Héctor Pablo Ramírez nunca abrió; Enrique Peña Nieto nunca debatió. Foto by: @chanssoto

No se cuánto ha logrado influir en los votantes mexicanos el tema de los “debates”, no me refiero específicamente a uno de los debates propuestos por los medios de comunicación o los oficiales organizados por el Instituto Federal Electoral, sino a la idea de “debatir” como una característica de la democracia que los políticos mexicanos han denostado para favorecer su estrategia de campaña.

La inasistencia al debate convocado por MVS Noticias y la periodistas Carmen Aristegui de Enrique Peña Nieto, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), provocó que Josefina Vázquez Mota, candidata del Partido Acción Nacional (PAN), y Andrés Manuel López Obrador, candidato de la izquierda partidista, tuvieran un pretexto para ausentarse.

Vázquez Mota tuvo como requisito para debatir la asistencia de Peña Nieto. López Obrador puso de requisito debatir contra dos de sus contendientes. Sólo Gabriel Quadri que no tenía nada que perder decidió no poner condiciones.

La inasistencia al debate propuesto por el medio de comunicación y la periodistas comprueban que no hay voluntad a la democracia por parte de los tres candidatos a la Presidencia de México con posibilidades reales de ganar.

Los candidatos solo están dispuestos a hacer lo que marca la ley electoral, no más. Si la ley electoral y los acuerdos en el IFE señalan que se debe asistir a dos debates, asistirán a ellos, no más.

La prueba del respeto a la ley y la falta de voluntad democrática está en la inasistencia al debate convocado por Carmen Aristegui. Hasta el momento Enrique Peña Nieto no ha confirmado si asistirá al debate llamado #EncuentroMILENIO.

Los políticos mexicanos no tienen vocación democrática, la única manera de hacer que cumplan con requisitos de la democracia es por medio de la coerción que provoca la ley.

Los candidatos tienen miedo de debatir, sus capacidades políticas no están desarrolladas para esta área. Han crecido en un régimen autoritario que está acostumbrado al insulto, la señalización de errores, pero no a la crítica, confundida con ver quién grita más y quién tiene un repertorio más amplio de groserías.

Durante el proceso de transición política se puede observar que el desarrollo de una cultura política cívica, acorde con la democracia ha sido menor en el país, no nula. El avance de la cultura política democrática se localiza en el surgimiento de organizaciones que han fortalecido a la sociedad civil mexicana y renovado su agenda. En efecto, la existencia de grupos que demandan una Reforma de Estado y política muestra la insatisfacción que se tiene hacia nuestra clase política, no solo gobernante. En otras palabras, no se trata de los gobernantes, sino también de los partidos políticos, medio por el cual se puede acceder al poder.

México tendrá dos debates “obligatorios”, más que oficiales. Si uno de los candidatos llegara a faltar a ellos, no soportaría la presión de los medios de comunicación, de opositores y de la propia autoridad electoral.

Es patético que los candidatos a la Presidencia de México argumenten que no tienen tiempo para prepararse para el debate. Se supone que ellos han dirigido la realización de sus propuestas de campaña, que si están compitiendo es porque tienen una visión de país que los motiva para ser Presidente de México. Señalar que no están listos para debatir por falta de preparación, solo abona a la idea de que son producto de la mercadotecnia, una buena memoria y de un discurso atractivo lleno de frases “efectivas”, emocionales.