¿Una prensa secuestrada en Oaxaca?

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OAXACA, México.-El siguiente texto es una propuesta en general para regular la publicidad oficial o comunicación social del gobierno del estado de Oaxaca en los medios de comunicación. Para realizar este cometido, se realiza primero una breve revisión de la Transición Política Mexicana (TPM) y los medios de comunicación a nivel nacional. Después, una serie de reflexiones sobre los medios de comunicación en Oaxaca que hace énfasis en su comportamiento y el proceso electoral que condujo a la alternancia de partidos políticos en el poder ejecutivo estatal. Enseguida se presentan consideraciones teóricas sobre la democracia y los medios de comunicación. Basados en estos preceptos se plantea la transparencia y rendición de cuentas en un sistema de pesos y contrapesos con participación ciudadana para la designación de publicidad oficial.

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Transición política federal y medios de comunicación

El año 2000 significó el fin “formal” del régimen autoritario priista que gobernó a México durante gran parte del siglo XX. Como consecuencia de este hecho, diversas cuestiones han cambiado en la sociedad mexicana (sistema social), el sistema político y su relación con otros subsistemas que han permitido la aparición de una pluralidad inusitada en el país: vivimos en una sociedad compleja y llena de posturas políticas, todas enmarcadas en la democracia o al menos toleradas.

Al mismo tiempo, es necesario reconocer que diversas cuestiones que caracterizaron al viejo régimen autoritario mexicano, siguen sobreviviendo. La corrupción, la falta de participación, rezagos sociales, materiales, educativos y la falta de canales de participación ciudadana siguen demostrando que estamos lejos de una democracia instaurada y consolidada. Pero también, es importante reconocer que los mínimos que se han implantado de manera institucional, permiten que la democracia en México siga existiendo. Aunque su viabilidad y sobrevivencia se ha complicado en los últimos años de la primera década del siglo XX.

La transición política federal, como he sostenido en diversos escritos, sacrificó muchos aspectos para que pudiera llegar a buen término. Entre ellos, y para la razón que motiva este texto, destaca la falta de alternancia de partidos políticos en los poderes centrales estatales que provocaron la aparición o potenciación de diversos “feudos autoritarios”, caracterizados por ensalzar las formas y el fondo con el que se rigió el poder político a nivel federal en el siglo pasado. En este sentido, las prácticas autoritarias locales lograron sobrevivir a diversos cambios que ha vivido el país desde el año 2000, pero también se han convertido en un freno para el avance de la democracia. Ante ello, persiste una cultura autoritaria que se confronta de manera continua con la cultura democrática o cívica que la sociedad civil ha promovido, ocasionando un juego de suma cero en el cual la democratización del país está saliendo en números rojos.

Diversos autores como Marco Levario Turcott (2002 y 2010), María Amparo Casar (2005), Ernesto Villanueva (2006), entre otros, han señalado que una de las cuestiones que ha sobrevivido al avance de la democracia, es la relación entre los medios de comunicación y los diversos niveles de gobierno en México caracterizada por el verticalismo no democrático. La consecuencia es la persistencia del viejo control de la libertad de expresión por parte de los gobiernos, se sigue cooptando al periodismo por medio de cuestiones económicas. Con ello, se localiza que la repartición de publicidad en los medios de comunicación escapa a cualquier órgano regulador, procedimiento legal, transparencia y rendición de cuentas de cara a la ciudadanía. En otras palabras, la subjetividad con la que se guía el reparto de la publicidad de los gobiernos funciona como un intercambio y/o respaldo a la postura oficial, impidiendo el desarrollo pleno de la libertad de expresión, de prensa y que exista la pluralidad de pensamiento en los medios de comunicación, o sea, seguimos asistiendo a unos medios que carecen de policentrismo1 y, lo más preocupante, funcionan como una fachada de la naciente pluralidad de los grupos sociales que conforman la sociedad mexicana. En el fondo, el disfraz sólo ha demostrado la lucha encarnizada por el poder y mantener cierto status quo que no se terminó con la transición.

Es muy cierto que a nivel nacional el avance de la libertad de expresión y la pluralidad en los medios de comunicación es amplia, pero esto se ha debido en gran parte a la posibilidad de tener fuentes de ingresos alternas para intentar mantener cierta autonomía de los recursos del estado, como es la publicidad de grandes empresas. Por supuesto, no se debe demeritar el trabajo que hicieron muchos medios en los años de la transición política federal para que esta pudiera llegar a buen término. Estas cuestiones, tanto positivas como negativas para la democracia, tuvieron el lamentable costo de la autorregulación y el hecho de que nadie verificara a los medios bajo la argumentación de dañar “la libertad de expresión y prensa”. También, el mismo devenir del trato a los eventos noticiosos ha conducido al amarillismo y sensacionalismo para generar mayores ventas, evitando -la mayoría de las veces- realizar un periodismo serio, profundo y más responsable ante los lectores. Ante ello, cada día es menor la responsabilidad social de los medios de comunicación y mayores las denostaciones unilaterales en contra de aquellos grupos que no son bien vistos por los dueños de los medios2 o las peleas constantes entre empresas periodísticas por intereses netamente particulares.

Los medios de comunicación han demostrado muchas caras para evitar el debate sobre las condiciones en las que operan y se relacionan con el poder político. Por más que hagan programas para ayudar a la sociedad mexicana, creen fundaciones, den premios a empresas sociales y generen recursos para la educación, el fondo de las cosas muestra un poder sin verificación, son intocables y han antepuesto los dichos del expresidente Ernesto Zedillo para defenderse cuando este se manifestó en contra de algún tipo de regulación “Son preferibles los excesos, dijo Zedillo, a pretender coartar la libertad de prensa (Tucott, 2002: 189 p.)”.

Las consecuencias han sido monumentales, no exagero: la prensa ha hecho y desecho vidas públicas, condenado y edificado posturas políticas y ha operado para -muchas veces- dejar de lado diversos tópicos que le interesan a sectores de la sociedad. La prensa en la democracia mexicana sigue operando de manera “autoregulada” y con cliches que sólo buscan el beneficio individual, como la siguiente lista que menciono y que no es exhaustiva, pero si muy demostrativa,basada en el ensayo de Marco Levario Turcott “Los medios y la violencia” (2010: 4-9 pp.):

  • Hay resistencia a la autocrítica por parte de los dueños, directivos y profesionales de la información. Esto va a contra corriente de la persistente vigilancia de otros ámbitos públicos. Se ha generado la falta de una dinámica recíproca entre la crítica periodística y la revisión de los patrones y la calidad con la que esta se ejerce.
  • Los medios han dejado de alentar a la democracia y se han dedicado a reproducir y perfeccionar prácticas sensacionalistas y amarillistas. Además, son pocos los medios que hacen públicos sus criterios editoriales y sus compromisos profesionales o éticos.
  • Las prácticas que han reproducido en esta década solo les ha traído cuantiosas ganancias económicas y presencia en el orden político como un poder fáctico que cada día le disputa el poder al gobierno, sin que este último tenga reglas claras para el juego. En efecto, si en el autoritarismo los medios salían en defensa del “presidencialismo omnipresente”, en la actual democracia mexicana los medios sólo se dedican a denostar el trabajo de los gobiernos sin que esto forzosamente implique una crítica. Sigue haciendo falta una prensa crítica, que aprenda a criticar los errores y aplaudir los acierto, pero sobre todo esto, carecemos de una prensa que quiera abandonar su “resistencia cultural” para discutir sus contenidos con la sociedad civil.
  • La prensa ya no sólo es una tribuna de discusión, también es un tribunal que dicta sentencias ante los eventos que llegan a sus manos.
  • En defensa de la llamada libertad de expresión, los medios no han respetado en muchas ocasiones los derechos de quien se siente ofendido, agredido o subido a un espacio público; o sea, nada garantiza que se respete, por ejemplo, el derecho de réplica que ellos mismo regulan a su arbitrio. Además, la forma en la que opera es en la mayoría de los casos unidireccional, pues no ofrece vías de comunicación garantizadas a los ciudadanos, convertidos en televidentes, lectores o radioescuchas para este caso.
  • Los medios no han promovido las reformas constitucionales y reglamentaciones que permitan que la libertades en esta materia sean ad hoc con el sistema democrático, prefieren todo estático con su propia “autoregulación”.
  • En México no hay Observatorios de Medios. Es por ello que no hay un compromiso de los medios con la democracia.

En el fondo, los medios han evitado su responsabilidad social en la democracia y con la ciudadanía. Primero, los medios electrónicos usufructúan un bien público concesionado. Es muy cierto, cumplieron con la ley para obtenerlo, pero al adquirir derechos sobre lo que tienen, también tienen obligaciones que cumplir: informar, orientar, educar y entretener.

“El primer problema es que ni los derechos que adquirieron ni la responsabilidad que asumieron están, en realidad, bien definidos. Ambos deben ser revisados. No hay cosa más perniciosa que la falta de claridad en la definición de los derechos y obligaciones de las personas, de las empresas, de las entidades públicas o, para el caso, de cualquier forma de organización. Si no sabemos cuáles son nuestros derechos no podremos ejercerlos. Sino sabemos cuáles son las responsabilidades no podemos cumplirlas ni tampoco exigirlas (Casar, 2005: 46 p.).”

En efecto, lo que ha provocado la “autorregulación”de los medios y la falta de un entramado legal claro y actualizado a la nueva realidad del país es la aparición de un limbo en el cual se explica todo y a la vez nada; los excesos se justifican bajo las normas de las libertades y al mismo tiempo, la censura, disfrazada de diferencias editoriales, se explica desde la autointerpretación de las libertades. Por ello es necesario avanzar en la definición de los derechos y las responsabilidades en esta materia, porque de no hacerlo, la responsabilidad social que los medios deben de cumplir seguirá extraviada en inconsistencias jurídicas. Los medios tienen una responsabilidad social mayor porque son “un servicio de interés público”. Además, porque la actividad del periodismo es de “alto impacto” para toda la población ya que su influencia es determinante para la formación de la opinión pública.

“Porque no son sólo la arena en la que la pluralidad de opiniones se manifiesta sino que son actores ellos mismos. Porque además de expresar la diversidad política, tienen un instrumento privilegiado para hacer política. Porque tienen la capacidad para fijar la agenda pública y para enmarcar el debate. Porque pueden revelar tanto como esconder, porque pueden construir tanto como destruir, porque como diría Sartori, son la ventana por la que el ciudadano se asoma al mundo de la política (y no sólo de la política). Y, no menos importante, porque son destinatarios de los recursos públicos dedicados a las campañas políticas y a la comunicación social (Casar, 2005: 47 p.).”

Es muy importante que los medios realicen estas cuestiones, no solo es su obligación, sino su derecho, pero debemos comenzar a exigirles que cumplan con sus responsabilidades. Por supuesto, es necesario regular las capacidades antes mencionadas. Así como los medios han funcionado como un contrapeso e instrumento para expresar la pluralidad, para conocer opciones, para que los partidos compitan, para que los gobernantes rindan cuentas a sus gobernados, es necesario que ellos se sometan a un proceso similar. En efecto, el poder de los medios debe ser regulado, los derechos, obligaciones y responsabilidades deben ser claras y estar estipuladas. Ya no debe existir una discrecionalidad como la actual. Ya no se trata de que los medios se “autoregulen” y con ello terminen haciendo añicos el derecho de réplica, de rectificación y la reparación del daño.

Medios de comunicación en Oaxaca3

En Oaxaca sucede algo similar a lo que ha pasado a nivel nacional, pero tendría que agregar, como he sostenido en otros escritos, que la prensa oaxaqueña es 100% autoritaria. La posible liberalización de los medios no ha existido y los espacios que se lograron a nivel nacional para diversificar las voces, muchas veces han sido utilizadas para poder crear una fachada hacia lo público, sin la necesidad que hayan cambiado en el fondo. Desde mi postura, lo que ha sucedido en Oaxaca, es que al sobrevivir el régimen autoritario en lo local, las libertades de la democracia permitieron articular y enmendar un discurso con características democráticas que permitía la pervivencia de usos y costumbre netamente autoritarios.

A grandes rasgos y sin ser una lista exhaustiva, puedo destacar los siguientes puntos sobre el comportamiento de la prensa y los dueños de los medios en todo el estado, sea prensa escrita, en papel o internet, radio y televisión.

  • Los medios operan como “medios” para comunicar lo que el político declara, no para el lector, sino para el grupo político contrario.
  • En los medios oaxaqueños reina la declarocracia.
  • Son centros de denuncia “personal”, donde la crítica se utiliza para destruir, sea real o falsa la información.
  • No sólo reflejan las actitudes y los valores de la sociedad, también crean la “demanda” que los hace existir.
  • El mercado de los periódicos en Oaxaca está acaparado por dos grandes medios que se distinguen o distinguían por su actitud ante el régimen.
  • En estos últimos años han aparecido ofertas informativas que se han mantenido en circulación, pero han vuelto a reproducir las prácticas de los viejos medios de información.
  • A pesar del surgimiento de ofertas informativas, siguen sin existir medios “analíticos”, caracterizados porque no sólo fungen como agentes de información y denuncia, sino que realizan una labor más importante: difundir y promover valores y prácticas acordes a la democracia. Buscan educar a los individuos para entender y asimilar el funcionamiento de la misma. Este modelo, no sólo sirve para transmitir información sino que también sirve como un espacio de “socialización democrática”. La apuesta del medio es clara, busca la transición del régimen autoritario hacia uno democrático. Estos diarios escapan de lo coyuntural para darle a su línea editorial una congruencia con la “visión” de futuro que quieren para su sociedad.
  • Retomando el punto anterior, en Oaxaca sólo existen medios de denuncia, pueden evadir la responsabilidad de tener una línea editorial, pues sus páginas son ocupadas por sus columnistas que disparan en contra de los enemigos del P-U-E-B-L-O, sean pro gobierno o contras. La característica esencial, es que ellos se suben en el discurso de “salvadores” por divulgar la verdad, aunque esta no pueda ser verificada.
  • La gacetilla es el medio por excelencia para mostrar el servilismo de los medios hacia los poderes políticos.

Mi postura puede ser ubicada como pesimista, pienso que no es así, es importante verificar el comportamiento de los medios durante el conflicto del 2006 y -para mí más clara- en el proceso electoral del 2010, donde el poder económico y los pedidos del Estado fueron evidentes. Desde denostaciones cantinflescas que un día decían una cosa sobre el grupo enemigo, como al día siguiente lo acusaban de una cuestión que contradecía lo antes dicho. Por supuesto, los ataques cayeron en lo risible, en el insulto al propio lector. Lo más preocupantes fue la difamación que se hacía de los políticos, el uso de la imagen y modificaciones de las fotografías para tratar de ensalzar al político de manera positiva o denostarlo. Las notas escandalosas donde se acusaba a determinada persona por algún delito, nunca estaban firmadas, ni presentaban pruebas y sí estaban llenas de adjetivos calificativos. En este sentido, los medios terminaron desnudos ante la inminente necesidad de obtener poder. Al final, como en toda contienda electoral, hubo ganadores y perdedores.

La cuestión es que la prensa no ha perdido hasta este momento la forma en la que se relaciona con el poder político, pues existe la posibilidad de que el modelo de relación entre clase política y medios de comunicación sobreviva. Ya el periodista Pedro Silva lo anotaba “Siendo realistas, esto no cambia con la alternancia en el gobierno, Gabino Cué Monteagudo no representa un verdadero cambio para la prensa en Oaxaca, cambiamos de actores, las prácticas seguirán hasta en tanto los periodistas no asumamos la responsabilidad profesional que tenemos a cabalidad (2010: 22 p.)”. Coincido con él, la alternancia de partidos políticos no cambia las relaciones entre la prensa y el gobierno, para ello se necesita que existan una serie de transformaciones que provoquen el surgimiento de un relación con institucionalidad democrática, o sea, clara, verificable, sancionable y horizontal. Mientras no se haga esto, sólo será un cambio de diario oficial, pues seguirán haciendo falta mecanismo para la obtención de recursos en un territorio donde el Estado es el “Gran Capitalista”4.

“La misma noche del 4 de julio, mientras muchos periodistas oaxaqueños lloraban aun la derrota del candidato oficial al ver peligrar su coto, un reportero joven que inicia en estos menesteres tecleó en twitter: ‘ja, entonces ahora Noticias será el periódico oficial(Silva, 2010: 22 p.)”

Esta cita es totalmente esclarecedora, mientras no exista una relación horizontal, transparente y soportada por una serie de procedimientos que cumplir, la prensa, para poder sobrevivir, seguirá reproduciendo el triste patrón de ser simplemente una vil empleada del gobierno en turno. Es muy cierto, el comentario de “twitter” muestra la preocupación de la prensa actual, saben que si nada se reglamenta, con el uso y costumbre actual sobrevivirán, pero esto no contribuye en nada la formación democrática, ni garantiza tener una verdadera libertad de expresión. Los únicos que han perdido con este modelo son dos sectores importantes. Primero, los periodistas de a pie, con ello me refiero a todos aquellos que viven de estar cubriendo la nota y los eventos y que para sobrevivir también la hacen de agentes de venta de publicidad de los medios en los que trabaja con los diferentes niveles de gobierno. En este sentido, ¿cómo verificar la honestidad periodística de los trabajadores de la información cuando reciben dinero de aquellos que deben investigar, monitorear, etc? Todo vuelve a quedar en algo netamente personal, pero en la democracia esto no puede ser así, es una trampa autoritaria, pues en un sistema libre las cosas deben ser claras hacia lo público y verificable por los ciudadanos, no sólo quedar atrapadas en la conciencia individual. Por ello no coincido con Romero-Cuevas (2006: 54 p.) cuando señala que:

“por otro lado, los medios impresos presentan sus propios rezagos, siendo el principal y más profundo el de la falta de lectores. Y aunque esta situación no es privativa de Oaxaca, sin duda es un punto que continúa obligando a las empresas periodísticas a tener relación (en la mayoría de los casos seria, transparente e institucional) con instituciones de gobierno y grupos de carácter político, aunque muy a menudo eso genere el cuestionamiento de los lectores sobre la objetividad del medio impreso, porque ahí aparecen inserciones o publicidad gubernamental o de agrupaciones políticas y eso es asumido como un compromiso para ser condescendiente con el poder público, cuando en la gran mayoría de los casos no es así”.

El mayor provecho que le sacan los grupos políticos en Oaxaca a los medios de comunicación es llenarlos de boletines, lo cual no tiene una relación directa con la calidad de las notas o las investigaciones periodísticas. La gacetilla es la mayor publicidad que se lleva el medio oaxaqueño, manejado como boletín, comunicado o en el hecho más descarado, firmado como una nota del medio: redacción, staff, etcétera. El entregar una factura por compra de publicidad no hace una relación transparente. Cuando se prefiere reproducir un boletín en un diario en vez de una nota reporteada, se está siendo condescendiente con el poder público, con aquel que ha puesto el dinero. La postura se me hace demasiado tibia y culpa a factores externos, evadiendo la responsabilidad de los medios de comunicación y tratando de ocultar la cultura autoritaria que pervive en ellos. Por otra parte, la relación entre medios y poder en Oaxaca tiene demasiadas décadas de existencia, esto ha conducido precisamente a que se fortalezca la cultura de servilismo de los medios hacia el gobierno. Considero más viable hacer una revisión del funcionamiento del sistema político oaxaqueño autoritario en comparación con las teorías que hablan sobre los regímenes autoritarios para comprobar que es un modelo de relación vertical el cual se crea entre poder político y medios de comunicación, que una falta de lectores.

Democracia y medios de comunicación

Antes de presentar una propuesta que puede superar cuestiones éticas o morales sobre la relación entre los medios de comunicación y el gobierno en Oaxaca, reflexiono sobre lo que en párrafos anteriores he hecho notar sobre los problemas que enfrenta la prensa y los que genera a la democracia. El problema de la prensa es su financiamiento en Oaxaca y este trae como consecuencia que los medios abandonen sus responsabilidad social, teniendo como resultado que se dañe la construcción democrática por intereses personales tanto de los dueños y directivos de los medios, como de aquellos grupos que quieren mantenerse en el poder.

Ante esta breve conclusión anticipada que he señalado en el párrafo anterior, tengo que decir que la solución al problema está conectada con el primer problema. Me explico. Para que los medios de comunicación puedan comenzar a tener mayor libertad de prensa es necesario que cuenten con un financiamiento que no ponga en riesgo el periodismo, o sea, que este se ejerza como un contrapeso a los otros poderes y, al mismo tiempo, los otros poderes lo puedan contrapuntear con ideas, más no cerrando la cuestión de los recursos. Si esto se evita, los medios de comunicación tendrán una base para promover el policentrismo que se necesita en una opinión pública democrática. También perderá validez ese discurso que justifica el servilismo a cambio de contar con condiciones económicas para vivir. Aunque el modelo no garantiza que exista una responsabilidad social de los medios de comunicación, sí permite quitarles pretextos y generar definiciones sobre derechos, responsabilidades y obligaciones.

Es muy cierto que los medios de comunicación no son responsables únicos de la realidad del país, pero sí son responsables de la manera de cómo informan. En este sentido, los medios participan de las percepciones sociales. “Estas son el proceso inicial del conocimiento sobre cualquier cosa o fenómeno que se halla sujeto al análisis de cifras y tendencias que verifican o desmienten a la percepción”. La preocupación en este tema a crecido de manera plural, pero todo va encaminado a la responsabilidad social de los medios de comunicación. Federíco Reyes Heroles, citado por Turcott (2010: 5 p.) diría que:

“Más que pensar en los deberes de la autoridad pienso en nuestro papel como sociedad, en particular como aquellos que tenemos el privilegio y la enorme responsabilidad de tener foros, de incidir en la generación de información, en su interpretación, en la forma en como los ciudadanos reciben y leen los hechos que vivimos”.

Por ello, es necesario que se haga un deslinde claro de responsabilidades sobre qué corresponde a las instancias de gobierno y qué a los medios. Coincido con Turcott sobre la responsabilidad social de los medios, que es trascendental en estos momentos donde el país entero vive una guerra contra el narcotráfico, la haya empezado quien la haya empezado:

“En mi opinión, los periodistas no son, o no deben, ser mensajeros. Su función no es difundir recados, claros o cifrados, o boletines de ninguna especie. No son objetos de la propaganda. El profesional de la información es un intermediario entre la sociedad y los hechos que le comunica. La manera en como lo hace es lo que determina la calidad de la información. El asunto es de la mayor importancia dado que… implica a los medios la responsabilidad de no ser correa transmisora de la política de comunicación que desde 2006 también tiene la delincuencia organizada (2010: 8 p.).

Es por ello que el periodismo debe anteponer la transgresión de la ley, sea quién sea el causante, como la materia principal para denunciar todo aquello que dañe a la democracia. Ante la aseveración que se ha vertido en los medios sobre si el periodismo en México ha sido secuestrado por el crimen organizado, ocupo esta cuestión para preguntar si ¿el periodismo en Oaxaca ha sido secuestrado por el viejo régimen autoritario? Respondería con un sí y no o al inicio sí y después sí, pero con síndrome de estocolmo. Puede ser que al inicio de la formación del régimen autoritario la prensa haya sido perseguida y cooptada por medio del financiamiento para hacerla encajar en el lugar que le tenía destinado el autoritarismo priista. Con el paso del tiempo, a la prensa le agradó este lugar, se volvió su forma de vida y aceptó la relación de secuestrada que le ofreció el poder político, caracterizado por una relación vertical. En Oaxaca, el sídrome de estocolmo se desempeño de manera ejemplar, sin un error. Las elecciones del 2006 presentan a una prensa enamorada de su secuestrador, no sólo habituada a vivir de esta manera, sino trabajando para que la situación no cambiara y pusiera en riesgo el nicho de cohabitación que habían logrado, construido desde hace décadas. Por ello, no debe de sorprender que se haya descarado de tal manera en su cobertura sobre el proceso electoral, pero la realidad esta vez superó a la percepción que se intentaba generar sobre la “verdadera realidad” de la prensa. Quien ha terminado con esta ruptura ha sido la participación ciudadana, puede ser que ante la incomprensión de lo que ha sucedido, la prensa se sienta sola e incómoda, viviendo una soledad en ruido donde todos dialogan y ella no es invitada a la discusión, ni tomada en cuenta. La responsabilidad de la prensa en Oaxaca ahora se discute desde la ciudadanía y se le intenta limitar, ponerle un contrapeso, pero para llegar a buen término, se necesita que su relación económica con el Estado sea clara y no como ha sido hasta este momento.

Hasta aquí he intentado demostrar que es necesario terminar con esa correa que ata a la prensa con el gobierno. Me refiero a terminar con el “modelo” de relación discrecional con la que los gobiernos asignan paquetes de publicidad a los medios de comunicación. No es un asunto menor, sí el inicio de la liberalización de la prensa en Oaxaca del “gran capitalista”, quedarán en la orfandad aquellos que no logren entender la democracia; además de promover la expansión de la transparencia y el derecho a la información. Ante esto, es importante la equidad de la publicidad gubernamental en los medios de comunicación.

¿Por qué el gobierno tiene que dedicar recursos a la publicidad? Porque esta es una herramienta que permite a las personas ensanchar el derecho a saber. Villanueva (2010: 27 p.) diría “La información es la base de conocimiento. El conocimiento es un ingrediente esencial de la educación. Una persona informada y formada puede estar en condiciones de ejercer escrutinio público sobre cómo el Estado invierte en los distintos rubros del presupuesto público. El quehacer público requiere observancia permanente para crear una cultura de rendición de cuentas y, como efecto reflejo, una cultura de exigencia, que dé sentido a esas frases de mandantes -nosotros- y mandatarios -los gobernantes- , nuestros empleados”. La información es la base para generar debates sobre el trabajo del gobierno en los sectores ciudadanos que conduzcan a mejores participaciones en la creación de políticas públicas que terminarán incidiendo en el mejoramiento de las sociedades, pero sobre todo en el estado de ánimo de la población. Los medios son el canal adecuado. Por supuesto, coincido con Villanueva cuando señala que “Se requieren reglas jurídicas de contenidos y de mecanismos de asignación para que esa publicidad pueda cumplir un cometido democrático (2010: 27 p.)”.

Tendríamos que hacer una distinción de la función de la publicidad oficial en el régimen autoritario y democrático para terminar de aclarar esta idea, aunque termine siendo repetitivo. En un régimen autoritario, la publicidad es un instrumento de coacción; mientras que en una democracia contemporánea es una razón de Estado, ya que se difunden derechos ciudadanos y acciones sociales. En el caso de la no democracia, se promueve la imagen del gobernante y se utiliza para destruir a los adversarios políticos.

Mientras no existan reglas claras sobre la repartición de recursos publicitarios, el sistema de prebendas para los medios seguirá existiendo y dependiendo del comportamiento de este último aumentará su partida presupuestal o disminuirá, impidiendo el libre desarrollo de la “libertad de expresión y prensa”.

A las cuestiones esbozadas, tendríamos que sumar que los recursos económicos con que se maneja el gobierno son del pueblo o al menos de aquellos que pagan impuestos, por ello es necesario que exista la transparencia, para saber en que se están ocupando los recursos públicos y evitar que los gobernantes sigan pensando que el dinero con que gobiernan es de ellos y no de la ciudadanía.

Si en México no se han modernizado los criterios de asignación de pautas publicitarias, se debe en gran parte al ciclo vicioso en que los medios han vivido, pero también a la nula cultura sobre la función social que desempeñan en la democracia. Según Villanueva, siguiendo las Recomendación número 99-I del Comité de Ministros del Consejo de Europa, “las medidas de apoyo a los medios (en las que se incluye la publicidad gubernamental) se justifican por razones de ‘pluralismo’ e ‘independencia de los medios’ y ‘deben otorgarse sobre la base de criterios objetivos y no partidistas y en el marco de procedimientos transparentes y sujetos a un control independiente (2010: 28 p.)”. Con esta forma de entender las pautas de publicidad gubernamental, se intenta promover la promoción del derecho a la información, el pluralismo informativo, la diversidad y generación de masa crítica a través de capacitación de periodistas y organizaciones civiles como de publicaciones especializadas que cumplen con la formación de cultura, provocando que se cumpla la función social de los medios.

En el caso de América latina, Villanueva (2010: 28 p.) destaca que para generar una ley de transparencia y equidad publicitaria gubernamental efectiva es importante considerar:

  1. Diferenciar y precisar criterios según se trate de medios de información general o medios especializados;
  2. Introducir la variable de información de interés público, tanto en los contenidos del mensaje publicitario como en el tipo de información general que oferta el medio susceptible de recibir recursos públicos;
  3. Prohibir la denominada “gacetilla”;
  4. Prohibir la imagen personal de los gobernantes y de elementos que pudieran razonablemente suponer que el mensaje publicitario tiene como propósito hacer propaganda, en su sentido más amplio;
  5. Certificar tirajes o niveles de raiting, según se trate de medios de información general o medios especializados que desean recibir recursos públicos por concepto de publicidad; y
  6. La creación de una entidad independiente honoraria de asignación integrada por medios, periodistas y representantes de la sociedad.

Propuesta con contrapeso ciudadano

Después de haber expuesto la situación en la cual se localiza el periodismo oaxaqueño, revisar de manera sintética, las recomendaciones y posibilidades de reglamentar las pautas publicitarias oficiales que se realizan en diversos niveles de gobierno, considero necesario, para contribuir con el avance democrático en Oaxaca y el desarrollo del policentrismo en los medios de comunicación locales, la reglamentación y la transparencia en la asignación de pautas publicitaria de los diversos niveles de gobierno en Oaxaca.

Para realizar esta cuestión, no sólo creo que se debe crear una reglamentación, sino también un Observatorio Ciudadano de Medios en Oaxaca, este es precisamente el ingrediente ciudadano de la propuesta. Teniendo este observatorio, la sociedad civil podrá participar en la verificación de los contenidos de los medios de comunicación y funcionará como un tercer elemento en la relación entre el gobierno y los medios de comunicación.

Entre las funciones de este Observatorio de Medios, se pueden localizar cuatro ejes trascendentales que agruparían una serie de funciones:

  1. Verificación de la publicidad oficial y equidad publicitaria.
  2. Comportamiento de los medios de comunicación y cumplimiento de la responsabilidad social.
  3. Respeto a los derechos de los ciudadanos en los medios de comunicación y orientación para ejercerlos.
  4. Investigación y capacitación de periodistas, grupos de la sociedad civil y ciudadanía en general.

Propongo que para asignar las pautas publicitarias y eliminar las asimetrías entre un medio y otro se respeten las diversas recomendaciones internacionales, entre las cuales destacaría como un modelo de transparencia, rendición de cuentas y equidad publicitaria las siguientes:

  1. Realizar un reglamento único de asignación publicitaria para todos los niveles de gobierno en Oaxaca.
  2. Certificar los tirajes, niveles de audiencia radiofónica, raiting y visitas en internet para tener datos verificables del alcance de los medios de comunicación. Considero importante que esto lo realice una empresa u organización respetada a nivel nacional e internacional, con el apoyo del aparato jurídico en Oaxaca, en este caso, de manera específica, los notarios públicos.
  3. Prohibir la “gacetilla” y la promoción personal de gobernantes.
  4. Designar un porcentaje especial para promover la aparición de nuevos proyectos de medios de comunicación especializados y asignar pautas publicitarias por un periodo de tiempo para permitir que el medio intente permanecer en el mercado.
  5. Focalizar la publicidad del Estado de acuerdo al alcance territorial de los medios de comunicación y el tipo de lectores. Esto permitiría la aparición de medios regionales con información que tendría mayor pesos en poblaciones específicas.

De manera general, estos son los puntos que considero importantes para promover la libertad de prensa, expresión y una nueva relación entre los medios de comunicación y el gobierno en Oaxaca. Sin duda, es necesario que todo sea transparente y defina qué le corresponde a cada unidad del sistema político oaxaqueño.

Mientras la prensa no viva una relación reglamentada, transparente y que permita la rendición de cuentas, será difícil ver una prensa libre y sí una prensa que se autocensura para evitar dañar sus intereses económicos y políticos.

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1Para un estudio sobre la opinión pública ver Sartori (2005)

2Para ver una recopilación, análisis y crítica a esta forma de operar de los medios de comunicación recomiendo Turcott (2002).

3Para ver un análisis más extensos de los medios de Oaxaca se puede recurrir a mis escritos “La prensa oaxaqueña en internet. La involución autoritaria (2009a)”, “Los dueños de la verdad. Periódicos en Oaxaca (2009b)” y “Medios de Comunicación y alternancia en Oaxaca (2010)”. Todos se pueden consultar en el blog www.caminarpreguntando.com

4En relación a la idea que mantengo sobre que el gobierno es el “gran capitalista” de Oaxaca, se puede ver mi artículo “Los hijos ‘empresarios’ del Estado Oaxaqueño. Reflexiones sobre el conflicto ATTO vs ADO” en mi blog: www.caminarpreguntando.com