Héctor Pablo Ramírez nunca abrió; Enrique Peña Nieto nunca debatió. Foto by: @chanssoto

¿Ha sido grotesco el comportamiento de los estudiantes de la Universidad Iberoamericana con Enrique Peña Nieto? ¿Por qué el Partido Revolucionario Institucional (PRI) acusa que fue un evento preparado?

Ni comportamiento grotesco, ni “complot” en contra de Peña Nieto, solo crítica, opinión objetiva y subjetiva. Si el comportamiento de los estudiantes universitarios indignó a varias personas, el universitario por naturaleza vive indignado, en pleno anticonformismo.

La Universidad es un espacio público en la democracia y en cualquier otro régimen, ahí habita la pluralidad de opiniones, es el espacio que tiene como característica principal hacer una crítica a la sociedad en su conjunto, las formas de gobierno y todo aquello que se considera estorba o daña a la paz pública y el avance a otros estadios superiores de la humanidad.

No hay que sorprenderse porque llamaron a Enrique Peña Nieto “asesino” o por los cuestionamientos sobre la represión que hizo a los macheteros de Atenco, los feminicidos y diversos fenómenos sociales que aparecieron o se incrementaron en su sexenio en el Estado de México hasta crear características de anomia: falta de normas e incapacidad de la estructura social para proporcionar al individuo o integrante de la comunidad lo necesario para que logre las metas de la sociedad. El estudiante que preguntó sobre la anomia, explicó al candidato su significado, si se quiere con mofa, pero dejó claro a Peña Nieto que no se encontraba ante cualquier público, sino con un público informado y con capacidad de critica que valora las ideas y el debate.

En efecto, el universitario no es un público receptivo, sino también un público propositivo y que la información que recibe no la acepta de tajo, su entrenamiento y preparación lo conducen al cuestionamiento de cualquier cosa para replicar la información.

Sorpredente hubiera sido que Enrique Peña Nieto tuviera una reunión con universitarios donde los cuestionamientos carecieran de información o las vivas y aplausos quedaran como la gran anécdota. Así la mayoría del público esté a favor de algo, las universidades se caracterizan porque existe una minoría que por desconfianza -la cual lleva o invita a la verificación- o información se enfrenta a la mayoría, hace escuchar su voz.

En la Iberoamericana se demostró que el sector universitario está informado, conoce los logros de Peña Nieto, pero también aquello que sus comerciales, campaña y correligionarios han querido ocultar: sus fracasos y violaciones, no a la ley, a los principios democráticos.

Si hago la diferenciación ente ley y democracia, es porque la ley no siempre es ad hoc a la democracia. Precisamente este deslinde entre democracia y ley en México es lo que ha caracterizado el proceso y estancamiento de la transición. Nuestra transición se ha liberalizado, acepta la participación de diversos grupos políticos, pero no ha instaurado los requisitos de la democracia. Las leyes mexicanas en su mayoría responden a la lógica del sistema autoritario heredado por el PRI, con base a estas leyes es que Enrique Peña Nieto reprimió a los macheteros de Atenco, los orilló a violar la ley cuando no quiso atender sus demandas y justificó su represión.

Si hubo un presidente que hizo lo contrario en un evento parecido fue Vicente Fox, su último acto como demócrata fue respetar la decisión de los atenquenses que no permitieron la construcción de un aeropuerto. Por supuesto, los grupos políticos del Estado de México perdieron mucho dinero a futuro, los priistas no olvidan y terminaron en un desquite bajo el gobierno de Peña Nieto. No olvidemos que la represión del 2006 fue porque varios atenquenses se instalaron a vender flores y las fuerzas públicas del Edomex los levantaron a pesar de que contaban con permisos otorgados por el gobierno municipal.

Este es el evento que los universitarios recuerdan, queda en la memoria de muchos porque si la Universidad tiene un objetivo en su base, como institución creada en Occidente, es promover la política como paz para erradicar la violencia. El PRI es violencia y los recuerdos en los universitarios de buscar una mejor sociedad por medios pacíficos se enfrentan a los actos violentos.

En México estamos acostumbrados a que nunca hay culpables, solo el tiempo permite hablar de ellos, cuando los actos son pasados. No enfrentarnos a los culpables en el presente solo ha permitido que no se juzgue a nadie.

Las campañas políticas tienen como objetivo destacar los logros de los políticos, pero en México también intentan acallar la crítica, denostarla y decir que todo ha sido algo planificado. Las declaraciones de este tipo solo buscan señalar que el mexicano es títere de alguien y no reconocen las capacidades para opinar del ciudadano.

Las declaraciones de Pedro Joaquín Coldwell, Presidente del PRI, que hizo sobre el evento de Peña Nieto en la Iberoamericana sobre la manipulación y falta de respeto de los alumnos hacia el candidato, demuestran el desprecio hacia las ideas y la autonomía del individuo. Las declaraciones de Luis Videgaray donde señala que la protesta estuvo planeada desde “afuera” también es parte del desprecio hacia el universitario al decirle veladamente “manipulado” y no reconocer que se puede organizar para protestar contra aquello que considera injusto o peligroso para la sociedad.

Enrique Peña Nieto y el PRI han demostrado su desprecio a la democracia, al despreciar la opinión de los universitarios y tacharlos de “manipulados”, descalificar sus críticas y palabras.