy pocos se han preguntado sobre el pensar y sentir de la ciudadanía.
Al final del día, han sido los votantes en sus respectivos Estados los que han decidido quiénes los gobernarán en los próximos años, pero también a quién han encumbrado en las preferencias electorales hacia el 2012 al permitir que cada analista político y comunicador haga su interpretación sobre lo que ha pasado. Los políticos, sean gobernantes o no, también han salido a buscar interpretar lo sucedido, cada uno ha destacado el motivo que considera “correcto” para hablar de la derrota o victoria de su partido. Ahora la derrota es primero, porque son muchos los perdedores y sólo un partido el victorioso. Esa es la primera diferencia entre los procesos electorales estatales del 2010 donde la derecha y la izquierda sin arrasar le dieron en el corazón al tricolor.
Hay hechos sobre el 3 de julio que hacen que el 2010 se vea muy lejos y el 2012 muy cerca. Hay interpretaciones extremas que ya marcan victorias y derrotas seguras para nuestro año de elección presidencial. Lo único seguro después del domingo-tres-de-julio, es que hechos e interpretaciones no son lo mismo y que un hecho puede llevar a muchas interpretaciones y que las interpretaciones pueden provocar actitudes que conformen otros hechos. Los datos son datos y las interpretaciones son sólo eso, a cada cosa su nombre, para no confundirnos.
Mi análisis de los procesos electorales estatales de la semana pasada, precisamente quiere distinguir entre los hechos y las interpretaciones que han provocado, por supuesto, también sobre las emociones. Vale decir, que al igual que muchos análisis, artículos y comentarios sobre las mencionadas elecciones, carece de datos duros que permitan observar cómo ha tomado los resultados la ciudadanía mexicana, primero los que tuvieron la oportunidad de votar –lo hicieran o no- y después el resto del país. Ya llegarán las encuestas con sus datos duros y es probable que muchas posturas e interpretaciones cambien. Aun así, hay datos y hechos que ya se pueden analizar.
Hechos e interpretaciones
Es un hecho que el ganador del 3 de julio en las elecciones estatales en México es el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Los perdedores, como hecho, son la izquierda partidista (PRD, Convergencia y Partido del Trabajo) y el Partido Acción Nacional (PAN). Las interpretaciones sobre las victorias del tricolor comienzan con los adjetivos que se le agrega al triunfo: apabullante, colosal, aplastante, con carro completo, etc. Algo similar pasa con la derrota: extrema, ingenua, terca, dividida, etc. Comúnmente las interpretaciones son “del momento”. Está todavía la clase política y los interesados en “el momento” tratando de pasar el encandilamiento de la luz de los resultados del 3 de julio.
Sí, el PRI ha ganado en este proceso electoral de manera aplastante, es un hecho que si pierdes por más de 30 puntos, te han dado una “paliza”, pero valdría preguntarnos cuándo los partidos opositores en Estados como Coahuila, Nayarit y Estado de México han perdido por menos de 10 puntos. Interpretar los resultados electorales del domingo pasado no se debe quedar en el momento, es necesario compararlo. Hay que ir a los resultados de procesos anteriores. Es muy cierto que en cada proceso electoral existen eventos coyunturales, particulares, pero estos sólo se vuelven importantes cuando modifican las tendencias históricas, o sea, cuando son relevantes para los resultados.
Al igual que en el 2010, al ganador (PRI) le importaban Estados en específico, unos por su valor simbólico y otros por su peso electoral (número de votos). Sólo el Estado de México cumple con las dos características. Era simbólico porque su único candidato posicionado para el 2012 gobierna Edomex, Enrique Peña Nieto; era importante en materia electoral por los millones de votos que representa en la votación nacional. El triunfo del PRI este 3 de julio pasó por ganar Edomex, perderlo, ganando el resto, significaba una derrota rumbo al 2012.
El hecho es que Enrique Peña Nieto no perdió el Estado de México y el PRI ganó la elección. ¿Qué más ganó el suspirante tricolor? Nada, sólo mantener intocable su ventaja y credibilidad como candidato hacia la Presidencia de México.
En efecto, decir que la victoria del 3 de julio en el Estado de México catapultó a Peña Nieto hacia el 2012 es una exageración, porque antes del proceso electoral era un “hecho” que entre los priistas y “el general” es el candidato mejor posicionado en las encuestas. Basta con revisar los resultados de encuestas públicas que se dieron a conocer en Mayo. Escribí un análisis sobre los trabajos de Mitofsky y Gea – Isa que se publicó en Ágora (A un año de la elección presidencial) y Peña Nieto no tiene un competidor que le pueda pelear a él y a su grupo, mayoría en el PRI, su candidatura.
¿Qué buscaba Peña Nieto y la oposición en el proceso del 3 de julio? El gobernador mexiquense no recibir un golpe no previsto y que su partido no se dividiera en el Estado para tener lista una base de votos importante. La oposición buscaba derrotar a Peña Nieto no para que perdiera su liderazgo en las encuestas, sino para demostrar que no es invencible. Además, que las victorias del 2010 se podían lograr desde cada opción; obvio, nada se dio, es un hecho, porque el escenario del 2010 necesita requisitos que aquí no existieron. Lo único que logró Peña Nieto fue mantenerse y terminar de consolidar su discurso al interior del PRI, sobre todo restarle bases al suspirante que quiere competir contra él, Manlio Fabio Beltrones.
Es un hecho que no hubo alianza opositora y una (mi) interpretación es que se respetaron los acuerdos que firmaron en lo “oscurito” el Partido Revolucionario Institucional, representados por enviados de Peña Nieto, y Acción Nacional (PAN) teniendo como testigo de lujo a Fernando Gómez Mont para que no existiera alianza en el Edomex entre la izquierda y la derecha en el proceso electoral que se llevó acabo el 3 de julio.
También es un hecho que los partidos de oposición (izquierdas y derecha partidista) no respetaron la consulta ciudadana que se hizo en el Edomex y donde los interesados salieron a votar a favor de una coalición. Fueron pocos los que votaron, pero ni siquiera a ellos se tomó en cuenta.
Es un hecho que el porcentaje de abstencionistas supera el 50%, pues hubo una participación del 43%, y si se suma el voto nulo o “en blanco” aumenta uno por ciento. ¿Qué se puede interpretar de esta baja participación cuando se está eligiendo al personaje que controlará el poder político de todo un Estado?
Primero, los partidos políticos opositores no lograron convencer a las personas para que salieran a votar. Segundo, al PRI le da con su voto duro para ganar elecciones en los Estados en los que ha gobernador siempre o en aquellos donde la oposición ha sido gobierno por periodos muy cortos, no más de dos procesos electorales. Tercero, las campañas políticas no lograron que los posibles votantes se interesaran en el proceso, sea por la falta de credibilidad de los políticos o porque los contenidos estaban llenos de lugares comunes que no mostraban soluciones o interés en solucionar los problemas que aquejan a la ciudadanía.
Es un hecho que en los procesos electorales se siguen realizando delitos electorales que impiden al ciudadano ejercer su derecho “un ciudadano, un voto”, ya que los partidos políticos que son gobierno siempre aprovechan los recursos del Estado para la compra de votos en los sectores más pobres o necesitados. Además, tendríamos que agregar el apunte del analista político Alfonso Zárate sobre el PRI: “sustituyeron la oferta programática por cientos, quizás miles de trueques: votos a cambio de “ponerse a mano” con chambitas, pequeñas obras, vehículos…” nada nuevo en el “nuevo PRI”.
El PRI es el mismo de siempre, no puede trabajar por la democracia porque su origen se lo prohíbe y ha entendido que mientras esta avance ellos envejecen. El problema, la interpretación, es que los partidos que promueven la “democracia” no han mostrado nuevas formas de gobernar que no recuerden al viejo (nuevo “estético”) PRI. Sus formas de pelearse el poder, su oscurantismo para operar y su descaro para robar y negarlo, sólo ha conducido a que las diferencias sean cada vez menos y más las coincidencias con el pasado.
Interpretación y hecho para concluir
Es un hecho que Enrique Peña Nieto no es todavía el presidente de México, sólo es el primero en las encuestas. Es un hecho que falta un año para las elecciones federales y que un Estado (Edomex) y su elección, como lo han querido ver muchos analistas, no es el reflejo de toda la realidad político electoral del país. También es un hecho que la izquierda partidista y la derecha no están cerca del PRI en las preferencias electorales y pasan por problemas internos para definir su estrategia electoral durante el 2012. Por último, es un hecho que todavía no hay candidatos “únicos” o con ventajas inalcanzables en las izquierdas y derecha.
La interpretación extrema de los victoriosos señala que ya el 2012 será algo procedimental. El otro extremo, los derrotados de hoy, divididos y confundidos, no lo consideran así, pero tampoco dan argumentos para revertir lo que pasa. Una tercera interpretación, que es a la que me apego, es que los procesos electorales indican realidades política “locales” y diversos eventos que trascienden a lo nacional, la única trascendencia que percibo a lo largo de 11 años, es que el ciudadano sale a votar cuando encuentra opciones viables en los partidos políticos, cuando se siente conectado con ellos, o sea, escuchado y cuando ve en el candidato cierto tipo de moral pública, sea un “saltimbanqui” o “tránsfuga” político, que pueda generar “reformas” en la sociedad. Cuando no se cumplen esas características, sólo vemos en las urnas a la clientela y voto duro de cada partido. El reto para los partidos de oposición al autoritarismo, más que una alianza en el 2012, es volver a conectar con los votantes, los ciudadanos, si no sucede, entonces sí, el PRI está en Los Pinos. Lo dudo, pero tampoco veo correcto que se deba votar por el menos malo, este sexenio es la muestra clara de lo que sucede cuando se abarata el voto.
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