Participación ciudadana
Ha sido la participación ciudadana la que ha permitido la alternancia en Oaxaca.

Oaxaca, México.- Una serie de interpretaciones se han venido dando sobre las elecciones que se celebraron el 4 de julio en Oaxaca. Articulistas, analistas, columnistas, periodistas, líderes de opinión han intentado explicar no la alternancia en el poder estatal, no la transición de un régimen autoritario a uno democrático, no la victoria de la coalición opositora, no la elección crítica que ha sucedido, sino simplemente la derrota del Partido Revolucionario Institucional (PRI) como una cuestión meramente coyuntural. Estas interpretaciones que intentan ser variopintas, coinciden en el fondo en ser cortoplacistas, superficiales, elitistas, autoritarias y muestran que aquellos que las escriben no creen en la ciudadanía, mucho menos en la democracia y que siguen en shock después de que las urnas hablaran.

Breve anti-crónica

A las seis de la tarde del domingo cuatro de julio, al PRI y el Partido Verde (PVEM) sólo les quedaba tumbar el “cuestionado” Programa de Resultado Electorales Preeliminares del “cuestionado” Instituto Estatal Electoral de Oaxaca, para parar su derrota y salir avantes como en el 2004. A las ocho de la noche, la victoria de la oposición encabezada por Gabino Cué Monteagudo festeja su triunfo en la fuente de la siete u ocho regiones, depende el sexenio. Desde las 18 hasta las 20 horas, no sólo se confirmaba que el Partido-Estado que generó el régimen autoritario en Oaxaca por más de 80 años estaban cayendo, sino que todos aquellos que se vanaglorian de entender la política en Oaxaca estaban en shock. Semanas antes, nadie daba un quinto por la coalición opositora en los medios locales.

Dos semanas después de la elección crítica, caracterizada porque el partido hegemónico -por fin- pierde el poder central, las lecturas de lo sucedido el 4 de julio, manifiestan el shock de las elites de los medios de comunicación que siguen sin saber qué diablos pasó el 4 de julio.

Lecturas clásicas para entender el 4 de julio

Desde la lógica de los escritores autoritarios o los de la vieja guardia, defensores de la “teoría” de la elite y el poder al estilo Oaxaca (no hay que leerla para entenderla, todo se aprende en la empiria), la alternancia no ha existido, sino simplemente ha sido un evento coyuntural donde las fuerzas del gobierno federal han vencido al gobierno de Oaxaca. En este tenor siguen buscando quién es el dueño de la victoria. Por ejemplo, hay periodistas y analistas que consideran que la oposición no derrotó al PRI, sino que fue este mismo el que se derrotó, o sea, hubo una autoderrota, ya que diversos dirigentes del tricolor oaxaqueño siempre estuvieron inconformes con la designación de Eviel Pérez Magaña y lo dejaron hacer lo que quisiera, no estorbaron, pero tampoco apoyaron. Hay otros que mostrando que su visión es de gran alcance (sin miopía y astigmatismo) al considerar que la derrota del PRI, no es del partido, sino de Ulises Ruiz Ortiz, porque a nivel federal no todos los apoyaban. Así, en cualquier momento construirán la teoría de que Beatriz Paredes nunca lo apoyó como debía y que así logró parar su carrera por adueñarse de la silla que esta actualmente ostenta. Otros más, buscan en el pasado las derrotas del presente y nos muestran que fueron los terribles exgobernadores los que terminaron derrotando al PRI. Hay un último grupo, como ejemplo, pues hay más teorías de la famosa conspiración de la elite, que ve en Eviel Pérez Magaña el error del tricolor, pues nunca fue un candidato que pudiera atraer el voto y sí un tipo que fue manejado por -como le dicen los periodistas oaxaqueños- el gran elector: el gobernador. En ese sentido, el PRI sigue siendo el gran victorioso del 4 de julio, porque sólo él se pudo derrotar.

Las diversas interpretaciones intentan mostrar un abanico de opciones para entender lo que sucedió el 4 de julio, pero si vamos más allá de la superficie de esta retórica autoritaria, nos daremos cuenta que todas son coincidentes en el fondo: El PRI. En efecto, todas consideran que el PRI es el factor que se debe de analizar en este proceso electoral, pues ha perdido. La causa de su derrota es sólo una, el mismo partido. Ninguno de los retóricos orgánicos contempla otros factores que pudieron terminar con el PRI, para ellos es sólo la lucha intestina por el poder, la guerra -ni siquiera competencia- entre los grupos de poder, el control de la comunidad y el verticalismo exacerbado del presidencialismo mexicano personificado por el poder central de los llamados señores feudales de los feudos autoritarios mexicanos del siglo XXI: los gobernadores. En este sentido, el voto es simplemente una fachada que permite liberalizar las tensiones que se pueden generar en el pueblo por los errores de gobierno que se cometieron en este sexenio, debido a la lucha intestina de los opositores que siempre, como es “normal” en la búsqueda del poder, buscaron derrocar al tirano. Por lo tanto, desde esta retórica, las elecciones del 4 de julio son simplemente el resultado de la lucha entre diversos grupos del poder político que se pelearon por la gubernatura de Oaxaca, donde unos lograron vencer a sus contrarios porque estos se dividieron.

La negación de la decisión

Prohibido votar
Se intentó inhibir el voto por medio de la guerra sucia.

Una cuestión está ausente en los discursos, ideas y análisis que han reproducido la mayoría de las plumas oaxaqueñas más leídas en los diarios, escuchadas en la radio y vistas en los pocos canales de televisión que tienen programas locales. Esta tiene que ver con la negación en automático de que los oaxaqueños piensen, reflexionen y/o razonen el voto. Desde la lógica de estas plumas, los oaxaqueños simplemente fueron a las urnas porque alguien se los ordenó, por ello votaron esta vez por otro partido distinto al PRI, no por el hecho de que ellos en un ejercicio de reflexión hayan decidido salir a buscar un cambio. Ante esto, la retórica autoritaria cumple su cometido, demostrar y tararear que la sociedad se debe al gobierno, no el gobierno a la sociedad, porque ha sido este quién les ha ordenado como votar, porque los grupos al interior del PRI –en su mayoría- decidieron apoyar a los opositores y les dieron los votos de los autómatas que controlan.

La retórica de los orgánicos es simplemente burda, pero la siguen considerando suficiente para convencer a los autómatas oaxaqueños que no son libres, que no pensaron, sino que fue simplemente una “nueva” programación del sistema a la “cual” -¡por ser nueva!- no estaban habituados y por ello les causó extrañeza, por inusual. Desde este argumento comienza una demostración que reduce todo al Estado: los nuevos ganadores triunfaron porque el sistema lo permitió y siempre han pertenecido a las elites del poder. Después, el discurso continúa hacia la idea de que al ser parte de la “elite” nada cambiará, todo seguirá igual, robarán como lo hace el PRI, se aprovecharán del poder para cuestiones personales y darán puestos en la burocracia a sus cuates. En conclusión, para estos autoritarios Oaxaca ha caído simplemente en manos de un nuevo grupo dictatorial, pero ellos siguen siendo simples títeres del gran hermano, un sistema conocido como autoritarismo.

La cuestión es que todo esto es un falso discurso -o incompleto a propósito– sobre las elecciones críticas que hemos vivido, igual de falso que pensar que todos los que votaron el 4 de julio lo hicieron porque están interesados en los problemas públicos, o sea, en resolver las diferentes cuestiones que impiden vivir en paz a la sociedad oaxaqueña.

En primera, hay diversas cuestiones fácticas que nos dan a conocer los números que terminan por desnudar a los retóricos orgánicos y que al mismo tiempo nos permiten ver que simplemente están en estado de shock.

  1. Si la cúpula del Partido Revolucionario Institucional estaba dividida como argumentan estos escritores, en su mayoría periodistas y/o licenciados –usted sabe, en el PRI todos son licenciados-, ¿Por qué el PRI logró obtener más votos que en la elección del 2004? Si en verdad los diversos traidores del tricolor le hubieran dado votos a los opositores, el voto duro del PRI se hubiera dividido, pero si se compara con la elección del 2004 y la sucedida este 4 de julio, se puede observar que su voto duro no sólo se mantuvo, sino que creció al menos unos tres o cuatro puntos.
  2. Los discursos del PRI sólo convencieron al PRI. Con esto quiero decir que los diversos discursos que desde el año pasado ocupaba el tricolor para denostar a sus opositores no lograron mellar la intención del voto, ni la participación ciudadana, sólo desconfiar más del PRI, el gobierno, la institución electoral, las casas encuestadoras y los medios de comunicación. Me explico.

Primero hubo una fuerte campaña para denostar la alianza entre los partidos mexicanos que se declaran de izquierda y -el que se dice- de derecha. La lógica del PRI, era que no se podía juntar el agua y el aceite, que eran contranatura y que sólo generaban un inequidad democrática, esto último nunca lo lograron explicar. Las encuestas desde un inicio, demuestran que la coalición opositora jamás perdió votos de manera significativa durante las campañas políticas. Después vino la estrategia de demostrar que los opositores eran igual de cochinos que los priistas, por ello no había necesidad de cambiar, pues la lógica era más vale malo conocido; para realizar esta demostración, los priistas oaxaqueños señalaron que contaban con vídeos (a la española, con clase de conquistador) donde se observaba a los opositores negociando con los priistas y el gobierno de Oaxaca una serie de apoyos para realizar sus campañas políticas y derrotar a todos aquellos que no eran del agrado del oficialismo. Los vídeos nunca salieron a la luz pública y en las encuestas la intención de voto por los opositores no descendió de manera considerable que los llevara a perder el proceso electoral desde meses antes al día de la elección. Como última prueba, se desató – o intensificó- la campaña sucia del PRI por intentar que los oaxaqueño no salieran a votar y así ganar con su voto duro, esta simplemente funcionaba como una estrategia para reforzar lo que ya habían hecho los procesos de denostación anteriores.

La cuestión es que los opositores y los priistas llegaron con posibilidades reales de triunfo al final del proceso electoral, según las encuestas. O sea, la campaña del PRI no sólo no logró conseguir adherentes, sino que no restó votantes a los opositores.

  1. Los indecisos que decidieron. Una cuestión que han evitado tocar los diversos “intelectuales” orgánicos es el hecho de mencionar que todos aquellos que se habían sumado al grupo de indecisos que crecía como avanzaban las campañas de los candidatos, salieron a votar. Para ellos, la cuestión es que estos votantes que se estaban sumando a los indecisos no saldrían a votar el cuatro de julio y serían el logro de la campaña del miedo. En este sentido, la estrategia del PRI para generar miedo no ha cambiado ni un ápice desde la década de los noventa. Una cuestión se demuestra con la alta participación que logró contradecir a las encuestas realizadas: la campaña del miedo no logró su objetivo, inhibir el voto. Al contrario, parece ser un motivo claro para salir a votar.

Ciudadanía, sólo para concluir

Esta breve conclusión que realizo, debe ser parte de un texto más grande, ya que es parte de la base de todo democracia: la ciudadanía. En este sentido, la lectura alterna a esta visión autoritaria que realizan los escritores orgánicos ese basa en el hecho de reconocer que el oaxaqueño salió a votar por voluntad propia y decidió de manera autónoma por quién votar.

Los motivos que lo llevaron a participar y ejercer su derecho al voto son distintos. Hasta el voto duro del PRI tiene un motivo y/o razón para votar por el modelo autoritario, igual todos aquellos que votaron por la coalición opositora. No sabemos -en la ciencia política- a ciencia cierta que es lo que motiva a los electores a votar por tal o cual candidato, sabemos que hay motivos privados y públicos que los llevan a ejercer el voto. En Oaxaca hay una serie de motivos que se pueden dar como ejemplos: algunos votaron por el candidato, otros por la forma de gobierno y puede ser que otros por un enemigo en común: el gran elector, pero los motivos que menciono no son todos, debe haber más que poco a poco se deben intentar revelar.

Lo que sí queda claro, es que las supuestas explicaciones que han dado los escritores autoritarios no reflejan lo que ha pasado en las urnas y sí la necesidad que tienen del PRI para entender la realidad. El voto duro del PRI, votó por el PRI. El porcentaje de indecisos antes de las elecciones no se quedó en su casa, a pesar de la campaña del miedo, salió a votar y se cumplió el hecho de que los votos independientes siempre votan en contra del PRI. Además, se demuestra que la población no vio mal la apuesta de las alianzas electorales.

Ante esto, no queda más que reivindicar el libre albedrío y la autonomía de pensamiento de los oaxaqueños, que han dado un paso para crear ciudadanía y han mostrado con su voto que prefieren una sociedad y gobierno que reconozca y respete la pluralidad que existe en la sociedad oaxaqueña. Por lo tanto, el oaxaqueño asistió a votar porque lo decidió. El triunfo es de la ciudadanía no del monstruo autoritario, ni de los líderes de la oposición por más cuentos chinos que inventen los orgánicos y no puedan demostrar. Por último, vale decir que durante todas las campañas electorales los partidos políticos decidieron generar un modelo de estrategia electoral para coaccionar el voto de los ciudadanos, pero al final el oaxaqueño que no pertenece al voto duro, votó libremente, pero por el hecho de que él sólo decidió por quién votar, luchando contra aquellos que intentaron coaccionar su decisión, su libertad.

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