OAXACA, México.- Cada fin de año vemos las diversas listas que algunos medios de comunicación a nivel internacional y nacional sacan de cualquier cosa que consideran que ha sido lo mejor del año o lo más vendido, aunque tendríamos que reconocer que lo mejor no siempre es lo más vendido. En los libros como en la ropa, pasa lo mismo: hay autores de moda como hay marcas de moda.

Para Gabriel Zaid, en su libro El secreto de la fama (2009) muchos autores se han convertido en simples marcas que cumplen con los requisitos del mercado, más no con los de ser escritor. «Mediocris habilis» los llama Zaid, un escritor atípico para los tiempos que estamos viviendo, pero también un escritor de nuestro tiempo. Es atípico porque lo que busca es que lo lean, no que vean su foto en los suplementos literarios y culturales.

Es un escritor de nuestros días porque su trabajo siempre ha sido crítico hacia la cultura en nuestro tiempo y ha mostrado una gran lucidez para atacar lo que muchas veces vemos como algo normal y que no nos atrevemos a cuestionar.

Otra de las características atípica de Zaid, cuando se le conoce a través de sus textos, es la dificultad para clasificarlo bajo alguna de las dicotomías que tratan de simplificar las posturas públicas: izquierda/derecha, progresista/conservador, radical/centro, secular/religioso.

De lo que sí se puede estar seguro es que es un crítico e intelectual que aborda con valentía los temas que le interesan y en los cuales se ha especializado a lo largo del tiempo. Además, el humor, la amenidad que imprime en su escritura es algo que facilita su lectura.

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Una crítica al mundo editorial

En su libro, El secreto de la fama, Zaid aborda uno de sus temas recurrentes: la comercialización de los escritores e intelectuales en los medios de comunicación para hacerse famosos y obtener un tanto de poder.

El mismo nombre del texto da cierta idea de lo que con él persigue Zaid, pero ya adentrados en el se sabe que son muchos los caminos que construye el escritor para explicar un desenlace que es inesperado al inicio.

A lo largo de su texto, Zaid manifiesta una idea similar a la de milagro que plantea Hannah Arendt en La Condición Humana, la cual versa sobre la posibilidad de cambiar las cosas, por el simple hecho de ser humanos, para bien o para mal.

Zaid plantea por su parte, que el escritor muchas veces, cuando su vocación es la de ser escritor y no la de publicista, busca un milagro: dar a conocer sus escritos. Lo lamentable de la vocación de escritor es que ésta se ha perdido y en la actualidad no importan los textos, sino el autor.

Pero, para el escritor de vocación que aún subsiste, si logra “atrapar un milagro” es seguro que sus textos terminen hablando por él y tengan vida propia. En este sentido, el autor “se pierde de vista” y una simple frase suya puede motivar una discusión, una reflexión o un nuevo texto donde lo que importa es lo que dice, más no quien lo dice, asegura Zaid.

En cambio, las obras en la actualidad, según Zaid y concuerdo con él, se han perdido de vista ante el peso del autor que cada vez es mayor. En los medios de comunicación, sea prensa escrita, radio y televisión, importa más hablar del autor y sus relaciones sociales que de su trabajo. Esto lo reflexiona Zaid en uno de los primeros apartados de El Secreto de la fama : Atrapar un milagro.

Citar o no citar esa es la cuestión

Citas y aforismos, Citas exóticas, Citas abusivas, Citas acumulables y Nota al pie de las notas al pie, son otros temas que aborda Zaid en los que nos introduce en el grave problema de las “citas” y su abuso, una característica de la escritura de muchos escritores de nuestro tiempo.

Para Zaid, se está abusando de las citas, a tal grado que muchos textos que hoy leemos son recopilaciones de citas de otros autores, sean clásicos o de la edad moderna, que se han consagrado con el tiempo y que sirven al escritor como escalera para intentar demostrar que tan culto es.

Este vicio, de acuerdo con Zaid, hace que los autores terminen diciendo lo que ya se ha dicho, sin aportar nada, y que, entre tantos recortes, ya ni siquiera dicen lo que pretendía el autor original y que en el nuevo contexto esas citas no lleven a mucho o algún lugar en el texto: “Todo texto citado, por definición, está fuera de contexto (p.29), argumenta Zaid.

Vale aclarar que las citas sin duda son importantes.  Zaid no llega al otro extremo, cuando crítica el abuso que se ha hecho en nuestro tiempo de las citas: aconsejar no citar o de manera intencionada robar un fragmento de texto y no citar el origen, para tratar de ganar créditos en la elegancia del texto.

Zaid habla de lo importante que es utilizar la cita cuando es necesaria. Recordemos lo que plantea al respecto Umberto Eco en su texto Cómo se hace una tesis, donde señala que en los trabajos académicos las citas son necesarias y reconoce que en un inicio el que está elaborando un trabajo necesita soportar sus ideas en contraposición con otros estudios.

En este sentido, las citas sirven como una muestra de estar informado acerca del tema tratado y como una comprobación de sus dichos ante la crítica y lo que critica, de acuerdo con Eco. Una sentencia con la que el texto de Zaid no se contrapone, pues más bien éste hace una crítica del abuso de la cita, que muchas veces más que hacer lucir al escritor lo desnuda.

En torno a esto último, Gabriel Zaid apunta que, en nuestros tiempos, los autores sólo citan a otros autores que compartan sus ideas y los críticos nunca aparecen. No hay un debate entre el autor y aquellos que le son incómodos, con lo que se sacrifica una parte importante del texto, si no se le quiere llamar crítica, sí se le puede decir comprobación.

Citar o no citar también se convierte, de acuerdo con Zaid, en un medio para ganar cierta fama o estatus en el mundo del espectáculo cultural, muchas veces se cita a un autor a cambio de una cita.

Más o menos como el trending topic de Twitter, donde, entre más se repita una palabra en la que se encasilla un tema, más crecerá en la red social como un tema caliente del que todo mundo habla y podrá traspasar las fronteras de la red. Entre más citen a un autor, más alcance y publicidad podrá tener: “citar (o no citar) puede ser menos noble: un acto calculado en beneficio del que escribe, no del lector amigo, ni del autor citado”.

Zaid no idealiza el mundo cultural al que se refiere, lo ve de una manera realista. Para él, los autores en este mundo, en el que se desenvuelve todos los días, deben saber cómo obtener fama de manera expedita, aunque se tengan que corromper. Al final de cuentas, corromperse, o no, es una decisión personal.

Con cierto humor, Zaid recomienda que los manuales que indican como citar deberían incluir un capítulo sobre “mañas” para beneficiar al escritor que quiere adquirir cierta fama (p. 50, 51), y propone una, en el inciso “a” de su primer apartado: no hay que mencionar, “menos aun favorablemente”, a “los enemigos o competidores de quienes deben dar el visto bueno para que el texto se publique (aunque la omisión sea imperdonable en ese tema)”.

Autores, las estrellas del escenario

El secreto de la fama se puede dividir en tres grandes apartados, el primero de ellos, que ya fue abordado, es el de las citas, sus abusos y sus usos en favor del escritor, más que del texto y del lector.

El segundo apartado lo abordamos en seguida y tiene que ver con la forma en la que se mueve y se desarrolla un autor en el actual mundo editorial. En tanto que el tercero habla de la mediocridad a que nos ha llevado este vedetismo de los escritores movido por intereses mercantiles más que intelectuales, académicos o artísticos.

Si en algún momento consideramos que el mundo cultural es ajeno al capitalismo estamos en un grave error; aunque, después de leer a Zaid me ha quedado esa duda acerca de que el mundo cultural y literario es cada vez más ajeno al liberalismo y cada día se perfecciona más en el capitalismo, como régimen autoritario donde puede existir el capitalismo, más no el liberalismo . ¿Quién hace famoso a un escritor? El editor, que funciona como publicista.

El centro de la crítica de Zaid se halla en el segundo apartado llamado Organizados para no leer, donde demuestra, con argumento sólidos, que los editores son los grandes culpables de que existan libros plagados de errores por los que se consagra a escritores que ni dominan el tema, ni se han preocupado por hacer una revisión de los autores que ya han escrito sobre el tema que aborda su obra.

Lo que en realidad importa en el mundo editorial, de acuerdo con Zaid, es la facilidad que se tenga para hacer vida social en los grupos literarios, citar a los autores de moda, sentarse con la persona indicada, llegar y reconocer enseguida a los editores importantes y rendirles pleitesía. Hay que estar en el homenaje adecuado, en la presentación adecuada, aunque no se haya leído al autor, ni el libro que se está presentando.

La fotografía del autor, su vida privada, sus relaciones y sus contratos pesan más que sus trabajos literarios. Zaid demuestra esta cuestión cuando nos invita a observar los suplementos culturales que se publican en México, donde la gran mayoría realizan una función similar a la que tiene la sección de sociales o “vida in”.

La obra pasa a segundo término, lo que importa es el autor, los libros vendidos, las menciones que se han hecho de él, pero de la obra no hay nada. Lo mismo pasa con la entrevista, donde el periodista llega sin saber siquiera algo acerca de la obra pero sí sabe mucho de la vida personal del autor, y si de plano no sabe nada, pues que mejor que mostrarse interesado sobre lo que dice y preguntar más por duda que por conocimiento acerca del tema.

El texto ha dejado de importar, reitera una y otra vez Zaid para quien la primicia de toda obra en la actualidad, la tiene el autor y sus redes sociales en el mundo literario.

Ya desde el apartado Nota al pie de las notas al pie comienza a realizar observaciones sobre este problema, cuando dice que en los libros publicados actualmente, desde el título o nombre del autor, ya se pone (en una cita) una parafernalia de sus logros para tratar de anticipar al lector que “hay niveles”. Desde ese momento ya no importa el texto, pues se le ha dado prioridad a los logros del escritor, no al propio texto.

El autor se planta frente al público que le aplaude, mientras su obra permanece atrás del escenario. El público aplaude por algo que no ha leído. Cómo lo hizo el aplaudido, debe estar bien hecho, le entrega ciegamente su confianza por conchudez y por seguir en lo “in” del mercado literario.

Los años pasan y el autor se mantiene. Él pide su dosis de fama y el mercado quiere lucrar, un poca más, con “x”: le editan más libros, sus obras completas, ediciones de lujo, ediciones de bolsillo, ediciones comentadas, el objetivo es vender.

Zaid se pone técnico en Tres conceptos de obras completas, clásicos y bestseller para señalar que las “obras completas” son una obra en sí, algo creativo que hace el mismo autor pero que no son simples libros donde se reúne todo lo que ha hecho el escritor “como caiga” o quepa o ahorre unos pesos a la imprenta.

Las “obras completas” son un ejercicio literario y un reto para el autor, para que sus textos logren dialogar entre ellos, asienta Zaid. Pero, asegura que esto se ha perdido poco a poco o se ha tergiversado en favor del mercado y del propio ego del escritor.

Al anunciar con “bombo y platillo” que las “obras completas” de alguien traen en exclusiva una carta a su novia de pubertad, un texto personal que no estaba en su diario publicado hace años o los twitters privados con otros escritores o la historia con una amante, se vuelve a privilegiar la vida del autor, no de la obra.

La producción editorial en un mundo globalizado

En El secreto de la fama, Zaid incluye también dos subtitulos que son clave para entender cómo el mundo cultural y literario ha dejado fuera de su círculo, de luz y publicidad, a muchos autores que podrían constituir verdaderos milagros literarios.

El primero tiene el título de La teoría de la góndola el cual explica que el lugar que ocupan los libros en las librerías funciona de manera similar a las góndolas de las tiendas departamentales donde se ubican las playeras. En éstas, dependiendo de la oferta y demanda se da a los productos una distinta ubicación.

Lo preocupante es que son pocas las opciones que existen en una librería, la globalización ha reducido las posibilidades de ver góndolas con distintos productos, anota Zaid en una de sus aseveraciones más trascendentales en su texto.

El resultado de la globalización, señala Zaid, es que las grandes empresas ofrecen sus productos no sólo en su área local, su lugar de origen, sino que sus productos llegan a nuestra góndola local y así, poco a poco, las pequeñas empresas son desterradas.

Esto es muy cierto, hoy con la conectividad conocemos más y hay un mayor alcance, pero las opciones locales se reducen. En el caso de Oaxaca, en las góndolas prevalecen obras editadas por grandes empresas de la ciudad de México y de otros países.

Tenemos editoriales independientes en el estado pero ¿cuántos tienen tiempo y dedicación para buscarlas? ¿Cuántos conocen de estas editoriales artesanales que le dan más valor a las obras que a la promoción de los autores?

Entonces, ¿qué triunfa en este mercado literario? ¿Cómo se alcanza la fama en el mundo cultural y literario?

Qué hacer con los mediocres

En el tercer apartado del secreto de la fama, Zaid se pregunta: “¿qué hacer con los mediocres?” a lo que responde con ejemplos del poder del mercado y de la idea del progreso.

En  efecto, en el mundo literario del cual nos habla Zaid, se triunfa cuando se cumple con las reglas que este tiene y no porque lo que se hace sea de calidad. De allí que utilice el término mediocre.

Mientras la idea de progreso manifiesta que en la punta de la sociedad debe estar lo excelente, este requisito se pierde en pruebas y reglas que la persona destinada a ocupar el lugar en la punta debe de cumplir.

La subjetividad se impone, por ello se opta por las pruebas y mediciones mecánicas que no siempre dan como ganador al más competente en el área, sino “al más competente en competir, acomodarse, administrar sus relaciones públicas, modelarse a sí mismo como producto deseable, pasar exámenes, ganar puntos, descarrilar a los competidores, seducir o presionar a los jurados, conseguir el micrófono y los reflectores, hacerse popular, lograr que ruede la bola acumulativa hasta que nadie pueda detenerla. La selección natural en el trepadero favorece el ascenso de una nueva especie darwiniana: el mediocris habilis”, asienta Gabriel Zaid con humor y sin contemplaciones.

El texo original de esta reseña se publicó en el portal ADN Sureste

NOTA: Esta versión de la reseña titulada » Zaid y ‘El Secreto de la Fama» se publicó en www.vinculoinformativo.com.mx y su edición corrió acargo de la periodista Blanca Padilla.