El joven rostro autoritario del PRI del siglo XXI, un autorretraro del siglo XX

OAXACA, México.- No es una sorpresa que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y su aliado, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), realizaran la propuesta formal en el Congreso del Estado de México para evitar las llamadas “candidaturas comunes” entre diversos diversos grupos políticos para las elecciones que se avecinan en ese estado en el año 2011. Donde el tricolor tiene al político mejor posicionado para las elecciones del 2012 a la presidencia de México.
Desde el informe de gobierno de Enrique Peña Nieto, actual gobernador del Edomex y presidenciable por el PRI, había dado a conocer que estaba en desacuerdo con esas alianzas que, según él, no dejan claro los principios con los cuales van a gobernar y confunde al pueblo. La cuestión es que él puede estar en desacuerdo pero ¿qué pasa con aquellas personas, sean políticos profesionales o ciudadanos, que están de acuerdo con que se realicen candidaturas comunes? ¿puede ser que la base de estas candidaturas comunes sea el hartazgo hacia una forma de gobierno? ¿puede ser la democracia la base común de ellas a pesar de sus inconsistencias? ¿Por qué un político decide lo que entiende y no el “pueblo”?
La maniobra que se ha realizado en el Estado de México para evitar posibles “candidaturas comunes” por parte de los opositores, resulta ser meramente coyuntural y no un verdadero esfuerzo por garantizar la institucionalización de la democracia. Este tipo de reformas solo dañan la instauración de la misma en México, pues niegan la posibilidad de participación de diversos organismos políticos unidos bajo una misma opción, pero también manifiestan el no reconocimiento del ciudadano como el elector de quién quiere que gobierne.
Es muy cierto que las “candidaturas comunes” resultaron ser un éxito en estados como Puebla, Sinaloa y Oaxaca, pero esto no sólo se debió a la unión de los partidos de oposición, sino también a las crisis de gobierno que los partidos políticos y gobernantes habían manifestado a lo largo del tiempo en estas entidades. Resulta todavía más importante, observar que las elecciones donde hubo candidaturas comunes fueron decididas por una participación ciudadana inusitada, que no sólo se debió a la apuesta de los partidos políticos que resultó demasiado riesgosa después del 2006, pero que encontró resonancia en los votantes debido a las propias crisis de gobernabilidad que vivieron los estados.
En este sentido, generar un mecanismo para limitar las formas de participación de los partidos políticos en procesos electorales, es también limitar las opciones de los votantes para elegir una determinada opción con consenso para poder (intentar) gobernar.
Es entendible, desde la lucha por el poder, que se utilice a las instituciones y los puesto de poder para intentar generar escenarios que favorezcan al actual grupo que gobierna, pero estas prácticas son condenables desde la democracia, ya que los intereses manifestados por Enrique Peña Nieto son personales y pensando en su futuro político, pues ¿cómo es que un gobernante puede decidir sobre lo que opina o debe opinar su ciudadanía? Lamentablemente, la falta de mecanismos para que los ciudadanos puedan incidir de mejor manera en las decisiones de gobierno han permitido que se atropelle y limite la participación electoral en el Estado de México. Saber que existen políticos que tienen este tipo de ideas es preocupante, más que lamentable. Aunque tendríamos que decir, el PRI siempre será el partido autoritario que reprimió a los mexicanos durante el siglo XX.

Nota: Publicado en el Suplemento Ágora el 20 de septiembre de 2010