Las formas no forzosamente llevan al fondo. Los debates no siempre son un intercambio de ideas profundas, reflexivas, esmeradamente pensadas para resumirlas en unos minutos e impulsar a otros a pensar sobre lo dicho. Los debates también son espacios para que la opinión subjetiva reine, para que se impongan el gritón. Los mejores debates son aquellos que tienen subjetividad y objetividad, que se distinguen entre cómo se expresa el ponente y qué ha dicho. En otras palabras, no solo importan las palabras y el tono, también qué significan juntas.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) decidió debatir con Acción Nacional sobre las promesas inconclusas o no hechas por Enrique Peña Nieto. Siguiendo la estrategia electoral que ha marcado desde el inicio de campañas, el PRI tiene en el presidente del partido, Pedro Joaquín Coldwell, y en el coordinador de campaña, Luis Videgaray, a los personajes que tiene que responder a las críticas que hacen al candidato. En el PAN Josefina Vázquez Mota comienza el ataque, pero quienes terminan trabajando en la crítica son el presidente del partido, Gustavo Madero, y el coordinador de campaña, Roberto Gil Zuarth.

Panistas y priistas se encontraron en el evento “La Mesa de la Verdad” a la cual convocaron los primeros para “aclarar” y demostrar que los segundos mentían. La propuesta del PRI era debatir sobre las promesas del Peña Nieto cuando era gobernador del Estado de México y que según ellos, cumplió cabalmente. Los panistas asistían a debatir para demostrar que las promesas firmadas ante notario público del candidato del PRI no se concretaron. Hasta aquí, el debate parece cumplir sus requisitos: hay un tema y partes encontradas sobre el mismo. Bien podría decir, sin cometer algún error: ¡tenemos debate!

La “Mesa de la Verdad” intentó ser un debate, pero faltó tiempo, reglas claras y el respeto de las mismas por parte de los involucrados. Los dos partidos podrán sentirse victoriosos, pues han logrado que el proceso electoral quede entre dos. AMLO se ha convertido en un candidato presencial, podrán decir o pensar los estrategas de campaña del PRI y PAN. AMLO y la izquierda partidista se comienza a quedar fuera de muchos temas.

A pesar de las apreciaciones que se pueden hacer día a día, el primer corte en las campañas electorales será después del debate del 6 de mayo.

En la “Mesa de la Verdad” se pudo observar que los políticos mexicanos están dispuestos a hacer lo que esté a su alcance para ganar votos. Están dispuestos a que las formas cambien, pero el fondo quede. En otras palabras, están dispuestos a convocar a debates, a mesas donde se discutan temas coyunturales de las campañas, pero que no alteren el fondo. No están dispuestos a tener formatos de debate que modifiquen la forma en que ellos debaten. No estás dispuestos a que en el debate se traten temas profundos y de largo alcance, o sea, que modifiquen al régimen político y la estructura del sistema político mexicano.

La “Mesa de la Verdad” ha sido forma, pero no fondo. El evento convocado por el PRI, es solo un vodevil político más. Panistas y priistas trataron de demostrar con gritos, acarreados y empujones que decían la verdad. Sólo han tratado que sus argumentos se impongan porque ellos “lo dicen”. Así no se puede debatir, cuando no se escucha al otro, cuando no se reconoce que el contrario puede tener la razón o solo parte de ella.

No se puede debatir cuando no se reconocen victorias y derrotas. Se puede perder un debate, pero siempre habrá otra oportunidad para debatir, intercambiar ideas, fijar posturas.

La “Mesa de la Verdad” no debatió ningún tema profundo o definitorio para el país, sólo para las campañas. Es muy probable que Peña Nieto no haya cumplido sus promesas, pero ese no es el punto, sino saber cuántas de ellas cumplió e hizo bien, cuántas durarán lo que deben de durar y no sólo perderse a los pocos días que el político abandona el cargo o termina la campaña.

Por otra parte, no solo se debe debatir la obra pública, los compromisos “coyunturales”, sino la política misma. En efecto, es necesario que los debates políticos giren sobre la reforma del Estado, sobre los temas que puedan incidir a favor de la democracia.

De ahí que afirme que la “mesa de la verdad” fue forma, un show en el cual ninguno de los partidos políticos quiso mostrarse como renuente al debate, pero en el que ninguno de los dos debatió. Asistir al evento les alcanzó en su estrategia de campaña para mostrar su compromiso con los “debates”, pero sin debatir nada que defina el futuro de la democracia.