Al centro, Enrique Peña Nieto; a los lados, legisladores. Por: Presidencia de México
Al centro, Enrique Peña Nieto; a los lados, legisladores. Por: Presidencia de México

En el primer año de Enrique Peña Nieto como Presidente de México, sobresalen los logros en el poder legislativo, no las políticas que el poder ejecutivo se ha propuesto para este sexenio.

En diversos medios de comunicación, analistas y políticos han generado la impresión de que el primer año de Enrique Peña Nieto (EPN) ha sido exitoso por las reformas estructurales y política que se aprobaron: educación, fiscal, energética, comunicaciones y política. Lo cierto es que han sido los legisladores, de las tres fuerzas partidistas que dominan la política mexicana, los que han hecho las reformas “estructurales” -y política- que desde hace más de una década el país requiere.

Las leyes y reformas a las mismas no las hace el poder ejecutivo, o sea, la presidencia, sino el poder legislativo. El presidente puede proponer y vetar, pero no más. En este sentido, el primer año del gobierno de Peña Nieto estuvo marcado por la presencia mediática de las reformas y nuevas leyes que se hicieron, consecuencia –en primera instancia- del Pacto Por México, impulsado, eso sí, desde la Presidencia de México y respaldado por la oposición partidistas y grupos de presión e interés, como la clase empresarial.

A diferencia de los dos gobiernos panistas que antecedieron el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI), no existió una oposición mayoritaria a las reformas. Durante los 12 años de panismo, el PRI estuvo a la espera y defensiva en el poder legislativo, nunca propuso y se dedicó a negociar el sí, muchas veces para financiar gobiernos locales o soportar gobiernos que violaron los derechos humanos –Ulises Ruiz en Oaxaca o Mario Marín, Puebla. Ante los altos costos que el partido en el gobierno no quiso pagar, el PRI prefería abstenerse de la votación o no asistir a las sesiones. Su silencio siempre tuvo un costo, el mejor ejemplo es la toma de gobierno de Felipe Calderón, el PRI nunca promovió una salida que no rompiera la viabilidad de gobierno.

Sin ser una lista exhaustiva, considero que los siguientes puntos permiten entender que este primer año de gobierno de EPN no ha sido positivo para él, sino para el poder legislativo.

Primero, el poder legislativo fue quien marcó el ritmo del gobierno en este primer año. El Pacto Por México, provocó que la atención se centrara en la Cámara de Diputados y Senadores, permitiendo que la Presidencia de la República no tuviera todos los reflectores y que, en gran medida, dependiera de las reformas para mantener estable el país. De ahí que los logros del poder legislativo han sido promocionados por la Presidencia de EPN como leyes que permiten la gobernabilidad en este sexenio.

El problema con la forma en que se ha logrado el consenso en el poder legislativo es que este incentiva la falta de transparencia en la toma de acuerdos. En ese sentido, el gran logro de EPN, el Pacto por México, sirve a su gobierno, pero sacrifica la democracia, ya que vuelve a fortalecer valores de la política autoritaria, como es alejar de lo público las negociaciones que se hacen para aprobar una ley, sobre todo, porque siguen faltando mecanismos efectivos para que la ciudadanía pueda participar en la construcción de la ley, o sea, no solo ser escuchada en foros, sino ser tomada en cuenta.

El principal reflejo de cómo los acuerdos en lo “oscurito” apremiaron en la aprobación de las leyes es que las discusiones en el pleno de la Cámara de Diputados y el Senado solo sirven, en su mayoría, para que se expresen sentimientos y emociones, pero ninguna de las propuestas para modificar lo acordado se toma en cuenta en la decisión.

En este primer año de EPN, en el poder legislativo ha triunfado el pragmatismo que permite legitimar y gobernar a corto plazo.

El pragmatismo ha permitido que el PRI cuente siempre con un aliado en los temas que abordó el Pacto por México. En el tema de la reforma energética tuvo a su lado al Partido Acción Nacional. En el tema de la Reforma Fiscal contó con el respaldo del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Quien se opone a una reforma,sale derrotado en la actual legislatura. En este terreno, el gran derrotado ha sido el grupo de legisladores que respalda a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), al oponerse prácticamente a todo sin permitir coincidencias en temas que en el pasado pudo respaldar. Por supuesto, ha respaldado la violencia de los movimientos, condenándola con palabras, pero no en los hechos.

Es cierto que el poder legislativo ha salido airoso en este primer año de gobierno de EPN, ellos han marcado la pauta y mostrado resultados, pero la estrategia del Pacto por México, el diálogo de sordos y los monólogos en el pleno, permiten que el desgaste político de este año sea para los partidos, legisladores y partidos de oposición.

Los más desgastados son los políticos, grupos y partidos políticos que premian la coherencia o terquedad ideológica, como la izquierda mexicana, antes que lidiar con sus problemas y aceptar los cambios en la sociedad mexicana.

En el rubro de las políticas públicas que se han planteado en este sexenio y el resto de cuestiones que competen al poder ejecutivo -¡la presidencia!- los resultados son negativos.

El año 2013 fue de bajo crecimiento económico, lo heredado se desmoronó; no hay un combate efectivo al narcotráfico, sí una estrategia de comunicación para no llamar la atención de los medios de comunicación, el estado las cosas se sigue agravando con la aparición de más policías comunitarias, cada día hay más secrecía en el tema; los programas para paliar la pobreza no han logrado ser operativizados, como ya lo señala Edna Jaime en Señales Contradictorias y siguen creando dependencia, lo cual provoca la aparición y/o mantenimiento del clientelismo electoral; el regreso de la violencia en las manifestaciones parece indicar que se intente criminalizar la protesta o tolerar la violencia contra los ciudadanos y; la corrupción en otros niveles de gobierno sigue presente, especialmente en aquellos gobernados por el PRI o en personas que se formaron políticamente en este partido, como Elba Esther Gordillo o el exgobernador de Tabasco, Andrés Granier.

Ha sido un año distinto en el legislativo, salió de la parálisis. No se puede decir que positivo, pues revivieron formas autoritarias y el resultado de las reformas está por verse. No podemos decir lo mismo de la presidencia de EPN, pues no ha logrado mostrar qué quiere hacer en los temas torales, solo ha vivido –sigue viviendo- de la propaganda en los medios de comunicación.