No más sangreOAXACA, México.- ¿Cuántas manifestaciones en contra de la violencia se han registrado en México después de la alternancia a nivel federal?

Es muy probable que en la mente de los mexicanos se encuentren registradas aquellas donde el blanco predominó y lograron convocar a más de un millón de personas en la Ciudad de México. En el interior del país, la llamada provincia mexicana, este tipo de manifestaciones siguieron siendo, demasiado provincianas.

En su momento, realicé una crítica a la marcha “Iluminemos México” que se llevó acabo en Oaxaca, pues el discurso que se ocupó mostraba a una ciudadanía que se configuraba como incapaz de realizar un trabajo autónomo en favor de una mejor convivencia en sociedad. El discurso que en su momento se dio, sólo era para pedirle al “gobernador” que protegiera a sus hijos desvalidos (la sociedad).

En Oaxaca la sociedad civil sigue siendo todavía muy débil, pero sólo con la participación de los ciudadanos esta podrá seguir madurando.

A nivel nacional los resultados que las organizaciones de la sociedad civil han comenzado a dar son palpables e importantes, pues han logrado incidir en la agenda política y generar algunas modificaciones. Es muy cierto que todavía esto es mínimo, pues la instauración democrática todavía es un pendiente.

En este sentido, la sociedad civil mexicana sigue limitada por la falta de mecanismos que promuevan una mayor incidencia en el sistema político y el cómo se gobierna el país.

A pesar de esto, la sociedad civil ha comenzado a ocupar un lugar primordial en el México Contemporáneo. No hay que negar que los mexicanos estamos, apenas, comenzando a entender la democracia, valorar la libertad y hacernos responsables de nuestros actos. En el régimen autoritario se promovió la idea de que lo importante era la comunidad y que uno se debía a la comunidad al 100%. En ningún momento se reconoció al individuo y sus capacidades para influir en su círculo cercano, su calle, su colonia, ciudad y ser el motor de cambio para el país. Siempre existía una colectividad que era guiada por un líder mesiánico. La democracia sí reconoce la libertad individual y que el ciudadano, en determinado momento, decide participar en una colectividad desde su soledad, desde el yo, y no sólo arrastrado por una multitud.

Participar es importante para que nuestro país pueda construirse desde nosotros, el no hacerlo provocará que cada día sea mayor el avance de las propuestas que invitan al retroceso o el tener un gobierno autoritario, modelo “papá gobierno”, que provoque -otra vez- la inactividad ciudadana.

Por supuesto, por el momento no podemos hablar de que la mayoría de los mexicanos somos personas activas que hemos entendido el rol de ciudadanos que nos otorga la democracia. La sociedad civil sigue siendo una minoría y que entre más provinciano sea el territorio del país del que hablemos, más pequeña será la participación ciudadana y notaremos mayor control de los grupos corporativos, sean gobierno o gremios que negocian con el gobierno para que las dos partes sobrevivan.

Nuestra sociedad civil a nivel país sigue siendo:

  1. Reactiva. Sólo nos manifestamos cuando atentan contra nosotros.
  2. Defensiva. Sólo se activa la sociedad civil cuando ha pasado algo en nuestro mundo, siempre busca defenderse de los embates.
  3. Polarizada. Si pensamos en la activación del poeta Sicilia, sabremos que su acción se hizo de manera reactiva y defensiva, pues perdió a su hijo, pero también es importante notar que los llamados grupos “progresistas de izquierda” se han activado con él, antes no lo han hecho y sí han criticado la postura de aquellos grupos que califican como parte de la “oligarquía”, empresarios o cercanos al poder. Los grupos organizados de la sociedad mexicana no han contribuido a la reconciliación en la sociedad.

No son todas las características que se pueden enumerar de la sociedad civil mexicana, pero sí de las más notables en el “México del Narcotráfico”.

A pesar de estas cuestiones, comienzan a surgir cambios en la actitud que están tomando los actores más visibles de las organizaciones que piden un alto a la violencia y que la guerra pare. Esta nueva actitud tiene que ver con la nueva visión global de las cosas que están pasando en el país y la clara compresión de que se necesita incidir en la clase gobernante, de manera específica en el poder legislativo.

La parálisis legislativa en reformas que permitan la instauración democrática en estos 10 años, más la aparición de propuestas que conducen a la violación de los derechos humanos y las libertades civiles en este periodo de sesiones que acaba de concluir en el 2011, de manera específica la llamada Ley de Seguridad Nacional (LSN), ha tenido como consecuencia que la sociedad civil entienda que no sólo se trata de estar en la calle, sino que también hay que estar vigilante de lo que se vuelve ley.

No hay que esperar a que las cosas políticas pasen, sino prevenir estos hechos. Por supuesto, un escenario positivo sería que la agenda política se construyera desde la sociedad civil.

Se ha dado un nuevo paso hacia adelante, ya que la sociedad civil mexicana ha comprendido que es necesaria la Reforma del Estado, solo desde estos componentes se podrá instaurar la democracia. Ahora falta que ella misma aprenda a aceptar sus diferencias y tolerarse. Es importante la crítica, pero esta no se debe confundir con descalificación “estomacal”.

NOTA: Publicado el 9 de mayo en el suplemento político Ágora.