[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=v5RamjsDLss&w=560&h=315]

Hay sociedades que viven de recuerdos, de supuestos pasados “dorados”, llenos de grandeza y poderío que muestran o permiten una narrativa de que algún día fueron el “centro” de algo que ya no existe, solo quedan las ruinas para intentar emocionar a las nuevas generaciones. Eso es Oaxaca, una sociedad que vive de recuerdos, supuestamente “gloriosos”.

El promocional oficial de la Guelaguetza 2014 -, o sea, realizado con dinero obtenido de los que pagan impuestos- que presentó el Gobierno de Oaxaca resume el concepto que tiene este gobierno de las comunidades indígenas: servir a los otros, a los extraños o los que pueden pagar por servicios.

No es una exageración, pues el Gobierno de Oaxaca solo se atrevió a modificar el promocional original hasta que se protestó en redes sociales y se señaló que en la mayoría de escenas los indígenas salen en el papel de servidumbre o personas que divierten a otras mientras comen o disfrutan del ocio. El video es muestra de la herencia de la relación de poder del pasado “dorado” del que presumen una gran cantidad de oaxaqueños.

En efecto, si algo ha sobrevivido a lo largo del tiempo son las costumbres autoritarias basadas en la discriminación y el racismo, la pervivencia de la idea de los “siervos” y el romanticismo por la cultura del inferior, el indígena.

En Oaxaca cada Guelaguetza se habla de la maravillosa herencia que sigue habitando -en las pobres- comunidades indígenas y la grandeza que representan, pero la realidad es que ningún gobierno ha tenido en el centro a los indígenas. Una muestra de ello, es que las ganancias de la Guelaguetza no van directamente a las comunidades indígenas, sino a la Secretaría de Cultura .-¿y turismo?, cuando los trabajadores principales son los pueblos donde se busca que estas tradiciones permanezcan.

La Guelaguetza actual es solo una pasarela de políticos y personalidades del espectáculo que están urgidas de reflectores. Una costumbre de políticos oaxaqueños que al asistir como invitados del gobernador en turno, muestran su ascenso en la escala de poder. Un negocio redondo donde los que menos ganan son los pueblos de Oaxaca que en ella se presentan y vuelven a ocupar el rol, el papel, de actores que sirven a lo intereses de otros.

El promocional también ha servido para demostrar que algo está cambiando en Oaxaca, pues el hecho de que haya surgido una crítica hacia la forma en que se presenta a los que participan en la Guelaguetza, es síntoma de que comienza a existir el valor por expresar lo que se piensa.

Sin duda hay muchas cosas que en Oaxaca deben cambiar, la crítica a este promocional no debe ser puesta en saco roto sino tomada en cuenta como una muestra que la ciudadanía puede presionar a los gobiernos para que estos atiendan los valores que se están construyendo en los ciudadanos. No se debe olvidar que hasta el secretario de Asuntos Indígenas actúo cuando los ciudadanos habían comenzado a expresar sus desacuerdos en redes sociales.

Habría sido peor el silencio de los oaxaqueños cuando, se supone, han escogido el cambio en las urnas para poder construir valores democráticos; aunque también es normal que callen muchas cosas, pues están en un proceso de transición que los puede llevar, como no, a la democracia. La misma Guelaguetza es una muestra, en muchos bailables, de la representación autoritaria y el machismo que está presente en la sociedad oaxaqueña.

———-

Nota: Una versión de este texto se publicó en la revista Mujeres del mes de julio 2014.